
En una entrevista con Silvina Ojeda, una jubilada que sufrió las consecuencias de las tormentas de la última semana analizó el estado de la infraestructura y los desagües municipales y se lamentó por los objetos materiales perdidos
Por Gabriel Brets
Gabycjs62@gmail.com
El diluvio que cayó sobre la Provincia de Buenos Aires dejó a la vista el déficit de infraestructura que existe a la hora de evitar las inundaciones o anegamientos. A lo largo de esta ultima semana se replicaron imágenes y videos en las que se podía ver, incluso, como los pasos bajo a nivel que se construyeron en La Matanza hace pocos meses, estaban repletas de agua.
En este contexto, el gran caudal de agua arrastraba los autos, se llevó todo a su paso. Los puentes y los pasos bajo nivel se convirtieron en una trampa: personas que intentaron cruzar en una zona anegada quedaron atrapadas en sus vehículos y otras que tuvieron que ser evacuadas hacia algún punto de la zona que pudiera albergarlos temporalmente.
Tal es el caso de esta jubilada del barrio San Alberto de Isidro Casanova que tuvo que ser asistida y evacuada hacia una iglesia tras sufrir la inundación dentro de su casa y tener dificultades para trasladarse por sus propios medios. “En un principio me asistieron algunos vecinos, y luego me llevaron a la iglesia para que pudiera esperar a que alguno de mis hijos me pudiera ir a buscar”, comenzó su relato.
En este sentido, Ojeda describió que “fue una sensación desesperante: ver como el agua poco a poco empieza a ingresar a tu casa y saber que no podés hacer nada para evitarlo, sólo esperar que no siga subiendo y poder desinfectar cuando todo termine”. A la vez, se lamentó por la perdida material que ocasionó la tormenta y afirmó que en este contexto económico es muy complicado que pueda volver a comprar lo que perdió.
La señora de 72 años afirmó: “soy una jubilada que cobro la mínima, hace poco tiempo perdí a mi esposo y cobro una pensión, pero tampoco alcanza. A eso le tenés que sumar los remedios, la comida y los servicios. Mis hijos me ayudan un montón en lo económico pero la situación es difícil para ellos también y más si a la vez me tienen que ayudar a reponer los muebles y electrodomésticos”.
Por otro lado, la jubilada criticó la falta de obras para evitar las inundaciones y dijo que le gustaría que el intendente explique a dónde se destina el presupuesto. “Acá es así, llueve fuerte 10 minutos y tenés toda la calle llena de agua hasta el casi el cordón. Faltan desagües, bocas de tormenta. Yo los veo a los chicos de la municipalidad que vienen y te preguntan ‘¿Qué temas te preocupan o que necesitas?’ pero la verdad que no hacen nada hace más de diez años con este tema”, criticó Ojeda.
Asimismo, la señora reconoció que tampoco sirve culpar al municipio de todo lo que pasa porque cuando atravesás una situación muy difícil o de esta magnitud el ser humano tiende a encontrar culpables para descargar su angustia, su tristeza o su enojo por lo que se está viviendo. Y en ese sentido afirmó que “es lo mismo cuando se muere un familiar, querés encontrar el culpable en el médico que lo atendió, pero muchas veces son cosas que están destinadas a pasar”.
En este caso, la jubilada analizó: “esto es algo similar al ejemplo del familiar que muere en el hospital, las personas que caminan por la calle consumen algo (sea comida o bebida) y tiran el plástico o envoltorio en la calle pensando ‘no va a pasar nada porque es chiquito’ y así los desagües se van llenando de basura porque otra persona piensa lo mismo, entonces es una cadena que termina provocando estos problemas ante las tormentas”.
“Yo creo mucho en Dios, voy a la iglesia hace 40 años y estoy convencida de todas las cosas que pasan en la vida están destinadas a pasar para dejarte una enseñanza, una experiencia para el futuro. Estoy segura de que las condiciones mejorarán y que en algún momento lo material se podrá reponer, aunque reconozco que es difícil pero nunca pierdo la fe”, concluyó la señora.
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