
Ángel Brichs en Literatura Dart a propósito de la poética de Rolando Revagliatti:
El sustrato hiperbólico que imprime Revagliatti en su altisonante lírica, tiende un puente de apertura en el umbral de una poesía mediática vacunada, a menudo, con reivindicaciones a tópicos pasados y nuevos, donde el poeta siempre busca (en un lenguaje ampuloso y profundamente retórico) la razón de su existencia.
Como muchos poetas de su generación, Revagliatti es producto de una época en la que la poesía era objeto de estudio en sí misma, donde los versos florecían en el llanto amargo de conflictos armados y sombras de dictadores andinos, buscando en una estética narcisístico surrealista el beatus ille (lugar idílico), huyendo del existencialismo y realismo de sus antecesores para sumirse en una variedad de estilos sujetos, asidos en su mayoría al criterio unívoco del autor, y los cuales (en su forma y contenido) formaron gran parte de la poesía novísima española y latinoamericana hasta finales del milenio pasado. Poesía que se ha visto transformada (en la actualidad) en una simbiosis cargada de realismo y de vanguardias vintage (como el concretismo y el dadaísmo), muy lejanas a esa corriente estilística que sumió a la literatura en ese nuevo género, ahora ya trasnochado y caduco, que, influenciado en gran parte por los canales de masas propios de nuestra época (el cine y la televisión) desde el mundo anglófono se bautizara como New Age.
Comentario bibliográfico sobre el libro ‘Viene junto con’, de Rolando Revagliatti, publicado en el n° 1, marzo 2014, de la revista ‘Continuación’, de la ciudad de Santa Rosa, La Pampa, firmado por I. C.
El poema es un largo corredor de habitaciones sucesivas, paredes de celofán, espejos cóncavos y convexos y escaleras que no dan a ningún sitio. Un recorrido exasperado y desesperado, angustioso y exultante, repleto de retratos negros, flores decapitadas y ventanas ambiguas. Duele y deslumbra transitarlo pisando el almanaque de la vida que se deshoja a cada página; retratos de la breve y mezquina historia de una generación que me corresponde.
El poeta no se detiene. Escupe en el vidrio de su propio retrato, muerde la mano propia que lo sostiene, descuelga cuadros de la memoria, exhuma cadáveres pintorescos y se burla despiadadamente de la vida y de la muerte.
Valió la pena el sopapo en la mejilla, la cicatriz en la memoria y la cadena que quedó sujetando mi aliento. Valió la pena morirme un poco para resucitar. Siempre.
Poemas de Rolando Revagliatti de su libro ‘Viene junto con’.
¿En transpirar la camiseta?
¿En la insobornabilidad de mis delegados?
¿En un lecho clásico, de rosas?
¿En los ajustes de cuentas?
¿En el más acá?
¿En la supremacía de los recalcitrantes?
¿En los valores perdurables?
¿En lo que subyace, en lo que subsume?
¿En el expansionismo?
¿En lo que
viene-junto-con?
Yo sí que tengo algo grosso con la noche
La noche me encima
me compele
la noche me vigila
¿Qué atribuyo a esa vigilancia?
¿Y qué vulnera?
¿Consigue vulnerar por un reclamo ínsito?
¿Dónde se formaliza el reclamo?
¿Es firmado e impartido por quién?
¿Hay un sello?
Está sellada
mi vigilancia
del vigilante.
“No habrá ninguna igual, no habrá ninguna,
ninguna con tu piel ni con tu voz”
Homero Manzi
No habrá ninguneo igual, no habrá ninguneo
ninguneo con mi piel ni con mi voz
Y hasta donde se sabe
este aire tanguero me lo banca
en su indolencia
la testaferro del encono.
Inevitablemente
me mantuve cerca
cuando
inevitablemente
te dejaba sin mí
haciendo lo tuyo
compartiendo conmigo
los alcances disímiles
de tus
repercusiones
Al sórdido que complacías en mí
o al que
en sesgo tangencial
desnaturalizabas
o al que
aniquilándome
exponías
no hubieras podido sustraerte
Te dejé sin mí
con mi emputecida
compañía:
ausente, si padre
burócrata, si marido
odioso, si hermano
Apéndice
soportaste
que yo fuera tu soporte
continental.
(23.8.2004 en “La Anguila Lánguida”)
Nos estamos despidiendo
probablemente
para siempre
Tuve el gusto de haberte conocido
y el disgusto de haberte conocido
tanto.
¿Por qué maté a la araña?
