A través de un escrito, la activista matancera por los Derechos Humanos Florencia Guimaraes García, relató las graves consecuencias de la aplicación de silicona industrial, práctica usual en personas travestis-trans. “Vivimos en una sociedad que nos impone estereotipos corporales a quienes nos construimos o deseamos situarnos en la feminidad”, expresó.
Florencia Guimaraes García, activista matancera por los Derechos Humanos de la comunidad travesti trans, Responsable del Programa de acceso a derechos para personas travestis y trans del Centro de Justicia de la Mujer, hizo público un documento que fue escrito para la presentación de una investigación sobre la aplicación de Silicona industrial líquida que se llevó a cabo en la Casa de la provincia de Buenos Aires.
El texto, fue publicado en las redes sociales de la activista, en un contexto en que la aplicación de este producto en su propio cuerpo, volvió a llevarla a una situación de internación.
“Pasaron muchos años desde que me aplicaron silicona en mis glúteos. Hoy las consecuencias de esa práctica clandestina avanzan, e impide que pueda desarrollar mi vida como quisiera, lo que me lleva a escribir cómo es vivir con silicona industrial, mal llamada aceite de avión, en mi cuerpo”.
Buscando “visibilizar el daño que provoca en nuestros cuerpos”, Florencia se propone narrar su historia como “un pequeño intento de generar conciencia y responsabilidad en el sistema de salud, y también en las nuevas generaciones de compañeras travestis y trans sobre lo peligroso y muchas veces mortal que es esta práctica tan naturalizada entre nosotras”.
La activista manifestó que “la experiencia de construir un cuerpo travesti trans en una sociedad que impone estereotipos de género hegemónicos es, para muchas de nosotras, una crónica de dolor y resistencia. Aunque este relato está atravesado por mi historia personal, sé que refleja la vivencia de muchísimas compañeras, quienes enfrentaron experiencias similares o incluso peores”.
En el documento presentado en la Casa de la provincia de Buenos Aires, Guimaraes García analizó: “pasó mucho tiempo hasta que comprendí por qué sentía la necesidad de tener este cuerpo, un cuerpo que muchas travestis construimos en la clandestinidad, en la pobreza extrema y bajo una urgencia ineludible”.
En el mismo sentido, Florencia agregó: “vivimos en una sociedad que nos oprime con parámetros sexistas de belleza y feminidad. Si las mujeres cisgénero son víctimas de estos estereotipos, para nosotras, travestis y mujeres trans, la presión es doblemente asfixiante”.
“Necesitamos que nos traten con humanidad”
La activista fundadora de La Casa de Lohana y Diana, primer centro de Día para la comunidad travesti-trans, explicó que “el uso de sustancias como el aceite industrial para modificar nuestros cuerpos es un flagelo que atraviesa a nuestra comunidad”.
Además brindó detalles de las consecuencias que esta práctica tiene sobre el organismo. “Este veneno recorre nuestros cuerpos, migra, destruye tejidos, afecta nuestra salud mental y, en muchos casos, conduce a la muerte. Las consecuencias son devastadoras: infecciones, flebitis, coágulos pulmonares e incluso amputaciones”, añadió.
Pero según relató Guimaraes García, “el sufrimiento no termina ahí”, ya que cuando llega el momento de acudir a un hospital en busca de ayuda “comienza otra odisea” ¿Por qué? “El sistema de salud, lejos de ofrecer contención, nos somete al prejuicio, la discriminación y, muchas veces, la tortura”.
A los graves problemas de salud se suma la actitud culpabilizante de muchos profesionales de la salud. “Las preguntas inquisitivas como ‘¿Por qué hiciste esto?’ o ‘¿Quién te obligó?’ se convierten en el preludio de un trato deshumanizante. Si tenemos suerte, logran salvarnos una parte del cuerpo, pero no sin dejar cicatrices físicas y emocionales que nos recuerdan, una y otra vez, el supuesto ‘error’ que cometimos”, remarcó la activista.
Frente a este contexto, Florencia hizo hincapié en que “es urgente que la sociedad y el sistema médico comprendan nuestras realidades, nuestras trayectorias y nuestras luchas. Necesitamos que nos traten con humanidad y respeto, rompiendo con el binarismo corporal y los prejuicios que perpetúan la violencia”.
También, la activista remarcó que “es fundamental deconstruir desde la infancia los estereotipos corporales que nos imponen y trabajar en la formación de profesionales de la salud capaces de abordar estas problemáticas desde una perspectiva inclusiva y respetuosa”.
Te Puede Interesar:
https://www.instagram.com/diarioncomatanza
https://facebook.com/diarionco