Josefa Rodríguez Álvarez : Los Palabristas de Hoy y de Siempre
Por: Mónica Caruso. Tapiales
E-mail: monicaacaruso@hotmail.com
Estimados lectores:
Gracias por acompañarnos nuevamente con su lectura a través de NCO desde un sector de Los Palabristas de hoy y de siempre. Revista literaria que fundé y dirijo desde el año 2001. La reseña biográfica de la semana es sobre Josefa Rodríguez Álvarez, conocida como Josefina Aldecoa (La Robla, León, 8 de marzo de 1926 – Mazcuerras, Cantabria, 16 de marzo de 2011), fue una escritora y pedagoga española, directora del Colegio Estilo.
Estuvo casada con el escritor Ignacio Aldecoa (su madre y su abuela eran maestras que participaban de la ideología de la Institución Libre de Enseñanza, institución que nació a finales del siglo XIX con idea de renovar la educación en España), vivió en León, donde formó parte de un grupo literario que produjo la revista de poesía Espadaña. Se traslada a Madrid en 1944, donde estudió Filosofía y Letras y se doctoró en Pedagogía, por la Universidad de Madrid, sobre la relación infantil con el arte, tesis que luego publicaría con el título El arte del niño (1960).
Durante sus años de estudio en la facultad entró en contacto con parte de un grupo de escritores que luego iban a formar parte de la Generación del 50: Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio, Alfonso Sastre, Jesús Fernández Santos e Ignacio Aldecoa, con quien se casó en 1952 y del que tomó su apellido -pero sólo después de su enviudamiento en 1969, dejando la R. de Rodríguez (Josefina R. Aldecoa)- y con el que ha tenido una hija, Susana. Tradujo para la Revista Española, dirigida por Ignacio Aldecoa, Rafael Sánchez erte en 1969, su apellido para su carrera literaria. Ferlosio y Alfonso Sastre, el primer cuento publicado en España de Truman Capote. En 1959 fundó en Madrid el Colegio Estilo, la que fue para ella su gran obra , situado en la zona de El Viso, inspirándose en las ideas vertidas en su tesis de pedagogía, en los colegios que había visto en Inglaterra y Estados Unidos y en las ideas educativas del Krausismo, base ideológica de la Institución Libre de Enseñanza: “Quería algo muy humanista, dando mucha importancia a la literatura, las letras, el arte; un colegio que fuera muy refinado culturalmente, muy libre y que no se hablara de religión, cosas que entonces eran impensables en la mayor parte de los centros del país”, y publicó en 1961 la colección de cuentos A ninguna parte.
En Los niños de la guerra (1983) hizo una crónica de su generación ilustrada por semblanzas, biografías y comentarios literarios sobre diez narradores surgidos en los años 50.
En 1969 murió su marido y permaneció 10 años en los que abandonó la escritura dedicándose a la docencia, hasta que en 1981 publicó una edición crítica de una selección de cuentos de Ignacio Aldecoa. Continuó su actividad literaria con novelas como Los niños de la guerra (1983), La enredadera (1984), Porque éramos jóvenes (1986) o El vergel (1988). En 1990 inició una trilogía de contenido autobiográfico con la novela Historia de una maestra (1990), Mujeres de negro (1994) y La fuerza del destino (1997), parcialmente en respuesta al discurso político durante los años posteriores a la dictadura acerca de cómo reconstruir el sistema educativo, al que no consideraba lo suficientemente laico.
En 1998 escribió el ensayo Confesiones de una abuela, en el que abordaba la relación y experiencias vividas con su nieto. En 2000 publicó Fiebre, una antología de cuentos escritos entre 1950 y 1990, y en 2002 El enigma, novela de temática amorosa. En 2003 obtuvo el Premio Castilla y León de las Letras. En ese mismo año publicó En la distancia, sus memorias. En esta no sólo reconstruye sus recuerdos, sino también el de una generación perdida de intelectuales y escritores españoles de la Guerra Civil y la Posguerra: Ignacio Aldecoa, Luis Martín-Santos, Juan Benet, Jesús Fernández Santos, Rafael Sánchez Ferlosio y Carmen Martín Gaite. También nos recuerda cómo llegó a ser escritora por accidente, mediante un encargo editorial, de lo que no se arrepiente. Lo mismo que de sus viajes al extranjero, que le permitieron sobrevivir al mundo cerrado y viciado del primer franquismo.