Yo recogía hojas
de sauce
en la terraza
y las introducía
(¿por qué maté a la araña?)
en una bolsa
plástica
¿Por qué maté a la araña
—agachado—
en esa fresca y soleada
mañana de sábado?
Maté sin pensar, sin respaldar
mi intrascendente pisotón
¿Por qué maté a la araña?
¿Por qué incluí a un caracolito
en la bolsa plástica
sin destinarle
una mirada responsable?
¿No era que yo amaba
a los
caracolitos?
¿Por qué
si esa mañana
fresca
de otoño
yo andaba optimista
chispeante
maté
a la araña?
¿Qué bicho me picó?
¿Por qué diantres maté
a la minúscula araña
que ni araña sería
ya que lucía (creo)
alillas transparentes
pero eso sí (creo)
largas patas
las que configuraron
en el fogonazo
del instante
a esa araña
que aplastó
mi aborrecible
derecha
zapatilla?
De mi menú de pecados
angurria
tú eres quien mejor me humilla
(Reúnense
en este presto “humilla”
los eficientes matones Mortifica
Entristece & Liquida)
Angurria, tú, la más peor de todas para mí
desde antes todavía de tragar
de esta tarta de coco
un último bocado.
Con indolencia subtitularon
“Es todo lo que tengo”
en lugar del literal
“Es todo lo que me ha quedado”
y me he quedado
subtitulado
con lo que tengo.
Con la que inexorablemente
arreará con nosotros
me topé muchas veces
espantándonos
siempre
en un borde.
**
“Esplín en el corazón”
“en lo mejor de mi vida
dejándome el alma herida
y esplín en el corazón”
Pascual Contursi
En lo mejor de mi vida
anímica
intelectual
sentimental
el alma herida
Despiadada me da la luz en las pizzerías
piadosa me da la luz en el cabaret
bondadoso se deja paladear el budín de espinacas
hanse desterrados de mi boca los incomparables cubanitos
Tal la tangibilidad de la decadencia
la recia
la cómica
La iluminación de las pizzerías me despoja
y me provee la del cabaret
En lo mejor de mi vida
el alma herida.
EPÍLOGO de Marcos Silber (nacido el 4 de agosto de 1934 y fallecido el 23 de mayo de 2021) para el poemario, inédito en soporte papel, titulado VIENE JUNTO CON de Rolando Revagliatti.
“Condensación del Sentido”
Si la palabra poética es palabra de violencia contra la palabra establecida, entonces, la de Revagliatti acude con títulos más que habilitantes a la escena de la POESÍA, a la que accede por la puerta ancha. Leo y siento. Acuso recibo de una de las máximas virtudes: me inquieta. Leo y oigo: color, luz, ritmo que me remite —Dios sabe cómo— al RAP. Y de la mejor manera. El trámite sonoro que asiste con logro creativo superando los riesgos de la “tentación ingeniosa”. Juego de palabras-siempre-sobre sólidos discernimientos. Musicalidad caprichosa de melodías que atrapan y cursan por ríos de excitante y gozoso fluir. Valentía de rupturas no como acrobacia exhibicionista sino como propuesta de responsable invención. Opera sobre los vocablos con solvencia alquimista. Digo que los toma, los domina, los puede. El toque irónico, la referencia social, el dato histórico, la suerte de la especie como objetivo superior de la
preocupación generadora. Destacable la frase acuñada de lo cotidiano anecdótico manejado con lenguaje “callejero”. Se interroga y se responde con enumeración en cascada. El lunfardo —hábilmente dosificado— asoma oportuno, enriqueciendo la construcción formal y la esencia de lo conceptual. Lejos —felizmente— de tediosas transcripciones literarias del pensamiento o de la emoción, es una poética de condensación del sentido. Lejos también de toda señalización docente y pontificante.
El trabajo de R.R. ratifica aquello de que la poesía se define más por la lejanía que por las certezas. Nada le dicta consignas a esta obra. Como en todo arte que se respeta, la forma se libera, emana aires emancipadores contra esquemas de asfixia o normativas carcelarias. Se ve genuino, auténtico, creíble. En cuanto a la orientación central y final del texto, nada permite dudar de que se trata de una apuesta ligada a la vida, a la aventura de la gente, a lo más trascendente de la humana condición. Bienvenido el despropósito, la “desprolijidad” de la actitud que abre, que ilumina, que sacude, que llama a la puerta racional y emocional del salón de la revelación.
Bienvenido lo contestatario, lo rebelde, lo insurrecto que dona originalidad, y dona una otra flamante mirada: la representación del mundo de un nuevo modo, único, singular.
Marcos Silber
Mayo 2010
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