Número de edición 8481
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Victoria Viel: “Esas personas me sanaron a mí”

Victoria Viel, presidenta de la Fundación "Donde Quiero Estar".
Victoria Viel, presidenta de la Fundación “Donde Quiero Estar”.

Victoria Viel, presidenta de la Fundación “Donde Quiero Estar”, compartió la inspiradora historia detrás de la organización que ha estado marcando la diferencia en la vida de personas con cáncer y sus familias desde el 2006.

Por Paula Tevez Varela
paulatv56@gmail.com

“Empezamos en el año 2006 en el Hospital de Clínicas en la sala de quimioterapia con personas que tenían cáncer de mamas y cáncer ginecológico, haciendo arte, reflexología, cosmiatría y como el programa dio efectos muy positivos, mucho más de las expectativas que teníamos lo empezamos a replicar”, compartió.

En la actualidad, la Fundación ha expandido su presencia a 24 hospitales públicos, contando con la colaboración de 220 voluntarios. Estos voluntarios, provenientes de diversos ámbitos como masajistas, artistas, profesores y docentes, dedican tres horas a la semana para brindar confort y bienestar a aquellas personas que se encuentran en tratamiento oncológico.

Victoria delcaró: “En el año 2002 murió mi hijo de cáncer. Después de tres años de fallecido mi hijo, yo tengo la ocurrencia o la necesidad espiritual y física de hacer algún proyecto para sanar mi propia herida, y decidí hacer un proyecto para embarazadas. Yo daba el curso de psicoprofilaxis para el parto, entonces pensé en aquellas mujeres que tenían embarazos de alto riesgo y quería trabajar con embarazos del dolor”.

Al llegar al Hospital de Clínicas para presentar el proyecto, Viel se equivocó de piso y fue atendida en el Servicio de Salud Mental. En ese lugar, un psiquiatra y psicoanalista, quien resultó ser el jefe de un programa de Oncología prequirúrgica y psicoprofilaxis, la invitó a colaborar con él. Como resultado, a los 15 días de su ingreso, le ofrecieron una sala de quimioterapia.

“Cuando yo me acerco y veo a 8 mujeres que, en ese momento estaban con náuseas, con vómitos, sin el pelo, y les ofrezco trabajar, dar clases de gimnasia, todas me dicen que sí. Es como que tenían una necesidad de hacer algo durante esas ocho horas ellas estaban internadas”, afirmó.

La directora de la fundación explicó que “en ese momento en el 2006 la quimioterapia no se pasaba en un sillón como ahora sí en una mañana se internaban y se quedaban a dormir porque los tratamientos eran mucho más largos, no existía la medicación actual”.

El éxito del programa

Aseguró: “Nuestro programa fue muy exitoso porque lo que hacíamos era que las personas corran el foco de atención, se ponían a pintar un cuadro con los familiares, no estaban más solas mirando el techo del hospital, entraban todas las familias, los acompañantes, a pintar un cuadro, a recibir masajes, lo que yo hacía era enseñarles a los acompañantes hacerle reflexología a las personas que tenían cáncer”.

“Era muy lindo porque yo les daba un instructivo, les ponía un pote de crema en esa sala que era enorme la del Hospital de Clínicas y las enfermeras al principio me miraban como diciendo qué raro esto tan innovador, pero después se dieron cuenta que realmente las personas se relajaban, dejaban de tener náuseas. Ya no había más vómitos, el suero y la meditación pasaba mucho más rápido, al estar acompañados, al sacar fotografías, a levantar el ánimo y a cambiar el clima de la sala”, expresó.

La reflexología consiste en un masaje focalizado en los pies, donde se tocan todos los puntos reflejos que corresponden a diferentes partes del cuerpo. Esto permite evitar molestias al paciente que se encuentra en la cama, ya que el masaje se aplica directamente en la planta del pie. A través de esta técnica, se logra una relajación general, disminuyendo la hinchazón en los pies y proporcionando una serie de beneficios.
“No lo hacemos nosotros los voluntarios como antes como cuando arranque éramos mi hija yo y una reflexóloga, sino que ahora trabajamos con profesionales, son todos reflexiones que se han ido a la escuela de reflexología”, aclaró la entrevistada.

El arte, por otro lado, se ha integrado de manera ingeniosa en el proceso terapéutico. Comentó: “Por un brazo entra la medicación oncológica por el otro brazo realizan una obra de arte que los hace trasladarse a donde ellos quieren estar, por eso se llama Donde Quiero Estar, porque una paciente pintó las sierras de Córdoba, porque se quería ir a Córdoba”.

Cómo la fundación transformó la adversidad en apoyo

La idea inicial de la Fundación era que los familiares aprendieran y aplicaran esas habilidades en sus propios hogares. De esta manera, el familiar se llevaba consigo una herramienta realmente positiva, ya que les brindaba la sensación de ser útiles. “Yo durante dos años le hice masajes a mi hijo, me conectaba por los pies, mi hijo tenía un tumor cerebral, estaba en coma, pero yo al tocarle los pies y hacer todo ese ritual de ponerle su crema, el aroma, sentía que me conectaba con él”, recordó.

Sobre la recepción inicial de los profesionales en los primeros hospitales, Victoria Viel compartió una historia de desafíos y superación. Victoria destaca la complejidad que enfrentó en la primera sala de quimioterapia, donde al principio fue recibida con amabilidad.

Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, surgió un conflicto en el quinto piso del Hospital de Clínicas. Expuso que “las enfermeras se dieron cuenta que lo que ellas recibían de halagos, de premios, de aplausos, los empezábamos a recibir mi hija que era la profesora de arte y nuestros voluntarios, entonces ellas estábamos siguiendo sus propias susceptibilidades”.

Afortunadamente, las puertas se abrieron en oncología clínica, abarcando tanto pacientes masculinos como femeninos y todos los tipos de cáncer..A lo largo del tiempo, la metodología se expandió a áreas como hemodiálisis y pediatría. Sin embargo, después de una década de estar presente en un hospital, el director de la institución extendió una invitación especial a Victoria. La propuesta consistía en crear una fundación y llevar esta innovadora metodología a diversos hospitales.

“Yo estaba buscando a mi propio hijo en los pies de otras personas y esas personas me sanaron a mí, me abrazaban, me compartieron su propia comida fue realmente tan sanador que me hizo tanto bien, que no me di cuenta, era una alegría enorme”, expresó.

Sobre esto, planteó: “Dicen que las personas que han sufrido mucho son las personas ideales para después poder ayudar. Yo recibí mucha ayuda, del colegio, de los papás, de los directores del colegio se armó en mi casa lo mismo que yo estoy haciendo ahora, la directora me enseñó a trabajar de esta manera, en equipos”.

“Me invitaba cuatro chicas y cuatro compañeros de Santiago a tocar la guitarra, a mirar fútbol en mi casa, ayudarme con mi hijo para que yo pueda tener un ratito para ducharme para ir al dentista para continuar con mi vida, porque esto duró dos años entonces yo ya lo aprendí con Santiago y ahora todo es mucho más lindo y es mucho mejor porque yo ya estoy preparada”, concluyó.

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