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“Aguas De Litigio”: un testimonio fílmico que reflexiona sobre los vínculos tóxicos y sus consecuencias

Aguas de litigio. La capacidad de narrar emociones.
Aguas de litigio. La capacidad de narrar emociones.

El cortometraje argentino-brasileño escrito por Laura Roa y dirigido por Val Carbone y Paulo Gabriel, explora el poder arrollador de las emociones humanas y el agua como metáfora de las emociones ue no se pueden controlar.

Por Florencia Belén Mogno

La capacidad de narrar emociones y conflictos humanos a través de imágenes es una de las grandes virtudes del cine. Cuando una historia logra encontrar un equilibrio entre la potencia visual y la sensibilidad de sus temas, se convierte en un vehículo para la reflexión y la transformación. Las obras que surgen de esta combinación suelen tener un impacto profundo, no solo en el público que las disfruta, sino también en las conversaciones y debates que se generan a su alrededor.

La intensidad de las relaciones humanas, y el desborde emocional son fenómenos que encuentran eco en narrativas que, sin necesidad de grandilocuencias, logran captar la verdad más incómoda de lo cotidiano. Desde el modo en que las sociedades construyen sus valores y expectativas hasta la manera en que esos ideales se confrontan con la realidad, los relatos audiovisuales tienen la virtud de visibilizar lo que muchas veces permanece oculto o es difícil de expresar en palabras.

En ese sentido, el cine como arte y medio de comunicación cumple un rol fundamental para abrir espacios de diálogo y pensamiento crítico. Las producciones que interpelan al espectador y lo sacan de su zona de confort permiten poner en discusión temas urgentes, como las relaciones de poder, las dinámicas de control o el peso de las emociones reprimidas.

Dentro de este contexto se destaca el caso de “Aguas de Litigio”, el cortometraje que constituyen un documental de ficción realizado entre Argentina y Brasil y sobre el cual Diario NCO pudo conocer más detalles a partir de la entrevista con la guionista del mismo, Laura Roa.

La obra, que contó con Val Carbone y Paulo Gabriel en la dirección (este último también actuó en el film), y un elenco integrado por Ellen Bueno, Marcelo Gomes, Marilia Adamy, Fernanda Viacava, Fabio Visconde y Murilo Meola, aborda con crudeza y sutileza el desborde de las emociones en un contexto de ruptura y violencia.

El cine como herramienta de visibilización

En principio, ¿cómo nació la idea de Aguas de Litigio?

L.R: “Aguas De Litigio” nace de la idea del agua. Yo había estado pensando durante mucho tiempo en hablar acerca de, o comparar, el agua con algunas emociones sobre las que uno no tiene control. Por lo general, a mí lo que me llama mucho la atención de las inundaciones, o de cuando llueve mucho, es que un fenómeno natural no tenga manera de ser frenado, de ser dominado. Me llama la atención y también me emociona el hecho de que algo tenga una conducta propia, algo natural. El viento, el agua, los planetas, son elementos que no tienen manera de ser dominados porque tienen una funcionalidad independiente. Ciertas cosas del ser humano, algunas emociones, tampoco pueden ser dominadas. Son espontáneas, surgen, y cuando lo hacen, el ser humano, a lo largo de su crecimiento y la educación que recibe, las modera, las va regulando tanto en el sentido moral como en el ético, porque hay muchas reglas que nos conducen a tener un comportamiento. Pero, a pesar de que la educación y la cultura nos obliguen a determinadas formas, hay emociones que no se moderan del todo, y de eso se trata “Aguas de Litigio”: esas conductas y emociones desbordadas que no tienen control, como el viento o el agua, que en algún momento nos exceden. Y, en el mundo en el cual vivimos, a veces se las llama enfermedad.

¿Qué te motivó personalmente a escribir esta historia?

L.R: “Aguas de Litigio” habla acerca de un divorcio. Una chica joven con hijos se divorcia de un marido violento, tanto en sentido físico como psicológico. En el momento en que ellos se divorcian, comienza a llover de una manera desproporcionada. Entonces, todo lo que se desarrolla durante el encuentro de divorcio tiene que ver con el agua, con las emociones que no tienen dominio, y con el agua que tampoco lo tiene, que cae sin que podamos hacer nada para evitarlo, salvo mojarnos. Y esas emociones desbordadas, en un encuentro tan intenso como un divorcio, también nos mojan, nos interpelan, nos molestan de tal manera que nos hacen sentir incapaces de dominarlas

¿Qué temáticas principales aborda el cortometraje?

