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Buscan biocontroladores para mejorar la calidad de las pasas de uva

Un proyecto para mejorar la calidad de las pasas de uva.
Un proyecto para mejorar la calidad de las pasas de uva.

Un proyecto del CONICET apunta a reducir pérdidas y fortalecer la economía regional mediante productos biotecnológicos más saludables.

Por Florencia Belén Mogno

Argentina ocupa el octavo lugar mundial en producción de pasas de uva, con San Juan como provincia líder y principal exportadora. Solo en 2024, el país exportó 43.515 toneladas, un 70 por ciento más que el año anterior.

Sin embargo, los productores enfrentan un obstáculo recurrente: los estrictos controles internacionales sobre la presencia de ocratoxinas, compuestos tóxicos generados por ciertos hongos que, de superar los límites establecidos, pueden provocar el rechazo total de la mercadería.

El impacto económico de estos descartes no es menor. La pérdida de contenedores enteros por contaminación significa costos adicionales y menor competitividad frente a países productores que ya implementan estrategias de biocontrol.

En ese contexto, el desarrollo de soluciones locales que reemplacen o complementen a los fungicidas químicos —caros y con efectos adversos para la salud y el ambiente— se vuelve estratégico para la región cuyana y para el comercio exterior argentino.

En ese sentido y en vinculación con la información a la que tuvo la oportunidad de acceder Diario NCO, un equipo del CONICET trabaja en la identificación de levaduras nativas capaces de inhibir el crecimiento de hongos productores de ocratoxinas en conjunto con la Universidad Nacional de San Juan.

Detalles de la investigación

El proyecto, dirigido por la investigadora María Cristina Nally en el Instituto de Biotecnología (IBT-UNSJ), apunta a desarrollar un bioinsumo que garantice la inocuidad de las pasas y aumente el volumen exportable.

“San Juan es la principal provincia productora y exportadora de pasas de uva. El principal destino es Brasil, seguido por Estados Unidos y Colombia”, explicó Nally en el reporte facilitado a este medio.

En esa linea, la investigadora aclaró en el informe que “los exportadores enfrentan constantemente trabas comerciales debido a la presencia de ocratoxinas, que son cancerígenas y nocivas para los riñones. Por eso, lograr un biofungicida sería un avance enorme para la industria”.

Desarrollo del estudio

La investigadora destacó que su grupo ya cuenta con experiencia en biocontrol de hongos en cultivos como pistacho, cebolla, lechuga y uva de mesa. “La efectividad de estas levaduras sugirió la posibilidad de aplicarlas también en pasas de uva”.

En sintonía con lo planteado anteriormente, la profesional detalló en el material brindado a NCO que “hoy estamos llevando a cabo ensayos de antagonismo in vitro e in vivo con cepas aisladas en San Juan”.

Además del respaldo académico y empresarial, el proyecto fue seleccionado para financiamiento por parte del Fondo Fiduciario Pérez Guerrero para la Cooperación Sur-Sur de Naciones Unidas, lo que permitirá fortalecer la investigación con colaboración internacional.

De avanzar en la validación y registro de biofungicidas basados en levaduras, Argentina podría contar con una herramienta inédita en el mercado local. “Esperamos obtener uno o varios productos biológicos que mejoren la calidad de las pasas y fortalezcan la economía regional a través de alimentos más saludables”, concluyó Nally.

Análisis general

La producción agrícola argentina enfrenta desafíos crecientes en un mercado global cada vez más exigente en materia de calidad y seguridad alimentaria. Cultivos de alto valor, como las pasas de uva, deben cumplir con estándares internacionales que buscan proteger la salud del consumidor.

Frente a esta realidad, los biocontroladores emergen como una alternativa estratégica frente al uso intensivo de fungicidas químicos. Estos productos biotecnológicos, basados en microorganismos naturales como levaduras, permiten inhibir el crecimiento de hongos nocivos sin generar riesgos para la salud humana ni impactos ambientales negativos.

Además, la articulación entre centros de investigación, universidades y productores locales resulta clave para la transferencia tecnológica y la adopción efectiva de estas soluciones. La validación de bioinsumos en condiciones controladas y su posterior aplicación en cultivos reales permiten no solo proteger la mercadería exportable, sino también fortalecer la economía regional y abrir oportunidades de comercio internacional más competitivo.

Fuente fotografías: CONICET.

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