Un informe basado en el Índice de Precios al Consumidor detalló los productos que más incrementos tuvieron y, en su defecto, los que menos.
Tomás Modini
@ModiniTomas
En un año que estuvo marcado por una desaceleración en los precios, la canasta alimentaria registró un incremento menor al promedio de la inflación general, que contribuyó en parte a la mejora del poder adquisitivo de los salarios.
Según un informe de Coninagro basado en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), los alimentos mostraron un aumento interanual del 94,7 por ciento, situándose por debajo del 117,8 por ciento registrado en el nivel general de precios.
Alimentos con menores aumentos
Entre los productos que registraron los incrementos más moderados se destacan el azúcar que tuvo una variación anual de -60,6 por ciento, lo que refleja una disminución relativa en su precio. Lo mismo sucedió con las naranjas ya que su precio cayó un -39,9 en términos reales.
El arroz blanco simple presentó una variación de -35,4 por ciento, el tomate redondo tuvo una baja del -32,8 y la papa mostró un descenso del -32,8 por ciento.
Otros productos que también destacaron por su moderado incremento fueron la yerba mate (-26,4) y la harina de trigo común 000 (-23,3).
Alimentos con mayores aumentos
En contraste, algunos productos alimenticios superaron la inflación general. Los más destacados fueron el queso cremoso, que encabezó la lista de subas con el aumento del 11,3 por ciento por encima de la inflación; la leche fresca entera en sachet que la variación alcanzó el 8,7 interanual y el limón que completó el podio con un 3,4 de subas.
El asado y aceite de girasol también fueron mencionados entre los alimentos con subas significativas, aunque con menor magnitud en comparación a los anteriores.
Impacto en los consumidores
El informe de Coninagro también resaltó que la menor inflación en alimentos representó un alivio para los hogares, debido a que este grupo de bienes ocupa una porción importante del gasto familiar. Los productos como el azúcar, la naranja y el arroz se convirtieron en opciones más accesibles que beneficiaron particularmente a los sectores con menores ingresos. Además, la estabilidad en los precios de algunos bienes, favoreció una mayor planificación del gasto mensual.
Este abaratamiento relativo también impactó positivamente en las economías regionales, al estimular la demanda interna de ciertos productos. En un contexto económico complejo, estos indicadores sugieren una leve mejora en la calidad de vida, aunque persisten retos relacionados con la distribución equitativa de los beneficios entre los distintos sectores de la población.
Perspectivas para el inicio de 2025
El comportamiento de los precios en la primera parte de enero mostró una moderada estabilidad, con variaciones semanales en torno al 0,5 por ciento. Las consultoras privadas anticipan una inflación mensual para alimentos del 2 por ciento, lo que consolidaría la tendencia de desaceleración observada en 2024.
Este fenómeno podría consolidarse si se mantienen las políticas del gobierno destinadas a moderar el impacto de factores externos, como la volatilidad cambiaria y el costo de los insumos.
Además, se espera que la mejora en los salarios reales continúe contribuyendo a estabilizar la demanda, incentivando tanto el consumo como la producción local. Sin embargo, los analistas advierten que, para garantizar una estabilidad prolongada, será clave profundizar las medidas que promuevan una mayor competitividad en el sector alimenticio y una distribución eficiente de los productos.
Es de este modo que el inicio de 2025 podría marcar una continuación de la mejoría observada en los precios alimentarios, siempre y cuando las condiciones macroeconómicas acompañen este escenario esperado en el país.
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