

René Mendoza, hijo del referente vecinal asesinado en González Catán, logró dos condenas por el crimen de su padre, pero denunció irregularidades, impunidad judicial y un sistema que desprotege a las víctimas.
Por Verónica Llonto
La justicia puede llegar tarde, o a medias, pero el dolor no se va. René Mendoza, hijo del histórico referente vecinal asesinado en González Catán, compartió con Diario NCO el largo camino que debió recorrer para obtener una sentencia por el crimen de su padre. Aunque ambos culpables hoy tienen condena, la sensación de impunidad sigue vigente y la herida, abierta.
René Mendoza padre tenía 77 años y era muy querido en el barrio San Cayetano de González Catán. Fue asesinado el siete de noviembre de 2021, tras haber encabezado un reclamo contra la venta de drogas. Luego de una reunión vecinal, dos personas llegaron a su casa, preguntaron por él y, cuando salió a atender, le dispararon catorce veces. René murió en la puerta de su casa, en lo que se calificó como un caso de sicariato.
“Mi papá fue asesinado por reclamar algo que nos afecta a todos. Por pedir que se respete la vida en el barrio”, recordó René hijo, quien desde entonces tomó la posta en la junta vecinal. Su lucha por justicia no fue fácil. El primer juicio se realizó por Zoom, en contexto de pandemia. La transmisión tuvo restricciones de ingreso, pero quienes pudieron presenciarla escucharon en vivo cómo el tribunal dictaba una condena a cadena perpetua para Kevin Leonel Maza, uno de los asesinos.
Sin embargo, la esperanza duró poco. René narró con impotencia: “A las tres horas me llama mi abogado para decirme que hubo un error de tipeo, que la condena no era perpetua, sino de sólo 18 años”. Pese a que apelaron el fallo, no hubo quórum. El entrevistado sostuvo que “el juzgado no consideró que hubiese premeditación ni alevosía, algo difícil de entender, ya que los agresores lo buscaron en su casa y le dispararon catorce veces. Esto es un bochorno. La justicia no es justicia porque acomodan la balanza según su parecer”.
Segunda condena y un pedido de reflexión
El segundo asesino fue hallado no por la policía, sino por la propia familia Mendoza. “Lo encontramos por redes sociales, vendiendo un celular”, explicó el hijo de la víctima. Con la intención de entregarlo a las autoridades, la familia pensó en organizar un encuentro fingiendo ser compradores, pero el fiscal les desaconsejó el plan. René lamentó: “Me dijeron que, si al prófugo le pasaba algo, el que iba preso era yo. La víctima, atada de manos; el delincuente, libre”.
“Detuvieron al acusado porque protagonizó un tiroteo con la policía en la rotonda de San Justo y no por investigación. Fue casualidad, no un mérito de la justicia”, reclamó el denunciante. Y dejó al descubierto el desbalance estructural que favorece al victimario y deja a las víctimas a merced del abandono institucional.
Para este segundo acusado, se propuso un juicio abreviado. La fiscal aseguró que pedirían la pena máxima posible. René prefirió no presenciar el juicio y confesó que “no sabía cómo iba a reaccionar si tenía al asesino de mi papá enfrente”. La condena final fue de quince años. No fue lo esperado, pero al menos representó un cierre parcial. “No estamos conformes, pero al menos se condenó. Ojalá reflexione y cambie su vida”, deseó René con serenidad.
La memoria de un barrio y la lucha que sigue
La muerte de René padre dejó una marca profunda en el barrio. La venta de drogas no desapareció, pero al menos ya no se exhibe con la impunidad de antes. Su hijo reflexionó: “La droga siempre va a existir, pero lo que no puede pasar es que haya muertos o robos. Queremos vivir, no que nos maten saliendo de casa”.
René describió a su padre como un luchador incansable. “No sé cómo hacía para estar en todos lados, ayudando a todo el mundo. Hoy me toca seguir su camino desde la presidencia de la junta vecinal, pero hay días en los que no sé si puedo”, relató el entrevistado. Y concluyó que “con esta condena, buscamos que los pibes cambien de mentalidad. Como sociedad estamos sometidos a que, como los delincuentes son menores, hagan lo que quieran porque total no hay castigo. Eso tiene que cambiar. Tiene que haber justicia”.
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