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“Es un ser viviente, una escultura que respira y limpia el ambiente”

Gerardo. “Es un ser viviente, una escultura que respira”.
Gerardo. “Es un ser viviente, una escultura que respira”.

Gerardo Sánchez es escultor y creador del proyecto Alquimia Micelar, desarrolla obras y esculturas hechas con hongos vivos que, a medida que crecen, van tomando una nueva forma. En diálogo con Radio Hexa, contó cómo su arte combina biología, sustentabilidad y experimentación, y denuncia la falta de apoyo institucional a la investigación ambiental.

Por Giuliana Salmonte Siciliano
Gmail: giulianasalmontesiciliano@gmail.com

“Las personas fuera del país me trataron mejor y me dieron más información y acompañamiento que las personas del país”, comenzó diciendo, y marcó el contraste entre su experiencia en el exterior y las dificultades de formarse en Argentina. “Acá hubo gente que me ayudó, pero también otros que te cierran la puerta en la cara”, manifestó el artista, que desde hace años investiga los usos del micelio —la red subterránea del hongo— como material escultórico y agente de biorremediación.

El punto de partida fue la microscopía, de la cuál aprendió sobre este tema gracias a un estadounidense que armó un libro de microscopía para hongos. Luego, se contactó con gente de Perú que hizo una tesis doctoral sobre cómo el pleurotus degrada las colillas de cigarrillos, algo que en el ambiente tarda 15 años y con los hongos se degrada en uno o dos meses.

A partir de esos hallazgos, Sánchez comenzó a experimentar con distintos micelios y sustratos: “Lo que llamamos hongo es el cuerpo fructífero, pero el verdadero organismo es el micelio, lo que está bajo tierra. Con eso podés hacer semillas miceladas, con sustrato que ya está degradando materia orgánica. Todo eso se inicia en ambientes controlados y depende del tipo de hongo que uses, algunos degradan incluso metales pesados, mercurio o cianuro”.

El escultor moldea sus piezas combinando ciencia y arte: “La obra es el emisor de un mensaje. Cuando la montas en un árbol, en el suelo o en el río, se sigue alimentando con lo que encuentra en el ambiente y, al mismo tiempo, va limpiando ese entorno. Es una escultura viviente”.

Además de su valor ecológico, los hongos que utiliza tienen propiedades terapéuticas y son todos comestibles. Por ejemplo, en otros países, la Melena de León se usa para el Alzheimer y el reishi para tratamientos oncológicos.

El recorrido no estuvo exento de obstáculos. “Cuando arranqué con la microscopia, lo hice con un microscopio de juguete. Un bioquímico que vio mi trabajo me regaló uno profesional alemán antiguo. Fue un incentivo enorme para seguir”, recuerda.

Gerardo Sánchez apunta a intervenir la Cuenca Matanza-Riachuelo, una de las zonas más contaminadas del país, aunque no pide plata, necesita del acompañamiento técnico, que el área de Ciencia y Tecnología en La Matanza colabore en los estudios, porque esto involucra a todos.

Alquimia Micelar, un arte que genera vida

El proyecto Alquimia Micelar nació como una experiencia artística y terminó transformándose en una iniciativa social y ambiental. A partir de talleres y cursos que él mismo dicta para solventar el proyecto, Gerardo Sánchez capacitó a familias y emprendedores de distintas provincias para crear sus propios cultivos de hongos comestibles y medicinales.

Hoy, algunos de esos emprendimientos abastecen dietéticas locales y sostienen economías familiares. La propuesta combina creatividad, sustentabilidad y autogestión: un arte vivo que produce alimento, conciencia ecológica y trabajo genuino.

La ciencia está en crisis

La falta de apoyo institucional es una de las principales barreras que enfrentan los proyectos científicos independientes. El escultor denunció la precarización de organismos como el INTA y el CONICET, indispensables para validar y acompañar investigaciones de base ecológica.

Sin equipamiento ni análisis de laboratorio, los avances quedan detenidos en la etapa experimental. La necesidad de colaboración desde la parte de información y no desde el dinero, resume una demanda compartida por la comunidad científica: la urgencia de recuperar el vínculo entre conocimiento y Estado.

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