

Aunque es menos frecuente que otros tumores de piel, el melanoma es el más letal. Proyectan que los casos aumentarán más del 50% en los próximos 20 años.
Por Maira Palavecino
maipalinfo@gmail.com
En Argentina, las cifras encienden alertas sanitarias y confirman la necesidad de campañas de detección precoz. El uso de protección solar y el control médico regular son clave para frenar su impacto. Los especialistas advierten que la prevención debe volverse un hábito diario, no estacional.
En los últimos años, la incidencia del melanoma viene creciendo de manera sostenida tanto en Argentina como en el resto del mundo. A diferencia de otros tipos de cáncer de piel, este se caracteriza por su agresividad y capacidad de expandirse a otros órganos si no se detecta a tiempo. A pesar de representar apenas el 1% de los tumores cutáneos, es responsable de la mayoría de las muertes por cáncer de piel.
Según datos de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), se estima que para 2040 habrá más de 500.000 nuevos casos de melanoma a nivel global.
En Argentina, la proyección para 2045 indica que los casos superarán los 2.400, lo que representaría un aumento mayor al 50% respecto de las cifras actuales. Durante 2024, se registraron más de 1.600 diagnósticos.
En relación a lo mencionado anteriormente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica al país dentro de la categoría de incidencia media-alta de cáncer en general, con una tasa de 210,7 casos por cada 100.000 habitantes.
En ese sentido, este panorama exige una respuesta sanitaria articulada, tanto desde el sistema de salud como desde la ciudadanía. La detección temprana y los controles periódicos resultan vitales para mejorar el pronóstico de la enfermedad.
El melanoma se origina en los melanocitos, las células que producen melanina, el pigmento que le da color a la piel. Puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, incluso en zonas no expuestas al sol. En muchos casos se desarrolla a partir de un lunar, pero también puede surgir sobre piel sana. Su detección suele depender de cambios visibles en la piel, aunque a veces evoluciona sin síntomas evidentes.
La exposición prolongada a la radiación ultravioleta (UV), proveniente del sol o de camas solares, es el principal factor de riesgo. Otras variables como tener piel clara, antecedentes familiares, un sistema inmunitario debilitado o la presencia de lunares atípicos también incrementan la vulnerabilidad. Aunque no todos los factores se pueden evitar, conocerlos permite adoptar hábitos más conscientes.
Uno de los métodos más efectivos para identificar lunares sospechosos es la regla del ABCDE: asimetría, bordes irregulares, color desigual, diámetro mayor a 6 milímetros y evolución. Cualquier cambio en estas características debe ser motivo de consulta médica. La clave está en no minimizar alteraciones que, a simple vista, pueden parecer inofensivas.
Los dermatólogos advierten que el autoexamen regular es fundamental, pero no reemplaza el control profesional. Revisar la piel cada mes, con ayuda de un espejo, puede ayudar a detectar lesiones nuevas o cambios en lunares existentes. Zonas como el cuero cabelludo, la planta de los pies o la espalda suelen ser olvidadas y requieren atención especial.
A pesar del aumento de casos, el melanoma es altamente tratable si se detecta en estadios iniciales. Las tasas de supervivencia superan el 90% en casos diagnosticados a tiempo. Por eso, más allá de los tratamientos disponibles, el foco debe estar puesto en la prevención y en generar conciencia sobre el cuidado de la piel durante todo el año.
Las campañas suelen intensificarse en verano, cuando crece la exposición solar, pero el uso de protector solar y la ropa adecuada debería sostenerse también en invierno. Los rayos UVA atraviesan las nubes y continúan dañando la piel incluso en días nublados o frescos. No se trata de una cuestión estética, sino de salud pública.
En niños y adolescentes, el riesgo es aún mayor debido a la fragilidad de su piel. Evitar la exposición directa al sol en menores de un año y fomentar el uso de protección desde edades tempranas son prácticas fundamentales. También lo es limitar el uso de camas solares, especialmente entre jóvenes, que muchas veces desconocen los riesgos asociados.
Gabriela Bugarin, directora médica de Oncología en MSD Argentina, subrayó: “El melanoma se puede prevenir y, si se detecta a tiempo, también se puede tratar. Acciones simples como el auto chequeo, protegerse del sol y consultar a un médico ante cualquier duda pueden marcar una gran diferencia”. Su mensaje refuerza una idea básica: la salud de la piel no debe dejarse librada al azar.
El aumento de casos proyectado no es una sentencia inevitable, sino una alerta. Frente a un cáncer tan silencioso como letal, la información, la educación sanitaria y el acceso a controles dermatológicos deben ser pilares de una política de salud seria y sostenida. Cada lunar que se observa a tiempo puede representar una vida salvada.
Fuente: MSD
Foto: lugoneseditorial.com.ar
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