

Paula Gaitán, encargada del bar Berlín de Rafael Castillo, relató el violento episodio en el que dos hombres alcoholizados agredieron al personal femenino del local. La reacción desmedida, las amenazas posteriores y la falta de respuestas judiciales exponen una preocupante vulnerabilidad para las trabajadoras del sector gastronómico.
Por Verónica Llonto
Una noche que comenzó como cualquier otra en un ambiente familiar y tranquilo terminó en una violenta agresión contra trabajadoras y trabajadores de un bar en Rafael Castillo. El hecho ocurrió durante la madrugada del lunes cuatro de agosto en Berlín, una cervecería y cena show ubicada en Avenida Carlos Casares 561, donde dos sujetos alcoholizados atacaron al personal del local tras negarse a pagar la cuenta.
Paula Gaitán, encargada del establecimiento, relató lo sucedido a Diario NCO. “Tuvimos dos clientes alcoholizados que durante la noche molestaron un poco, pero una ya está entrenada para sobrellevar estas situaciones. Además, contamos con personal de prevención: dos hombres y una mujer”, explicó la entrevistada.
Según Gaitán, el conflicto comenzó cuando los hombres se negaron a pagar. La encargada detalló: “Intentaron violentar a la chica de recepción. El chico de prevención se acercó para calmar, y decidimos dejarlos ir sin pagar para evitar problemas, sobre todo por la presencia de familias y niños en el lugar”.
La trabajadora aclaró que “el bar no es un boliche ni un lugar de baile, sino un espacio familiar. Nunca imaginamos que iban a reaccionar así. Cuando salieron, comenzaron a golpear al chico de prevención. Intentamos calmar la situación metiendo a todos los chicos de seguridad dentro del local, pensando que si no veían varones afuera, se iban a calmar, pero no fue así”.

Violencia, amenazas y miedo
La violencia se redirigió hacía las trabajadoras del bar, quienes no solo quedaron con heridas físicas, sino con un profundo impacto emocional. Según Gaitán, muchas de ellas aún no lograron retomar sus tareas con normalidad. “Algunas no volvieron a trabajar. Y las que sí, lo hacen con mucho miedo, muy angustiadas. Esta situación nos atravesó a todos”, mencionó la entrevistada.
Además de la violencia física, la encargada del bar advirtió: “El golpeador que es sargento de Hurlingham, durante el ataque gritaba que iba a volver a buscarlas. Lo repitió varias veces. No sabíamos si hablaba en serio, pero eso generó más terror que los golpes”. Este temor se profundizó al saber que los agresores habrían intentado intimidar también a la policía que intervino.
Frente a esta situación, el reclamo no es solo por justicia, sino también por protección. “Nos atendieron bien en el momento, la policía local actuó con rapidez. Pero después, cuando fuimos a declarar a la fiscalía, no nos tomaron la denuncia. Dijeron que nos iban a llamar y hasta hoy seguimos esperando. Es muy difícil confiar en la justicia si no te escucha cuando más lo necesitás”, concluyó la trabajadora de Berlín.
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