Número de edición 8481
Cultura

Poemas de Rolando Revagliatti de su libro ‘Viene junto con’.

Poemas de Rolando Revagliatti de su libro ‘Viene junto con’.

Ángel Brichs en Literatura Dart a propósito de la poética de Rolando Revagliatti:

El sustrato hiperbólico que imprime Revagliatti en su altisonante lírica, tiende un puente de apertura en el umbral de una poesía mediática vacunada, a menudo, con reivindicaciones a tópicos pasados y nuevos, donde el poeta siempre busca (en un lenguaje ampuloso y profundamente retórico) la razón de su existencia.

Como muchos poetas de su generación, Revagliatti es producto de una época en la que la poesía era objeto de estudio en sí misma, donde los versos florecían en el llanto amargo de conflictos armados y sombras de dictadores andinos, buscando en una estética narcisístico surrealista el beatus ille (lugar idílico), huyendo del existencialismo y realismo de sus antecesores para sumirse en una variedad de estilos sujetos, asidos en su mayoría al criterio unívoco del autor, y los cuales (en su forma y contenido) formaron gran parte de la poesía novísima española y latinoamericana hasta finales del milenio pasado. Poesía que se ha visto transformada (en la actualidad) en una simbiosis cargada de realismo y de vanguardias vintage (como el concretismo y el dadaísmo), muy lejanas a esa corriente estilística que sumió a la literatura en ese nuevo género, ahora ya trasnochado y caduco, que, influenciado en gran parte por los canales de masas propios de nuestra época (el cine y la televisión) desde el mundo anglófono se bautizara como New Age.

 Comentario bibliográfico sobre el libro ‘Viene junto con’, de Rolando Revagliatti, publicado en el n° 1, marzo 2014, de la revista ‘Continuación’, de la ciudad de Santa Rosa, La Pampa, firmado por I. C.

El poema es un largo corredor de habitaciones sucesivas, paredes de celofán, espejos cóncavos y convexos y escaleras que no dan a ningún sitio. Un recorrido exasperado y desesperado, angustioso y exultante, repleto de retratos negros, flores decapitadas y ventanas ambiguas. Duele y deslumbra transitarlo pisando el almanaque de la vida que se deshoja a cada página; retratos de la breve y mezquina historia de una generación que me corresponde.

El poeta no se detiene. Escupe en el vidrio de su propio retrato, muerde la mano propia que lo sostiene, descuelga cuadros de la memoria, exhuma cadáveres pintorescos y se burla despiadadamente de la vida y de la muerte.

Valió la pena el sopapo en la mejilla, la cicatriz en la memoria y la cadena que quedó sujetando mi aliento. Valió la pena morirme un poco para resucitar. Siempre.

 Poemas de Rolando Revagliatti de su libro ‘Viene junto con’.

 En algo hay que creer

 ¿En transpirar la camiseta?

¿En la insobornabilidad de mis delegados?

¿En un lecho clásico, de rosas?

¿En los ajustes de cuentas?

¿En el más acá?

¿En la supremacía de los recalcitrantes?

¿En los valores perdurables?

¿En lo que subyace, en lo que subsume?

¿En el expansionismo?

¿En lo que
viene-junto-con?


Yo sí que tengo algo grosso con la noche

  La noche me encima

me compele

la noche me vigila

¿Qué atribuyo a esa vigilancia?

¿Y qué vulnera?

¿Consigue vulnerar por un reclamo ínsito?

¿Dónde se formaliza el reclamo?

¿Es firmado e impartido por quién?

¿Hay un sello?

Está sellada

mi vigilancia

del vigilante.


Ninguneo

“No habrá ninguna igual, no habrá ninguna,

                     ninguna con tu piel ni con tu voz”
 Homero Manzi

 No habrá ninguneo igual, no habrá ninguneo

ninguneo con mi piel ni con mi voz

Y hasta donde se sabe

este aire tanguero me lo banca

en su indolencia

la testaferro del encono.


Soporte

Inevitablemente

me mantuve cerca

cuando

inevitablemente

te dejaba sin mí

haciendo lo tuyo

compartiendo conmigo

los alcances disímiles

de tus

repercusiones

Al sórdido que complacías en mí

o al que

en sesgo tangencial

desnaturalizabas

o al que

aniquilándome

exponías

no hubieras podido sustraerte

 

Te dejé sin mí

con mi emputecida

compañía:

ausente, si padre

burócrata, si marido

odioso, si hermano

Apéndice

soportaste

que yo fuera tu soporte

continental.


Adiós al amigo

                            (23.8.2004 en “La Anguila Lánguida”)

Nos estamos despidiendo

probablemente

para siempre

 

Tuve el gusto de haberte conocido

y el disgusto de haberte conocido

tanto.


