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Reportar reacciones adversas: la clave para un sistema de salud más seguro

La ANMAT coordina el Sistema Nacional de Farmacovigilancia.
La ANMAT coordina el Sistema Nacional de Farmacovigilancia.

La farmacovigilancia permite detectar riesgos, mejorar tratamientos y fortalecer la confianza en medicamentos y vacunas en Argentina y el mundo.

Por Florencia Belén Mogno

La seguridad de los pacientes constituye uno de los pilares de cualquier sistema de salud moderno. Cada medicamento o vacuna que llega a la población es el resultado de un proceso que comienza en el laboratorio, atraviesa estudios clínicos rigurosos y culmina en su aprobación para el uso masivo. Sin embargo, la garantía de seguridad no termina allí: debe mantenerse activa durante toda la vida útil del producto.

En ese sentido, el concepto de farmacovigilancia ocupa un lugar central. Se trata de un sistema que permite monitorear de forma continua la eficacia y los posibles efectos adversos de los tratamientos, complementando los controles de laboratorio con la experiencia real de pacientes y profesionales.

La vigilancia posterior a la comercialización es tan importante como el desarrollo inicial, ya que las reacciones adversas pueden aparecer una vez que el medicamento se utiliza en poblaciones más amplias y diversas.

En Argentina, la ANMAT coordina el Sistema Nacional de Farmacovigilancia (SNFVG), cuyo objetivo es detectar, evaluar y prevenir los problemas vinculados al uso de medicamentos. De esta manera, el país se alinea con los estándares internacionales que buscan garantizar tratamientos seguros y confiables para toda la comunidad.

La importancia de notificar eventos adversos

De acuerdo con el documento al que accedió Diario NCO, se plantea un análisis respecto a la farmacovigilancia se basa en la notificación espontánea y confidencial de sospechas de reacciones adversas.

Este mecanismo involucra a instituciones de salud, organismos públicos, la industria farmacéutica y también a los propios pacientes y sus familias. Cada reporte, por mínimo que parezca, puede representar un cambio sustancial: desde ajustar el prospecto de un medicamento hasta implementar medidas de restricción de uso.

El Dr. Jaime Ruiz, director médico de MSD Cono Sur, explicó en el estudio que “cuando desarrollamos un medicamento o vacuna en nuestro propósito de innovar para mejorar y salvar vidas, lo hacemos conscientes de que siempre hay persona detrás confiando en nuestra priorización de la seguridad de quienes los usan”.
De esta manera, el especialista subrayó en el informe que el compromiso de la industria no finaliza con la aprobación del producto, sino que se prolonga a lo largo de su uso en la sociedad.

Además, las notificaciones de efectos adversos aportan datos valiosos que permiten identificar patrones, anticipar riesgos y mejorar las prácticas de prescripción. Gracias a este proceso, se pueden prevenir complicaciones graves y garantizar que los beneficios de un tratamiento superen a sus riesgos potenciales.

Un acto de responsabilidad colectiva

Por su parte, el director asociado de farmacovigilancia de MSD Argentina, Héctor Casado, remarcó en el estudio que “cuando un paciente informa un efecto adverso, está contribuyendo a que el sistema de salud sea más seguro no solo para él, sino para miles de personas que reciben el mismo tratamiento. Reportar es un acto de responsabilidad colectiva que contribuye a la seguridad y calidad de los medicamentos”.

En sintonía, Casado también subrayó que la industria recomienda reportar los eventos relacionados con medicamentos y vacunas durante todo su ciclo de vida, incluyendo posibles interacciones con otros fármacos, alimentos o alcohol.

Asimismo, el reporte hizo referencia incluso a las reacciones esperadas o leves deben ser informadas, ya que ayudan a mejorar el conocimiento sobre el comportamiento de cada producto en condiciones reales de uso.

Un compromiso que beneficia a toda la sociedad

La combinación de procesos de control rigurosos y un sistema de vigilancia robusto garantiza medicamentos seguros y eficaces. En el documento se destacó que la calidad y la seguridad son mucho más que un requisito regulatorio: son la base de la confianza en los tratamientos y en el propio sistema de salud.

Un sistema de farmacovigilancia fortalecido no solo evita eventos adversos graves, sino que también genera información para orientar la investigación científica y el diseño de políticas públicas.

En este sentido, la participación de la ciudadanía es clave para asegurar que cada alerta sea registrada y que las autoridades sanitarias cuenten con la evidencia necesaria para actuar a tiempo.

De esta manera, la seguridad del paciente se convierte en una responsabilidad compartida entre la industria, los organismos de control, los profesionales de la salud y la comunidad. Reportar reacciones adversas es un gesto simple que contribuye a mejorar la calidad de la atención y a construir un sistema sanitario más confiable para todos.
Fuente fotografías: MSD Argentina.

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