
Analía Reyno, de la Red de Madres Pubertad Precoz informó sobre la enfermedad endocrinológica que afecta a niños y niñas desde la primera infancia hasta los 10 años. Por una anomalía glandular, provoca el desarrollo temprano, afectandofísica y psicológicamente quienes la padecen.
Por Soledad Martínez
Analía Reyno, integrante de la Red de Madres Pubertad Precoz explicó de qué se trata la enfermedad endocrinológica que afecta a las infancias desde muy pequeños y que provoca el desarrollo prematuro ocasionando problemas físicos y psicológico.
Según detalló la mujer “se ven afectadas las glándulas y el profesional tratante tiene que ser un endocrinólogo infantil” y que la afección ocurre debido a que, por diferentes causas, se presentan “los síntomas de la pubertad que debería suceder en la adolescencia antes de los 11 años”.
Reyno además señaló que “cuando te hablo de niños pequeñitos, te hablo desde bebés hasta niños y niñas de menos de 10 años”. La detección temprana de la enfermedad permite controlar el desorden glandular y que el niño o niña que presenta la enfermad pueda continuar su niñez, adolescencia y adultez de manera sana y plena.
Los primeros señales en caso de varones son: vello púbico y axilar, crecimiento de los testículos y del pene, vello facial, a menudo primero en el labio superior, crecimiento muscular y cambios en la voz.En tanto en niñas, se presenta el anticipado crecimiento de los senos y primer período menstrual a muy temprana edad, vello púbico o en las axilas, crecimiento acelerado,acné, olor corporal de adulto.
La enfermedad ocurre por “una falla en lo que sería el eje hipotálamo hipófisis gonadal, un espacio está en el cerebro y en el que se encuentra la glándula madre que le ordena el resto de las glándulas que se desarrollen, que funcionen, que trabajen de determinada manera en determinado momento biológico”, expuso Reyno.
Pero en la pubertad precoz, “se produce una falla” y esa orden se emite mucho antes de tiempo acorde a la edad. Una vez que inicia el crecimiento se da de forma acelerada y esa debería ser el primer llamado de atención.
Consecuencias y tratamiento
La irrupción de la pubertad precoz “le indica” al cerebro que ese proceso de crecimiento debe detenerse y al suceder de manera temprana, quienes padecen la afección y no son tratados tendrán un talla menor que la que tendrían por su propia genética porque los huesos detienen su crecimiento.
“Pueden tener problemas reproductivos de infertilidad, de tiroides, de otras glándulas, en los huesos por una descalcificación temprana, quizás también menopausias o andropausias tempranas”, amplió Reyno.
Las consecuencias de la enfermedad no son solo físicas sino que afectan emocionalmente a las infancias que la padecen. “Lo habitual es desarrollarse en cuarto quinto grado, no en preescolar ni en primer grado. Entonces, estos chicos se sienten diferentes y pueden padecer bullying por parte de sus compañeros”, señaló Reyno.
Esta situación puede incluso, llevar a los niños y niñas a caer en depresiones. En este contexto, Analía puso énfasis en que si en etapas de cambios físicos y emocionales un adolescente “se siente mal”, eso trasladado a un niño genera graves consecuencias.
En tanto, la mujer explicó que “el tratamiento lo que hace es pausar toda esta velocidad que no debe darse para que continúe el desarrollo normalmente, en el espacio prudencial de tiempo que debe darse. Esa montaña rusa se va a pausar en el escalón al que ha llegado, no es que volvemos para atrás”.
La incidencia de la pandemia
En los últimos años los casos de pubertad precoz se han incrementado y según reveló Reyno, la pandemia fue uno de los detonantes. “A partir del encierro se llegó a la conclusión de que el sedentarismo, cambios en las horas de sueño, ya que muchas hormonas trabajan en determinadas horas del día, y al descompaginar la forma de vida por el encierro que hubo en todo el mundo, más el sedentarismo, el estrés, la luminosidad de las pantallas, la mala forma de comer”, se cree que fueron factores de este aumento.
Frente a este escenario, la mujer remarcó la necesidad de capacitar a los pediatras para que detecten a tiempo la enfermedad. Analía conoció esta afección a través de su hija que a los 7 años tuvo los primeros síntomas, olor corporal no acorde a su edad, pero cuando se lo comentó a la profesional en un control, esta le respondió que era “normal.
Fue un año después que otra pediatra advirtió otros síntomas y que se trataba de pubertad precoz. “Es importante difundir y también concientizar a los profesionales de la salud de todas las especialidades, como a los docentes y equipos técnicos médicos que traten con niños”, pidió la mujer.
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