L.R: El cortometraje aborda, primero, el divorcio, la ruptura de un matrimonio. La protagonista busca liberarse de una relación tóxica, de ambos, de los dos. Además, tiene una relación especial con su abogada, y también aparece su pareja de ese momento, que juega un rol fundamental en el cortometraje. Es un ser también especial, una persona en la que se deposita una expectativa dentro de la historia.

Y en esa línea, ¿qué reflexiones te interesaba despertar en quienes vean el corto?

L.R: Las reflexiones que a mí me gustaría que aparecieran son las que giran en torno a la falta de dominio que tenemos sobre ciertas cosas que nos suceden y que, cuando nos damos cuenta de que nos desbordan, tenemos que actuar consecuentemente. Pero también quiero que se reflexione sobre la culpa, esa sensación de que somos responsables de ciertas cosas que nos pasan en la vida, cuando en realidad no siempre es así. A veces, ciertos eventos, que son inherentes a nosotros mismos, se confabulan para que algo suceda. Por ejemplo, uno puede buscar una relación estable con otra persona, formar una familia, y, sin embargo, hay factores sobre los cuales no tenemos control y que, al final, nos generan culpa.

Por otra parte, ¿cómo fue el proceso de escritura del guión?

L.R: En principio, el cortometraje habla de cómo las relaciones se deterioran, de cómo el amor se transforma en una forma de opresión. Pero también es una reflexión sobre la imposibilidad de controlar ciertos aspectos de nuestras vidas, y sobre cómo a veces las emociones nos arrastran, como una corriente de agua desbordada, hacia lugares donde nunca imaginamos llegar. El proceso del guión fue corto porque lo estuve pensando mucho tiempo. Pensaba en los detalles durante un largo tiempo, viendo algunas películas y leyendo algunas cosas relacionadas con los personajes que están dentro del corto, para crearlos en mi mente. Pero, aunque me costó poco tiempo escribirlo, el proceso de pensarlo me llevó mucho más tiempo, porque no quería cometer ciertos errores ni caer en lugares comunes.

¿Cómo trabajaste la construcción de los personajes?

L.R: Trabajé los personajes de manera muy simple porque es gente común que uno conoce en el edificio donde vive. Es la chica que nos atiende en el supermercado, nuestra mejor amiga, la profesora de nuestros hijos, el señor que conocemos del Uber. Son personajes bastante simples en sí; lo que había que trabajar era en los matices, en los claros y oscuros que tenemos todos. Esos son los verdaderos matices de las personas, lo que verdaderamente desconocemos, la profundidad de los pensamientos, de la crianza. Eso es de lo que a un escritor le gusta hablar: de la sorpresa que generan las personas comunes cuando uno las ve en vivo y en directo, al desnudo.

¿Te preocupaba evitar ciertos estereotipos al construir a los personajes?

L.R: Sí, me preocupaba muchísimo caer en estereotipos, porque a veces uno conoce a una persona fantástica y es un desgraciado. Hay que siempre evitar trabajar sobre los estereotipos que te presentan en la mayoría de los medios de comunicación, porque ya no es así. Ya sabemos que no es así. Los estereotipos a veces nos han jugado una mala pasada y hoy tenemos que trabajar sobre lo contrario, sobre la anti-imagen que nos han dado. Tenemos que trabajar en eso, porque todos nosotros también tenemos una deuda con eso. A veces prejuzgamos por culpa de eso, entonces, sí, hay una preocupación consciente de no caer en esos estereotipos.

Por último, ¿qué esperás que suceda con el corto? ¿Hay circuitos de festivales?

L.R: Espero que al corto le vaya muy bien, como en el anterior corto que hice. Sí, yo sé que los chicos que están en la promoción del corto se están preocupando mucho por buscar festivales para colocarlo, pero, fundamentalmente, este corto va a estar orientado a circuitos que sirvan como educación preventiva de la violencia. También va a estar destinado a lugares donde se ayude a las mujeres en ese sentido y a circuitos para hombres que también sufren violencia o son causantes de ella, para que puedan abordar esto. Entonces, espero que en todos los festivales a los que vayamos y en todos los circuitos en los que nos manejemos, suceda eso: que haya una reflexión. Y espero que al corto le vaya lo mejor posible, porque todos trabajaron un montón, con muy poco dinero, con mucho más mano de obra que dinero, y eso merece el reconocimiento.

Fuente fotografías: Aguas de Litigio.

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