Número de edición 8481
La Matanza

La convicción de una sola persona puede transformar la época

La convicción de una sola persona puede transformar la época

El río Matanza-Riachuelo es un curso de agua de 64 km, que nace en la Provincia de Buenos Aires, recorre 14 municipios de la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hasta su desembocadura sobre el Río de la Plata.

Por Ariel Fassio
arielfassio@gmail.com

En la cuenca de 2240 km² viven alrededor de 6.000.000 de personas y se encuentran 12 áreas de protección ambiental donde convive una amplia diversidad de especies de flora y fauna.

En 2012, la Legislatura Porteña sancionó la Ley Nº 4.162, por medio de la cual se declara el día 8 de Julio como el Día de la Acción Ambiental por la Cuenca Matanza Riachuelo.

El día señalado coincide con la fecha en que la Corte Suprema de Justicia dictó el Fallo Mendoza, que intimaba al Estado Nacional, a la Provincia de Buenos Aires y a la Ciudad de Buenos Aires a realizar todas las acciones necesarias para sanear el riachuelo.

Este fallo tuvo sus inicios en 2002, cuando Beatriz Mendoza, una mujer anónima de la sociedad, inició un reclamo judicial junto con otras 16 personas en contra de 44 empresas ubicadas en el polo petroquímico de Dock Sud. El tolueno, un tóxico derivado del petróleo, entró a su cuerpo mientras trabajaba en Villa Inflamable, un barrio ubicado dentro de Dock Sud donde viven más de 1800 familias.

El reclamo judicial de Mendoza y los otros vecinos culminó en la sentencia ambiental más trascendente del país: la “Causa Mendoza”, a través de la cual la Corte Suprema de Justicia sentenció en 2008 al Estado nacional, la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires a sanear el Riachuelo. Beatriz Mendoza también escribió un libro titulado “Riachuelo, zona de promesas” y en estos años, aprendió a “no renunciar ante la tristeza” y a “planificar la esperanza”.

“No importa en cuánto tiempo, pero ineludiblemente la sentencia generará cambios que beneficien a una gran masa de personas”, contó hace un tiempo en una entrevista.

Al mismo tiempo Claudia Leguizamón, una maestra en Villa Jardín, observó que sus alumnos empezaron a llegar a clase con enfermedades respiratorias y oncológicas. Y a la misma conclusión llegó Graciela Aguirre, directora de una secundaria en Lomas de Zamora, cuando los vecinos empezaron a acercarse a la escuela en busca de ayuda por las enfermedades que estaban surgiendo en el barrio.

En la última década, todas ellas, desde su respectivo lugar y profesión, y sin conocerse entre sí, empezaron una lucha diaria contra la contaminación de la Cuenca Matanza Riachuelo.

El rol esencial de las mujeres en la protección del medio ambiente

Desde la ONU, destacan que “Desde tiempos ancestrales, las mujeres han tenido una relación especial con la naturaleza. Ellas contribuyen enormemente al bienestar y el desarrollo sostenible de sus comunidades, así como al mantenimiento de los ecosistemas, la diversidad biológica y los recursos naturales del planeta”.

“Las mujeres están realizando grandes progresos y los Gobiernos recurren cada vez más a su experiencia y liderazgo cuando deben adoptar decisiones importantes relativas al medio ambiente. Aun así, todavía queda mucho por hacer para apoyar el papel de la mujer en la toma de decisiones y la garantía de un futuro mejor para todos”.

Por eso, según Soledad Fernández Bouzo, socióloga, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires especialista en temas de salud ambiental, esta tendencia resulta del lugar de cuidado que ocupan las mujeres no solo en sus hogares, sino también en sus comunidades.

“Las mujeres son las que mayoritariamente asumen las tareas de cuidado, no solo a nivel doméstico, sino también en sus trabajos. Cuando hay un problema de salud, son las que se dan cuenta primero y las que inmediatamente se involucran para ayudar”, dice Fernández, quien investiga desde hace años temas de contaminación del Riachuelo con una perspectiva social.

A través de su investigación, Fernández ha estudiado otros casos similares en los cuales las mujeres fueron las que se organizaron para enfrentar la contaminación en sus barrios.

A principios del año 2000, las familias que vivían en las Torres de Wilde de Villa Domínico, un complejo ubicado frente al relleno sanitario del CEAMSE, denunciaron altas tasas de leucemias relacionadas a la exposición de tóxicos generados en el basural. Como en el Riachuelo, fueron las mujeres y madres del barrio las que se organizaron para denunciar al CEAMSE. Juntas formaron la asociación “Las Madres de las Torres de Wilde”, a través de la cual realizaron un censo sanitario similar al que realizó Aguirre en Villa Lamadrid.

Estas historias se repiten no solo a lo largo del país, sino también del mundo.

¿Qué podemos hacer?

Dentro de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) que los estados miembros de la ONU adoptaron en 2015 para proteger el planeta y mejorar la vida de todas las personas, se encuentra el ODS número 6 “agua limpia y saneamiento” y expresa que el acceso a agua, saneamiento e higiene es un derecho humano y que las organizaciones de la sociedad civil deben trabajar para exigir que los gobiernos rindan cuentas, invertir en investigación y desarrollo de los recursos hídricos y promover la inclusión de las mujeres, los jóvenes y las comunidades indígenas en la gobernanza de los recursos hídricos.

Concienciar sobre estos cometidos y convertirlos en medidas concretas producirá resultados ventajosos para todos y conllevará una mayor sostenibilidad e integridad de los sistemas humanos y ecológicos.

Debemos actuar ahora. No esperemos a nadie más. Como Beatriz Mendoza dio el primer paso, seamos cada uno de nosotros los protagonistas del cambio en nuestro lugar.

Fuente: Red/Acción

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