Entre el amanecer de un nuevo día martes, en la gran jungla de cemento capitalina se mezclaron miles de sensaciones bajo un mismo nombre cantado a coro, el cual sonaba al tono de “Papa Francisco”. Centenares de fieles, ciudadanos, jóvenes, se juntaron esta vez en la Plaza de la Mayo en un reclamo divino que hasta el día de hoy marco un antes y un después en la historia de la Argentina.
Patricia Dávila
patriciasdavila@gmail.com
Una vez más la Plaza de Mayo se vio invadida de gente, pero por esas cosas que tiene el destino, esta vez el gran conglomerado de gente no llevaba una cacerola en la mano o la indignación entre sus penas, sino que cientos de voces se juntaron para vivar el nombre de Francisco, tal como eligió llamarse el mismísimo ex Cardenal Jorge Bergoglio, el cual desde su elección como el nuevo papa de los católicos del mundo entero, marcó un destino de cambios que viene para quedarse y que resuenan en todas las iglesias mundiales.
La vigilia para ver a Bergoglio convertido oficialmente en papa comenzó desde el lunes a la noche donde artistas como Axel dieron el condimento especial a una de las noches que ninguno de los concurrentes a la Plaza de Mayo se olvidara. Uno de los concurrentes de nuestros pagos matanceros, fue el joven Martin Silva, un integrante y “militante de la iglesia”, tal como se definió al momento de presentarse, que entre lagrimas y el agitar incesante de su bandera Argentina, expresaba ,“estamos reunidos para amar, por una esperanza de que algo cambien y estoy seguro que así lo será, el nuevo papa viene a unir, la plaza rebalsa de gente que está llorando, alegre, feliz y eso hay que valorar mucho, acá no pasa muy seguido esto”.
Al tomar estas palabras, el análisis de este nuevo hecho histórico en Argentina, se vuelve concreto y veloz al ver en un instante la imagen de niños con banderas papales entre sus manos y observando atentamente las pantallas gigantes que se instalaron en todos los perímetros de la Plaza de Mayo.
La retina, la memoria y las sensaciones se llevaron de esa reunión de tanta gente un recuerdo imborrable que quedara guardado en todos los sentidos, y más al escuchar testimonios como el de Camilo, un nene proveniente de San Justo, que a sus 8 años de edad, la historia ya marcaba su vida desde temprano, e hizo expresar desde sus labios que “no quería dejar de estar acá porque hoy venimos a festejar, y todos juntos en familia”.
La caminata entre ese mar de personas se hizo interminable desde las 5 y media de la mañana, hora clave donde el Papa Francisco, ya recorría todo los suelos del Vaticano como el líder oficial del catolicismo. Sillas, gente reposando en el asfalto, vendedores, turistas, periodistas, cámaras de todo el mundo no se perdieron ni un minuto del evento, todos los ojos expectantes estuvieron disponibles solo para la trasmisión del canal 21, la señal del mismo Arzobispado de Buenos Aires que no dejo ni un minuto solos a todos los fieles que aguardaban en las calles linderas a la Catedral.
Luego de culminada la entronización de Francisco y de los saludos protocolares que ocurrían dentro del Vaticano, todo aquellos “guardias de la fe”, levantaron su campamento de la esperanza y se llevaron entre sus pertenencias el dulce sabor de haber presenciado “un cacho de historia”, que dentro de los próximos años será un rico material anecdótico para contar a todos sus predecesores.
“Me voy tranquilo que estuve presente donde quería estar, estuve entre los pibes de varias iglesias de Laferrere y Catan, yo no vine con ellos pero vengo de Virrey del Pino, me contagiaron esa alegría y esas ganas de creer, había perdido la fe en la iglesia y ahora la vuelvo a retomar, porque es bueno que de una buena vez por todas los argentinos tengamos en algo que creer, me siento feliz, porque yo ya no creía y no es de puro exitista, pero tenía ganas de creer en algo y Dios nos mando alguien para que no perdamos el amor y la fe, si no fuera así hoy no habría nadie acá en la plaza”, con estos dichos del vecino matancero, Jorge Frías, se cerró la jornada para una trabajadora de medios locales, con una conclusión que deja una puerta abierta y mucho material humano para tener en cuenta, dentro de este abanico de noticias, de aquel futuro que se empezara a escribir con un poco más de creencia.