
Amor intergaláctico. Mi abuela me decía, no pasés más tiempo ahí colgado mirando por la ventana a esperar el amor de tu vida, porque es una pérdida de tiempo ¡Tenés que ir a buscarla vos! me dijo. Igual, siempre le conté que la mujer que espero sabría hoy no vivir en este planeta. Se lo conté, y sé que ahora ella descubre lo que yo hablaba cuando caía la tardecita y tomábamos café en el patio.
Por Cristian Cano
Una noche vi una estrella fugaz justo arriba de nosotros. Aprovechá, pedí algo, me dijo. Y pensé en esa mujer. Mi deseo se materializó y todavía el recorrido de ese fragmento interestelar ni siquiera había terminado. Me levanté y le di mi café a mi abuela, porque una niebla extraña descendió desde arriba del paredón. El olor a azufre nos cerraba la respiración, y fue para no creer, pero ahí estaba, saludando a mi abuela. Me puse nervioso, no quise martirizarme con los miedos y por eso me fui acercando despacito ¿Y ahora qué hago?
Mi abuela le convidó de su tasa y ella me sonrió. Me sonrió. Recuerdo las pupilas verdes y aquella piel tan blanca. Y la mirada, su mirar me despojó de todo lo demás, me arrancó para siempre de todo lo otro, y es como que me sacó por fin la venda de los ojos.
Gracias a la magia y buenaventura de Blanca Adelma Guaráz vda de Morales ahora las estrella son esos mundos que quiero tener cerca porque entonces fueron como el germen que me despertó. Bien pudiese hoy mostrar un mísero segundo de este atardecer interminable que ella me dejó adentro.
El autor: Cristian Cano ha publicado obras narrativas y poemas en varios blogs, revistas y antologías. Ha sido finalista del Premio Sexto Continente de Ciencia Ficción 2014.
Microficción seleccionada por Luciano Doti (Lomas del Mirador). Twitter: @Luciano_Doti