
Un grupo de alumnos de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora desarrolló Rebel Up, un videojuego ambientado en una Buenos Aires del año 2088 devastada por la contaminación y la tecnología descontrolada.
Por Florencia Belén Mogno
En un contexto donde la educación superior pública enfrenta desafíos de visibilidad y recursos, iniciativas como la de estos estudiantes muestran cómo la formación académica puede generar innovación con sentido social.
En ese sentido y de acuerdo con la información a la que accedió Diario NCO, la propuesta de Rebel Up no se limitó a entretener: buscó transmitir un mensaje sobre la urgencia de cuidar el ambiente y la importancia del upcycling, es decir, la reutilización de materiales para crear otros de mayor valor.
Esta mirada desde el sur bonaerense permitió conectar creatividad, aprendizaje y responsabilidad social, mostrando que la tecnología puede ser un vehículo para la conciencia ambiental.
El proyecto reflejó cómo la universidad pública puede ser un espacio de experimentación y formación integral. Los estudiantes combinaron conocimientos de guion, diseño, programación, sonido y comunicación para crear un producto que no solo enseñó habilidades técnicas, sino que también promovió valores éticos y ambientales.
La construcción de mundos distópicos y el diseño de desafíos en el juego funcionaron como metáforas de los problemas que enfrentan las ciudades contemporáneas y los riesgos de ignorar la sustentabilidad.
Además, la iniciativa evidenció la relevancia de involucrar a los estudiantes en proyectos que trasciendan el aula y dialoguen con la realidad social y territorial. Rebel Up permitió vincular la creatividad con la conciencia ambiental, acercando la educación a problemas concretos que afectan a la comunidad y fomentando la participación activa de los jóvenes en la búsqueda de soluciones.
Del aula al joystick
Los estudiantes de la carrera de Publicidad de la UNLZ desarrollaron Rebel Up en el marco de la materia Diseño Multimedial, coordinada por los docentes Sebastián Violante y Marcelo Ostres.
Cada integrante del equipo aportó desde su área: guion, ilustración, programación, sonido y comunicación, dando lugar a un videojuego de tres niveles ambientados en lugares emblemáticos de Buenos Aires, como la plaza frente a la estación de trenes de Monte Grande, un tren oxidado en Plaza Constitución y un Obelisco semiderruido.
En sintonía, el escrito facilitado a este medio señaló que el jugador asumió el papel de Rebel, acompañado por el robot W4CH1, en la misión de reciclar objetos y transformarlos en herramientas de supervivencia.
Azul Gilli, integrante del equipo, explicó, en el documento difundido, quee buscaban mostrar de manera lúdica las consecuencias de la producción excesiva de basura y del descuido ambiental.
Además, contaron que la intención era combinar creatividad y conciencia ambiental en un juego que reflejara problemáticas reales del territorio, transformando la experiencia digital en un espejo de la vida cotidiana. Destacaron que, además de recorrer ruinas, el juego proponía un recorrido por la memoria de la ciudad y sus desafíos futuros.
El proyecto también mostró cómo la universidad pública puede ser un espacio de innovación con impacto social. La iniciativa permitió que los estudiantes aplicaran lo aprendido en el aula, desarrollaran habilidades técnicas y promovieran valores comunitarios, consolidando la idea de que la formación académica no solo prepara para un empleo, sino que también puede transformar la manera de relacionarse con el entorno.
Un mensaje desde el Conurbano
Rebel Up se convirtió en una herramienta para comunicar, concientizar y vincular a la comunidad con problemas ambientales. La propuesta se presentó como un ejemplo de cómo la tecnología puede utilizarse para advertir sobre los límites del propio desarrollo tecnológico y la importancia de hábitos sostenibles.
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La presentación oficial se realizó en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ y, desde ese momento, el juego estuvo disponible para descarga en las redes del equipo en Instagram, X y TikTok.
Los estudiantes destacaron que, al trasladar el debate ambiental al lenguaje del videojuego, lograron acercarse a quienes habitualmente no participan de conferencias o debates académicos. Rebel Up buscó transformar la educación ambiental en una experiencia interactiva que conectara con jóvenes que estudian, trabajan y viven en barrios donde la contaminación y la basura son realidades cotidianas.
En este sentido, el juego funcionó como un puente entre la creatividad universitaria y la conciencia social, demostrando que la educación pública puede inspirar, crear y cuidar al mismo tiempo.
Finalmente, los creadores señalaron que, aunque el juego no cambiará por sí solo el destino del planeta, sí puede encender la curiosidad y el compromiso de quienes lo jueguen. Como toda iniciativa que nace en el Conurbano bonaerense, Rebel Up llegó con historia, calle y esperanza, consolidando la idea de que la universidad pública sigue siendo un motor de innovación con sentido social.
Fuente fotografías: UNLZ.



