Número de edición 8481
Generales

El hundimiento del buque logístico Atlantic Conveyor

A las 16:32 el 25 de mayo de 1982 fueron disparados los segundos dos misiles Exocet desde los aviones navales Super Etendard que dieron en el barco logístico Atlantic Conveyor, hecho que fue catalogado por voceros británicos como “el error más grande” en la Guerra de Malvinas, dado que murieron el capitán, Ian North, que se había salvado de otro ataque durante la II Guerra Mundial, otros 12 hombres y causó la pérdida de material valuada en 230 millones de libras esterlinas, según el cálculo del piloto Roberto Curilovic, uno de los dos que lanzaron los cohetes.

“Ellos consideran la pérdida unitaria más grave de las operaciones navales británicas. ¿Por qué? Por todo lo que concentraron en un solo buque. Lo dicen los ingleses. Hubo una investigación a posteriori ordenada por el gobierno para deslindar responsabilidades. Dijeron ‘¿cómo, si era tan importante, no lo proveyeron con los sistemas de defensa adecuados que existían en ese momento”’, puntualizó Curilovic en diálogo con Télam.

El segundo piloto, Julio Barraza, agregó: “Era una joya desde nuestro punto de vista, porque venía hasta las manos con material bélico”.

Perdieron 12 aeronaves, tres helicópteros Chinook, otros seis helicópteros y un Sea Lynx y dos aviones Harrier. Con el buque se hundió un lote completo de repuestos para aviones y helicópteros. Todo el equipamiento para una brigada de 4.500 hombres, las carpas, cocinas y material médico necesario para la brigada. Los Chinook iban a bajar en la cabecera de playa en San Carlos, por lo que la pérdida obligó a la infantería inglesa a caminar hasta Puerto Argentino.

Según Curilovic, una fuente militar alemana le confesó que en el Atlantic Conveyor también se hundieron dos aviones Harrier, que los ingleses nunca reconocieron.

Había tanques inflables de combustible, seis camiones abastecedores, vehículos de combate, misiles estadounidenses Sidewinder y una pista de aterrizaje vertical que iba a ser montada en San Carlos.

“Perdieron alrededor de 230 millones de libras esterlinas, según un recuento presupuestario que elaboré en base a datos públicos del material bélico. Esta cifra incluye el valor del buque y el material hundido”, acotó Curilovic.

Fue el daño de material más costoso para la Task Force, pero fue la operación de ataque más larga de toda la guerra, de acuerdo con lo que señaló Barraza, el segundo piloto de la escuadrilla naval. “Cuatro horas y diez minutos estuvimos en el aire -precisó Barraza-. Partimos a las 14:00 y regresamos a las 18:10, cuando ya era noche cerrada en Río Grande”.

La operación comenzó en Río Grande, Tierra del Fuego, con rumbo al norte, en paralelo a la costa hasta llegar a Puerto Deseado. Allí desviaron hacia el este para tomar contacto con el Hércules KC-130 de reabastecimiento, donde cargaron combustible y viraron al sur para encontrar a la flota británica.

Los radares de Fuerza Aérea radicados en Malvinas hicieron un ploteo de los movimiento de los aviones Harrier los días 21, 22 y 23 de mayo y dedujeron por la aparición y la desaparición en el radar que en la posición tal, a 100 milas al este de las islas, algo había. Un portaaviones o naves con planchas de aterrizaje.

Los dos Super Etendard se dirigieron a la zona y encontraron lo que había detectado el radar de Malvinas.

Después de recargar combustible, los aviones navales viajaron hacia el sur en vuelo rasante, a veinte metros del mar para eludir la vigilancia de radar de las naves británicas. A unos 60 kilómetros subieron, abrieron el radar y ambos detectaron un gran perfil de buque. A la orden de “mate soft”, dada por Curilovic, los dos dispararon los misiles. Cuando dispararon, la distancia con el blanco se había reducido a 30 km.

Realizado el disparo, pegaron la vuelta en vuelo rasante que, por la curvatura de la tierra, los radares enemigos no pudieron enfocar.

Curilovic señaló que, no obstante, la distancia y el cuidado de volar fuera del alcance de radar, los británicos lanzaron seis misiles Sea Dart desde el portaaviones Invincible, sin que ninguno pegara en los aviones argentinos.

“Uno de los seis misiles bajó un helicóptero inglés, que navegaba al lado de la flota como protección antisubmarina, otro se estrelló en la lluvia de chaff (papeles metálicos para atraer los misiles) y los otros se perdieron”, dijo.

Diez minutos más tarde de la carga de combustible por los Super Etendard, una escuadrilla de A4B de la Fuerza Aérea atacó con éxito a la fragata Coventry, que estaba estacionada en la entrada de la bahía San Carlos como buque piquete radar de la flota.

En contactos posteriores al conflicto, Curilovic y Barraza fueron consultados acerca de la coordinación entre el ataque al Atlantic Conveyor y la fragata Coventry. Un ataque había llegado por el norte y el otro por el este.

Curilovic respondió que no había habido coordinación, “si no, la mano de Dios, al estilo de la de Diego Maradona en el mundial del ’86, que hizo que coincidiéramos sin haber hablado del tema”.

En Comodoro Rivadavia funcionaba el comando de Fuerza Aérea y el de la Fuerza Aeronaval de la Armada, no obstante, no había habido diálogo para emprender las operaciones que hundieron dos barcos con diferencia de minutos.

Barraza destacó que los Super Etendard eran “tecnología de punta militar en 1982” y Curilovic añadió que eran “los mismos que tenía la marina francesa. Se hizo el pedido de aviones, la fábrica suspendió la entrega a los franceses, fabricó 14 para nosotros, pero por el embargo en Malvinas, nos llegaron sólo cuatro y cinco misiles Exocet”.

Consultados si pensaron que le habían dado a un portaaviones, Barraza dijo que apuntaron al “eco más grande, no sabíamos si era el Hermes. El Atlantic Conveyor era un eco más grande que el portaaviones, 31.600 toneladas, 212 metros de eslora y toda una pared de contenedores”.

– ¿Y como se enteraron que era el Atlantic Conveyor?

“A la noche, por la BBC”, respondió Curilovic. Y agregó que los Super Etendard fue el único avión preparado para esta guerra, sin lugar a dudas. Por eso, me saco el sombrero para todos los que tuvieron que volar otros aviones. Los otros tenían que tirar bombas, acercarse al barco y enfrentar los misiles y otros sistemas de armas que tenían los ingleses”.

Como dato anecdótico, Curilovic refirió que, aparte del capitán Ian North, un civil muerto en la acción, iba un segundo que era el oficial naval inglés, Michael Lagier, que cumple años el 3 de enero, el mismo día que él, que le tiró el misil Exocet y hundió la nave.

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