En 2005 publicó La casa gris, una obra que escribió cuando tenía 24 años en la que narra, en forma de novela protagonizada por Teresa, su vida en Londres reflejando la diferencia de España y Europa en los años 50.
En 2008 publicó Hermanas, su última novela. Falleció el 16 de marzo de 2011 en Mazcuerras, Cantabria, a causa de una insuficiencia respiratoria.
Obras
El arte del niño (1960)
A ninguna parte (1961)
Los niños de la guerra (1983)
La enredadera (1984)
Porque éramos jóvenes (1986)
El vergel (1988)
Cuento para Susana (1988)
Historia de una maestra (1990)
Mujeres de negro (1994)
Ignacio Aldecoa en su paraíso (1996) Espejismos (1996), cuento en Madres e hijas. Laura Freixas (Ed.)
La fuerza del destino (1997)
Confesiones de una abuela (1998)
Pinko y su perro (1998) El mejor (1998), cuento en Cuentos de fútbol II. Jorge Valdano (Ed.)
La rebelión (1999), cuento en Mujeres al alba.
El desafío (2000), cuento en Cuentos solidarios 2.
Fiebre (2001)
La educación de nuestros hijos (2001)
El enigma (2002)
En la distancia (2004)
La Casa Gris (2005)
Hermanas (2008)
Madrid, Otoño, Sábado (2012)
Fuente: Wikipedia
Mujeres de negro (fragmento) Josefina Aldecoa ” Sergio se quedó mudo. Yo permanecí sentada, incapaz de moverme. Ella sí fue capaz de actuar. Nos amenazó con la mano enguantada y avanzó hacia nosotros. Yo esperé un ataque físico, pero no nos tocó. Me pareció más alta, más grande que en su casa. Llevaba un traje negro con el cuello de piel. Sus tacones finísimos la hacían más esbelta. Era joven, pero su rostro crispado había envejecido repentinamente. De sus labios surgieron palabras que me golpearon con fuerza inusitada. «Era verdad», gritó. «Nunca lo hubiera esperado de ti.» Se dirigió a mí en un principio como si no viera a su hijo o como si le considerara víctima de mi perversión. Luego habló en plural: «Estáis locos… No tenéis vergüenza… No pensáis en las consecuencias de vuestros actos. Sois basura…» Sergio permanecía paralizado. No intentaba calmar a su madre y tampoco trató de acercarse a mí, de hacer el menor gesto de protección o ayuda. De pronto reaccioné. Recogí la gabardina y me fui hacia la puerta, que seguía abierta. No la cerré. Escaleras abajo seguía oyendo el tono agrio de la madre ofendida, recriminando a Sergio. Aquella noche no pude dormir. Como una pesadilla, la escena del estudio volvía a repetirse una y otra vez en mi imaginación. Trataba de revivir mis impresiones, la sorpresa, el miedo, la humillación y la vergüenza. Y la certidumbre irreparable de la cobardía de Sergio. La tortura del insomnio me acompañó hasta el amanecer. Esperaba la llegada del día como una salvación. Pero ¿qué esperaba? Nada que pudiera hacer retroceder el tiempo hasta un momento antes de la irrupción de la madre de Sergio en nuestra intimidad. Nada ante la sorprendente conducta de Sergio. Nada después de las palabras pronunciadas y de las que no se pronunciaron. Reconstruí el instante en que decidí desaparecer. Fue una decisión urgente y perfectamente lúcida. Como un relámpago me había deslumbrado la claridad inevitable de un final. Nunca jamás, me repetía. Es el final y para siempre. ”
Queridos lectores, espero que les haya gustado este pequeño vuelo literario.
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Que tengan un excelente inicio de semana. Hasta el próximo lunes.