¿Por qué maté?

¿Por qué maté a la araña?

Yo recogía hojas

de sauce

en la terraza

y las introducía

(¿por qué maté a la araña?)

en una bolsa

plástica

¿Por qué maté a la araña

—agachado—

en esa fresca y soleada

mañana de sábado?

Maté sin pensar, sin respaldar

mi intrascendente pisotón

¿Por qué maté a la araña?

¿Por qué incluí a un caracolito

en la bolsa plástica

sin destinarle

una mirada responsable?

¿No era que yo amaba

a los

caracolitos?

¿Por qué

si esa mañana

fresca

de otoño

yo andaba optimista

chispeante

maté

a la araña?

¿Qué bicho me picó?

¿Por qué diantres maté

a la minúscula araña

que ni araña sería

ya que lucía (creo)

alillas transparentes

pero eso sí (creo)

largas patas

las que configuraron

en el fogonazo

del instante

a esa araña

que aplastó

mi aborrecible

derecha

zapatilla?

 


Angurria

De mi menú de pecados

angurria

tú eres quien mejor me humilla

 

(Reúnense

en este presto “humilla”

los eficientes matones Mortifica

Entristece & Liquida)

 

Angurria, tú, la más peor de todas para mí

desde antes todavía de tragar

de esta tarta de coco

un último bocado.


Espectador

Con indolencia subtitularon

Es todo lo que tengo

en lugar del literal

Es todo lo que me ha quedado

y me he quedado

subtitulado

con lo que tengo.


Borde

Con la que inexorablemente

arreará con nosotros

me topé muchas veces

espantándonos

siempre

en un borde.

**

“Esplín en el corazón”

              “en lo mejor de mi vida

         dejándome el alma herida

               y esplín en el corazón”

                       Pascual Contursi

En lo mejor de mi vida

anímica

intelectual

sentimental

el alma herida

Despiadada me da la luz en las pizzerías

piadosa me da la luz en el cabaret

bondadoso se deja paladear el budín de espinacas

hanse desterrados de mi boca los incomparables cubanitos

Tal la tangibilidad de la decadencia

la recia

la cómica

La iluminación de las pizzerías me despoja

y me provee la del cabaret

En lo mejor de mi vida

el alma herida.

EPÍLOGO de Marcos Silber (nacido el 4 de agosto de 1934 y fallecido el 23 de mayo de 2021) para el poemario, inédito en soporte papel, titulado VIENE JUNTO CON de Rolando Revagliatti.

“Condensación del Sentido”

Si la palabra poética es palabra de violencia contra la palabra establecida, entonces, la de Revagliatti acude con títulos más que habilitantes a la escena de la POESÍA, a la que accede por la puerta ancha. Leo y siento. Acuso recibo de una de las máximas virtudes: me inquieta. Leo y oigo: color, luz, ritmo que me remite —Dios sabe cómo— al RAP. Y de la mejor manera. El trámite sonoro que asiste con logro creativo superando los riesgos de la “tentación ingeniosa”. Juego de palabras-siempre-sobre sólidos discernimientos. Musicalidad caprichosa de melodías que atrapan y cursan por ríos de excitante y gozoso fluir. Valentía de rupturas no como acrobacia exhibicionista sino como propuesta de responsable invención. Opera sobre los vocablos con solvencia alquimista. Digo que los toma, los domina, los puede. El toque irónico, la referencia social, el dato histórico, la suerte de la especie como objetivo superior de la

preocupación generadora. Destacable la frase acuñada de lo cotidiano anecdótico manejado con lenguaje “callejero”. Se interroga y se responde con enumeración en cascada. El lunfardo —hábilmente dosificado— asoma oportuno, enriqueciendo la construcción formal y la esencia de lo conceptual. Lejos —felizmente— de tediosas     transcripciones literarias del pensamiento o de la emoción, es una poética de condensación del sentido. Lejos también de toda señalización docente y pontificante.

El trabajo de R.R. ratifica aquello de que la poesía se define más por la lejanía que por las certezas. Nada le dicta consignas a esta obra. Como en todo arte que se respeta, la forma se libera, emana aires emancipadores contra esquemas de asfixia o normativas carcelarias. Se ve genuino, auténtico, creíble. En cuanto a la orientación central y final del texto, nada permite dudar de que se trata de una apuesta ligada a la vida, a la aventura de la gente, a lo más trascendente de la humana condición. Bienvenido el despropósito, la “desprolijidad” de la actitud que abre, que ilumina, que sacude, que llama a la puerta racional y emocional del salón de la revelación.

Bienvenido lo contestatario, lo rebelde, lo insurrecto que dona originalidad, y dona una otra flamante mirada: la representación del mundo de un nuevo modo, único, singular.

Marcos Silber

Mayo 2010

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