
En un encuentro en Florencio Varela, junto a sus ministros más fieles, el primer mandatario mostró un tono conciliador, trató de bajarle el tono a los contrapuntos que existe en la coalición de gobierno y buscó trazar un puente con el kirchnerismo.
Durante la olla popular por la fecha patriótica, el jefe de Estado remarcó que“lo primero que necesitamos es respetarnos en la diversidad. No tenemos que ser todos iguales, ni tenemos por qué pensar todos del mismo modo, ni todos tenemos por qué obedecer a una misma lógica. Podemos tener una lógica diferente y podemos estar unidos”.
En un claro mensaje a Cristina Kirchner, que tres semanas antes había disparado en contra de la gestión económica con particular dureza, desde la Universidad Austral de Chaco, Fernández propuso terminar con las tensiones latentes en su gobierno.
Si bien Alberto Fernández aludió indirectamente a las embestidas del ala dura, pero las relativizó y buscó proponer volver a un punto diferente: “Puede ser que entre nosotros tengamos alguna diferencia. Bienvenidas las diferencias. Nada es peor que el discurso único y nada es peor que imponer mandatos. Las diferencias deberían enriquecernos”.
El presidente navega entre las señales proclives a la unidad y las muestras de autonomía y firmeza, aunque manifiesta, cada vez que puede, que no tiene intenciones de romper con el kirchnerismo y que, por ahora, no dará luz verde a las intenciones de los propios que quieren armar el “albertismo” con vistas a 2023.
A su vez, hace varios días que La Cámpora no ataca públicamente la gestión del presidente, y en la Casa Rosada no descartan que se esté preparando el terreno para acercar posiciones en el futuro cercano. Más allá de las especulaciones, todavía no existen acercamientos concretos entre las partes más disonantes del gobierno.
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