

El referente del MTE de La Matanza, Matías Capobianco, denunció la paralización de un proyecto de reciclado por falta de luz y criticó al municipio por desarticular el trabajo cartonero en plena crisis social.
Por Verónica Llonto
En González Catán, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) enfrenta un nuevo obstáculo: la interrupción del suministro eléctrico en la Ruta 1001 impide continuar con la construcción de un galpón de reciclado que podría generar empleo digno para cientos de cartoneros. En diálogo con Diario NCO, Matías Capobianco, referente del MTE, relató la situación y pidió al municipio de La Matanza que reconozca el trabajo que realizan a diario para sostener la economía popular.
“Hace más de un año que estamos pidiendo el reconocimiento del servicio y el municipio no nos escucha. Queremos que se reincorpore la luz en la Ruta 1001 para terminar la obra y gestionar un medidor independiente, porque hoy compartimos la luz con el municipio”, explicó Capobianco. El galpón, ubicado a la altura del centro de monitoreo, ya cuenta con una estructura que podría albergar a más de dos mil trabajadores, pero por falta de suministro eléctrico, la obra quedó paralizada.
El proyecto, impulsado durante la gestión anterior, contemplaba equipamiento para procesar materiales reciclables y agregar valor al trabajo del cartonero. El referente detalló: “La idea era no sólo empacar, sino también transformar el material y comercializarlo con un valor agregado”. También se incluía un nodo de comercialización regional para integrar a compañeros de Merlo, Morón y Virrey del Pino, zonas donde el precio por kilo de cartón llega a valores insostenibles.
“Hoy los cartoneros venden el cartón a 40 o 50 pesos el kilo. Juntar dos bolsones, que equivalen a 100 kilos, te lleva horas de trabajo y sólo genera siete mil pesos. Eso no te alcanza ni para el desayuno de tus hijos”, denunció el entrevistado. Además, aseguró que “los cartoneros están dejando de existir porque la actividad ya no rinde, y el municipio, lejos de apoyar, nos persigue”.
Desmantelamiento de políticas públicas y falta de reconocimiento
Según Capobianco, hasta el año pasado existía una política de reciclado impulsada por el municipio bajo el programa Corazón Ecológico, pero fue abandonada. “Nosotros éramos parte de esa política, pero sin reconocimiento. Después dejaron afuera incluso a sus propias cooperativas”, comentó el vocero del MTE. Desde entonces, los vecinos deben acercar las bolsas verdes a puntos municipales, pero si un cartonero independiente intenta recogerlas, es denunciado.
El entrevistado señaló que “si les dicen a los vecinos que lo reciclable va en la bolsa verde pero que sólo lo puede recoger la municipalidad, nos está sacando el trabajo a nosotros. Con la apertura de importaciones y la baja del precio del cartón, la rentabilidad cayó drásticamente. En 2023 vendíamos a 360 pesos el kilo, hoy a 100. Y en muchos barrios no llega ni a eso”.
Capobianco reclamó: “El municipio debería armar una mesa de trabajo para diagramar un circuito con varias cooperativas que recolecten material reciclable, en lugar de cargar todo a una sola o excluirnos. También que se realice un registro único de cartoneros, ya que ni siquiera saben cuántos compañeros viven de esto en La Matanza”.
La economía popular frente al abandono estatal
El referente remarcó que “el MTE y la UTEP buscan dar estructura y contención al trabajador excluido. La economía popular es la que siempre está presente, sin importar la gestión actual. El desempleado que se quedó sin nada y sale a juntar cartón merece dignificación. Le damos un marco colectivo para que pueda salir adelante”.
Sin embargo, la situación es crítica. “Este trabajo ya era difícil, pero hoy es el más denigrante. Abrir la basura para buscar qué reciclar, qué sirve para vender en una feria o incluso para comer, es la realidad de muchos. Y mientras tanto, el municipio responde con persecución en lugar de apoyo”, manifestó el entrevistado.
Pese al abandono institucional, el MTE continúa organizando asambleas con sus bases. Capobianco concluyó: “Seguimos apostando por el proyecto colectivo. Pero lo que está pasando ahora es grave: se rompe el último tejido de la sociedad. Sin trabajo comunitario y sin reconocimiento, lo que queda es la desintegración social”.
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