Sofía y Eliana son dos jóvenes payasitas que además de arrancarle carcajadas y regalarle buenos momentos a los 108 niños que asisten diariamente a la institución, se hacen cargo de lo elemental: conseguir la alimentación de los pequeños.
La morocha es un comedor que asiste actualmente, como merendero, a 108 niños que se encuentran anotados. “La copa es básicamente arroz con leche, galletitas y chocolatada, jugo, te”, comentó Sofía a NCO.
Sin embargo, no se trata de una organización común. El comienzo fue en reconocimiento de una joven luchadora del barrio, que perdió la vida y que tenía como sueño darle una mano a los que menos tienen.
“La historia es muy loca. Su fundadora se llama Mercedes Puente y el nombre que se le otorga a la copa de leche es por su hija adolescente (Cecilia, a quien le decían ‘La Morocha’). Su sueño era tener un merendero ya de muy chiquita, ella llevaba a sus vecinitos y vecinitas a comer o merendar a su casa, siendo consciente de las carencias de su barrio y la pobreza que la rodeaba”, señaló la muchacha.
Con respecto a cómo se incorporó a La Morocha, la chica explicó que “fue por medio de Eliana, la otra payasa. Nosotras fuimos por primera vez en el mes de septiembre, con juegos”.
“No recuerdo si fue para los festejos del Día de la Primavera o para los del Día del Niño. Ese día eran algo de 60 o 70 niños y no alcanzaban las galletitas. Decidimos ayudarlos por eso. Comenzamos a ir, viajando desde Hurlingham, costándonos bastante porque teníamos que tomar 3 transportes. Nos empezamos a acercar los feriados, los domingos y los sábados, para llevar arroz, leche, azúcar y alimentos no perecederos”, contó. De este modo, sucesivamente se fueron anotando más y más chicos, debido a que se trata de un barrio muy carenciado y que tiene, principalmente, necesidades de alimentación muy fuertes.
El costado religioso
Asimismo, mencionó que el grupo solidario “Hay un niño en la calle” visita a la copa cada 15 días, ya que también recorre un merendero que se encuentra en Ingeniero Allan, llamado “Los redimidos de Jehova” de 40 niños, ubicado en un asentamiento cercano a La Plata.
“Nuestro objetivo no sólo es el alimento para el cuerpo, algo que es la finalidad de la copa, sino también el alimento para el alma. Sabemos que Jesús es el camino la verdad y la vida y esto es lo que les enseñamos a los nenes, desde la acción de amar. Tenemos una escuelita donde hablamos de Dios de valores de amar y del regalo de Dios: ‘La vida eterna’. Creemos que un cristiano es un pequeño Cristo. Si decimos que somos pequeños cristos y tenemos que vivir como él lo hizo, amando perdonando, sirviendo, muriendo por nosotros mismos. Esto es lo que profesa hoy un niño. Por ahora, estamos visitando tres merenderos y un barrio muy carenciado Barrufaldi, llevando alimentos”, destacó al respecto.
Lo que necesitan
Leche (en polvo y larga vida).Arroz;Azúcar;Galletitas;Jugo;Té;Mate cocido;
Cuadraditos de polar de 20×20 o tejidos para hacer mantas para los comedores (además lo hacemos para las familias y para las personas que vive en la calle);Materiales para la construcción, ya que La Morocha es una casilla de madera y no hay donde estar cuando el clima no es favorable;Bancos, sillas y mesas;Papel higiénico;
Voluntarios:
recurso humano con ganas de trabajar por los niños de Virrey del Pino.
Además, mencionó que se encuentran en tratativas con el Municipio para que el terrero cuente con la declaración necesaria como comedor, cuestión que aseguró estar “trabada”.
Para los interesados, el contacto es vía Facebook en “Hay un niño en la calle”.