Cómo defenderse – Barcelona

Los recientes sucesos barcelonenses tienen y tendrán tantas miradas como personas pongan las suyas sobre los mismos. Descartando absolutamente de plano el justificar esta matanza o cualquier otra, y sin invocar la milenaria Ley del Talión, siento, por haber convivido con la muerte durante meses por un suceso familiar, que todas las víctimas son semejantes sin contar sus creencias, formas de vida, ocupaciones, conocimientos o dinero.
Por: Carlos Enrique Galli
carlosgalli@yahoo.com
No es más importante el deceso de un acaudalado que de un obrero porque ambos serán llorados y dimensionados en sus ámbitos con el mismo dolor. También estimo que hay medirse al momento de abordar temas que hieran la sensibilidad o las diversas naturalezas de la gente, incluyendo, por supuesto, sus doctrinas religiosas.
El mundo, y en especial el árabe, oriental o como se llame, está de por sí bastante ficticiamente trastornado para machacar sobre temas tan caros a los sentimientos de millones de personas. Hace un par de años, se conoció el estreno de un filme ridiculizando al líder norcoreano, lo que motivó la reacción de dicho país que amenazó con reparaciones armadas pero, la firma productora, amparándose por estar dentro de las fronteras de los Estados Unidos Satánicos de Norteamérica, no solo no lo postergó sino que, lo exhibió en 452 salas.
Es sólo intuición, pero me parece que hay convulsiones mundiales que moverían a no atizar la mecha que precipite una hecatombe. De niños vimos reiteradamente y (nos habituamos a naturalizar), películas sobre matanzas de negros, indios, nazis, rusos, comunistas, beduinos, judíos, libios, iraquíes y todo enemigo creado para tener a quien combatir. El tema es que estas ficciones son ni más ni menos que tomadas de conflagraciones reales concebidas anteriormente, combatiendo -en esos momentos- cruelmente cuerpo a cuerpo pero luego, con sofisticación armamentística y precisión de cirujano, comenzaron a ejecutarse matanzas “limpias” con los menores “riesgos colaterales” posibles y por supuesto, sin peligro para los agresores.
No podemos ni debemos olvidar los cínicos argumentos esgrimidos al pulverizar dos ciudades desamparadas y dormidas, experimentando por primera vez sobre ellas los efectos de dos bombas atómicas; no podemos ni debemos olvidar la atroz imagen de la niña vietnamita corriendo, el 8 de junio de 1972, desnuda y calcinada por los efectos del NAPALM, o la modificación del territorio, flora y fauna del país mediante feroces bombardeos que, en un momento, se convirtieron en una estadística sin pensar que a diario, cientos de almas eran reducidas a despojos; no podemos ni debemos olvidar las invasiones a Libia, Siria, Irak, Irán, Afganistán, como tampoco podemos prescindir de la vergüenza que significa el mantenimiento de la base militar de Guantánamo.
Quienes tenemos memoria y militancia, jamás olvidaremos la sucesión de crímenes en masa consumados por el Gran Satán, jamás en soledad, sino contando con el apoyo de la culta Europa: Francia, Italia, Alemania, Gran Bretaña y, por supuesto, España. Cuánta simulación e hipocresía en las declaraciones rimbombantes de los “líderes mundiales”, pesarosos por “los feroces atentados a nuestros valores y estilo de vida”.
Cuántas palabras vanas y alegóricas como libertad, democracia y pluralidad dichas con liviandad, cuando en realidad, estos embusteros son los responsables de la conculcación de dichos términos en aquellos países sobre los cuales apuntaron sus miras y sus cañones.
El presidente “socialista” F. Hollande, a su tiempo, se llenó la boca arengando a su pueblo para combatir “el terrorismo y darle su castigo equivalente”, (que sería invadir territorios ajenos), sin tener en cuenta en cuánto habrá contribuido a la gestación de tales “monstruos”, sabiendo de antemano que en algún instante, se le escaparían de las manos y serían luego el objetivo a destruir. La gran diferencia radica en que, una cosa es salir a matar mujeres, niños, ancianos de manera consciente e interesada en lejanas chozas y aldeas, que también ansían vivir en paz y con dignidad, y muy otra es percibir al contrario y respirar el mismo miedo, pero dentro de casa, encarnados, muchas veces por sus propios residentes “no puros”, sino sucesores de quienes fueron sometidos desde siempre por el hecho de tener otro color de piel u otras creencias.
¿Qué originó la gran quemazón de autos en París hace un tiempo?; ¿o el asalto a la revista Charli Hebdo?; ¿o los ataques en Inglaterra? ¿Son similares las oportunidades para todos los jóvenes europeos? ¿Tienen esperanzas ante los brutales ajustes en aras del salvataje del sistema financiero? ¿Los consultaron para despachar miles y miles de efectivos y cuantiosos raides aéreos ametrallando chozas indefensas? ¿Salieron a marchar por los muertos argentinos del crucero General Belgrano en 1982? Este y otros interrogantes me surgen en tan apretada síntesis. El señor M. Rajoy, terrorista sobre sus paisanos, sobreactuando para las cámaras, días pasados, se preguntaba ¿Cómo haremos para defendernos?
Muy sencillo señores Rajoy, Macrón, Teresa May, Paolo Gentiloni, Ángela Merkel, Donald Trump y demás secuaces: dejen de interferir, complotar, aniquilar y regir los destinos del resto del mundo sólo buscando aquello que la naturaleza no les dio o se les está extinguiendo. Vivan con lo suyo y como puedan.
Evalúen esta -tal vez- inútil y lírica propuesta.