Número de edición : 8904

Cultura

Gabriel Rolón: Charla sobre su libro

Gabriel Rolón: El escritor y psicoanalista Gabriel Rolón pasó por Mar del Plata, y brindó una charla sobre la versión aumentada y definitiva de su libro “Encuentros. El lado B del amor”.

Por Alfredo Ves Losada

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Gabriel Rolón: Para Rolón, la convocatoria –y por qué no también las cifras de venta de este ensayo lanzado en 2012 y reeditado a mediados de 2016–, tienen que ver, como explicó a Télam, “con que hay dos cuestiones para las cuales el ser humano no tiene ninguna respuesta: el amor y la muerte”.

Gabriel Rolón: La vacaciones, opinó, aportan su propio embrujo seductor a la hora de hablar de amor: “Es un tiempo especial. Muchas parejas vuelven de las vacaciones y se separan”.

Télam: ¿Por qué hay 300 mil personas interesadas en un libro que plantea básicamente preguntas sobre el amor y no respuestas contundentes?
Gabriel Rolón: Creo que por la complejidad del tema. Nadie sabe sobre amor; nadie sabe sobre muerte. Todos intentamos respuestas que nos calmen, que tengan que ver con lo que sentimos. Pero ninguno puede decir a ciencia cierta cómo se hace para que disfrute una mujer, cómo se hace para sostener un amor, de qué se enamora un hombre, qué hay más allá de la muerte. Tenemos teorías, pero nadie lo sabe. Creo que la gente se interesa porque, si bien yo no busco la identificación del lector, trabajo con temáticas que a todos nos pasan. Y el amor es tal vez la más fuerte. La cultura, la dramaturgia, la música, todo está lleno de amor, de Beethoven a Shakespeare.

T.: ¿Es complejo escribir, y sobre todo reescribir, un ensayo que no busca una respuesta más que por aproximación?
G.R: Me parece que justamente el desafío no es encontrar una respuesta sino ir abriendo nuevas puertas. De hecho, eso es lo que hace el psicoanálisis. Y yo cuando escribo, escribo pensando como psicoanalista porque es lo que soy. Cuando algún lector me dice que mi libro es como la Biblia, porque encontró todas las respuestas, yo no me siento bien, como sí me pasa cuando alguien me dice que lo dejé dando vueltas.

T: ¿Las vacaciones son un momento de replanteo necesario?
G.R: Obligan a la introspección. Como sucede con ciertas fechas. Invitan a que alguien mire hacia adentro, y se haga preguntas: ¿logré lo que quería?, ¿qué cosas tengo?, ¿qué cosas perdí? Por eso pienso que es interesante no esperar a esas fechas y tener una mirada introspectiva todas las veces que uno pueda, porque sino podés caer en la cuenta de que hace un montón de tiempo que estás haciendo algo que no tiene que ver con lo que vos querés; que te alejaste de lo que deseabas. Cuando eso pasa y vos hacés una introspección por año, es muy probable que te angusties.

T: ¿Se potencia esa introspección al alejarse de la rutina?
G.R: Si las diez horas que usás para trabajar las tenés para vos, necesariamente vas a pensar cosas diferentes. Vas a mirar el mar y decir “qué lindo es esto”. Pero a los tres días de estar así, vas a empezar a preguntarte por vos. El mar va a seguir igual de bello, pero pasado el primer impacto, empezás a pensar, a preguntarte por qué estás tan lejos si esto es lo que te gusta, por qué tengo que vivir de otro modo once meses y medio para disfrutar quince días, qué puedo hacer para disfrutar el resto del año. Empiezan a moverse algunas cosas.

T: Si eso pasa uno vuelve de las vacaciones más cansado que antes.
G.R: Pueden ser cosas positivas si uno está dispuesto a no mirarlas con frustración y con angustia, sino con ánimo de cambio. Si el balance es malo, no quiere decir que vos tengas que terminar y romper todo: quiere decir que tenés que cambiar algunas de las maneras en que te estás manejando.

T: ¿Eso incluye cuestiones del amor?
G.R: Muchas parejas vuelven y se separan. Después de un mes juntos, frente a frente, como ese lugar de diálogo no se lo dieron durante todo el año, queda al desnudo que allí no había mucho para construir. Pero eso no es un mal balance si uno se da cuenta a tiempo.

T: ¿Cómo procesa usted la expectativa que genera por ser acaso el psicoanalista de mayor suceso a nivel de conocimiento público?
G.R: Es hermoso, porque no te deja relajar. Esa expectativa que generás en la gente te obliga a estar a la altura.

T: ¿Y cómo lleva el hecho de ser un autor de best seller?
G.R: Ser un best seller quizás te condiciona a la hora de sentarte con la editorial. Vos le decís a la editorial “te voy a dar un libro”, y están esperando un libro que venda 100 mil ejemplares, cuando un libro muy exitoso en la Argentina vende 5.000. Yo por lo menos no escribo nunca de lo que no tengo ganas y no escribo nunca algo en lo que no crea. Trato de sentirme bien con lo que escribo y no comprar todos los sábados el diario para ver si ya rankeó o no. Trato de estar tranquilo. Yo soy el que le dice a su director editorial “no, salgamos con menos ejemplares, relajate; en todo caso reeditás”. Trato es de estar a la altura de lo que la gente espera. Yo tendría que haber entregado mi segunda novela hace dos años, y fui escribiendo otros libros que tenía ganás de escribir y retrasando esa escritura porque sentía que no era mi momento para dedicarme a lo que la novela requiere y lo que el público espera después de la primera, “Los padecientes” (2010). Ahora la estoy escribiendo.

T: ¿Sin plazos?
G.R: Espero terminarla para fin de año. Uno siempre tiene plazos y me imagino que cuando quiere jugar en primera entra a la cancha con presión. El que dice “yo escribo cuando tengo ganas” va a publicar tres libros en su vida. Esto es un trabajo. Te tenés que sentar, y cómo decía Picasso, “que cuando llegue la inspiración me encuentre trabajando”. En lo inmediato, el 27 de abril se estrena la película sobre “Los padecientes”, lo que me tuvo muy ocupado este año. También volveremos con las “Historias de diván”, junto a Cynthia Wila. Además estoy escribiendo una idea sobre una miniserie de televisión, para un formato tipo Fox o Netflix.

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