

Un equipo del CONICET trabaja en el desarrollo de tecnologías que permiten diseñar fármacos de precisión, evitar el uso de animales en pruebas y acercar los diagnósticos al hogar de cada paciente.
Por Florencia Belén Mogno
Desde hace algunos años, la transformación tecnológica de la medicina y la industria farmacéutica se apoya cada vez más en desarrollos científicos que ocurren en escalas invisibles para el ojo humano.
En un contexto donde se hace más fuerte la necesidad de dispositivos menos invasivos, diagnósticos más veloces y tratamientos de mayor precisión, la disciplina conocida como microfluídica se posiciona como una herramienta clave para dar respuestas concretas a estos desafíos.
La microfluídica se basa en la manipulación de fluidos en canales microscópicos. Esta tecnología permite condensar procesos de laboratorio complejos en chips diminutos que pueden operar con una mínima cantidad de insumos y con alta eficiencia. Sus aplicaciones se extienden desde el desarrollo de nuevos medicamentos hasta la creación de dispositivos portátiles que pueden detectar enfermedades sin necesidad de recurrir a laboratorios tradicionales.
En ese marco y de acuerdo con la información a la que pudo acceder Diario NCO, un equipo de científicas y científicos del Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (INTEC, CONICET-UNL) trabaja desde hace casi 10 años en el diseño y asesoramiento de tecnologías microfluídicas aplicadas a la industria farmacéutica.
Características del trabajo científico
El documento facilitado a este medio destacó el rol del bioquímico e investigador del CONICET Claudio Berli, quien dirige el INTEC y lidera el proyecto que ya logró generar múltiples dispositivos y colaboraciones con empresas del sector.
“Hoy en la microfluídica, aplicada a los laboratorios, reacciones que antes se hacían a gran escala, ahora se condensan en diminutos chips”, explicó Berli en la investigación publicada y agregó que “e trata de manipular fluidos en una escala muy pequeñita, en tamaños submilimétricos o micrométricos. Y, aunque suene sencillo, es todo un arte”.
En ese sentido, el reporte señaló que si bien esta tecnología es ampliamente usada en Europa y Estados Unidos, en Argentina aún está en desarrollo, a pesar de que más de 140 plantas productoras nacionales podrían requerirla.
Implicancias del tema
Uno de los avances más significativos logrados por el equipo del INTEC fue el desarrollo de “órganos en chip”, una alternativa a las pruebas con animales en la etapa de testeo de nuevos fármacos.
El grupo también trabaja en dispositivos de diagnóstico portátil. Uno de los casos destacados es el desarrollo de un prototipo para detectar tuberculosis humana: una enfermedad que, por la falta de detección temprana, ha crecido en los últimos años.
Según el informe científico, las técnicas tradicionales “son muy antiguas, demoran mucho y complican la situación. Las técnicas modernas, que aconseja la OMS, no se pueden importar porque son muy caras. Pero lo que estamos desarrollando podría ser una solución”.
Además, junto a una empresa santafesina, diseñaron un dispositivo que permite medir el nivel de colesterol desde el hogar, similar a los medidores de glucosa usados por personas diabéticas. En ese punto, el reporte precisó que “es parte de este cambio de paradigma de que no sea el paciente el que se traslada, sino que el laboratorio se traslade a la casa”.
Desarrollo y continuidad
En relación con lo expuesto, el mayor desafío actual del grupo es escalar la producción: “Ahora podemos producir mililitros por hora, mientras que la empresa necesita producir litros por hora. Lo que estamos diseñando entonces son prototipos de microfabricación para ver cómo obtener un volumen mayor”, indicó Berli en el estudio.
Desde la empresa Lipomize, Alcides Nicastro —socio gerente y director del área de I+D— valoró el trabajo conjunto con el CONICET: “El INTEC es un instituto experto en el tema, con una mirada fuerte hacia la tecnología y la transferencia que para nosotros es fundamental.
La microfluídica, entonces, se consolida como una disciplina estratégica no solo para la investigación científica, sino también para la innovación tecnológica aplicada y el fortalecimiento de la soberanía sanitaria. En manos de equipos como el del INTEC, esta herramienta minúscula —pero poderosa— promete acelerar la llegada de una medicina más accesible, eficaz y personalizada.
Fuente fotografías: CONICET.
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