Número de edición 8481
La Matanza

Historia Popular: “Ella”

“Los hombres de gobierno, los dirigentes políticos, los embajadores, los hombres de empresa, profesionales, intelectuales, etc., que me visitan suelen llamarme ‘Señora’; y algunos incluso me dicen públicamente ‘Excelentísima o Dignísima Señora’ y aun, a veces, ‘Señora Presidenta’. Ellos no ven en mí más que a Eva Perón. Los descamisados, en cambio, no me conocen sino como ‘Evita”.

Por Carlos Matías Sánchez
mati_13_01@hotmail.com

Nadie mejor que ella para presentarse. No era más que “Evita”, una mujer del pueblo. Nadie más que ella para tomar partido en la lucha sobre la cual gira la historia argentina: ella vivía para y por los descamisados. Nadie como ella para identificar al enemigo sin ambigüedades ni temores: la
oligarquía, el imperialismo, el capitalismo salvaje.

Fue precisamente esa intransigencia, esa sinceridad, esa claridad para decir por qué, por quiénes y contra qué luchaba, lo que generó los amores y odios que hasta hoy despierta la figura de María Eva Duarte de Perón. Protagonistas de la historia como ella son los que generan debates y sentimientos que perduran en el tiempo y trascienden generaciones.

Marcada por su experiencia de vida, su dura niñez la convertiría en aquella mujer del pueblo: “He hallado en mi corazón, un sentimiento fundamental que domina desde allí, en forma total, mi espíritu y mi vida: ese sentimiento es mi indignación frente a la injusticia. Desde que yo me acuerdo cada injusticia me hace doler el alma como si me clavase algo en ella. De cada edad guardo el recuerdo de alguna injusticia que me sublevó desgarrándome íntimamente.”

Evita odiaba, sí. Odiaba la injusticia, el privilegio, la desigualdad, la subordinación como regla, como sistema, como principio aceptado. Difícil es encontrar fundamentos para aquellas acusaciones de clientelismo y demagogia en alguien que, como Evita, iba por más que el mero asistencialismo. Iba por la liberación de la patria, por la justicia social para los trabajadores.

Fue la que desterró el concepto de “beneficencia” como única vía de mejoramiento de las condiciones materiales de los sectores más desfavorecidos. La limosna era una manera más, para los ricos, de demostrar su superioridad. Nada solucionaba.

El trabajo, la salud y educación pública, los planes de vivienda, el sistema previsional, todo aquello provisto por el Estado en aquel primer peronismo venía a saldar deudas históricas con los sectores populares. Y a quienes quedaban fuera de ese sistema, a ellos se dirigía la ayuda social. Así la
Fundación Eva Perón desplazó a la refinada Sociedad de Beneficencia.

“La ayuda social que llega, que se suministra racionalmente, previo examen de las condiciones de vida del que la recibe, protege y estimula. La limosna, dada para satisfacción de quien la otorga, deprima y aletarga.

La ayuda social, honestamente practicada, tiene virtudes curativas. La limosna prolonga la enfermedad. La ayuda social está destinada a mitigar necesidades y restituir a la sociedad, como elementos aptos, a los descendientes de los desamparados.”

Pero no quedó allí la figura de Evita. Receptora de los reclamos y necesidades del movimiento obrero nucleado en la CGT. Organizadora del Partido Peronista Femenino. Formadora de mujeres comprometidas con la política. Representante de la Argentina justicialista en el mundo.

Artífice del voto femenino. Luchadora por los derechos de la mujer y por su igualación al varón.
Autora del artículo de la gloriosa Constitución Nacional de 1949 que establecía la patria potestad compartida.

Por todo ello despertó tanto odio en algunos sectores. En toda su obra se explica aquel infame “Viva el cáncer” escrito por cobardes manos anónimas cuya procedencia no es difícil de imaginar. La odió la oligarquía, porque la atacó frontalmente y sin eufemismos y la puso en un lugar incómodo en el que nadie antes había “osado” ponerla. Descreyó de ella la izquierda antinacional, que la interpretó como poco más que la esposa de ese dictador. Incomodó a los tibios que aún hoy critican su vehemencia y fanatismo:

“Solamente los fanáticos -que son idealistas y son sectarios- no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. (…) Es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón. Por eso los venceremos. Porque aunque tengan dinero, privilegios, jerarquías, poder y riquezas no podrán ser nunca fanáticos. Porque no tienen corazón. Nosotros sí.”

No había lugar para tibios en los proyectos de Evita. Tampoco para los traidores. Porque si había que combatir con ese enemigo al que se tenía enfrente, también había que hacerlo con los de adentro.

“El peronismo será revolucionario o no será nada” es su frase más conocida, más repetida, más controvertida. Esa frase es más que un lema. Es un mandato histórico. En Argentina el peronismo ocupó el lugar de la izquierda marxista. Reivindicó a la clase obrera, se enfrentó al imperialismo y al capitalismo salvaje, construyó conciencia y poder popular, reconoció derechos, redistribuyó la riqueza. Hasta pudo romper definitivamente las cadenas de la dependencia en los años setenta.

Pero no nació para ser un partido más de la oligarquía o la burocracia. Nunca debió convertirse en una herramienta del imperialismo para implantar sus proyectos o de los dueños del país para conservar sus privilegios. Quienes usaron las estructuras del peronismo para objetivos políticos totalmente contrarios a los principios de justicia social y liberación nacional, sólo el nombre tienen de peronistas. Lamentablemente para la memoria de Evita, sobrados son los casos de traidores y entreguistas que fácilmente olvidaron aquella frase.

Sesenta años pasaron. Sobrevive el amor y el odio hacia María Eva Duarte de Perón, Evita, la Perona, esa mujer. Ese amor y ese odio tienen su explicación. Es imposible levantar las banderas de Evita honrándola en toda su dimensión sin odiar profundamente la injusticia. Allí está la clave del amor que aún le profesa su pueblo.

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Un Comentario.

  1. HOY SE CUMPLEN 60 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO

    Elena Valenti, prima hermana de Evita, evoca a la “Abanderada de los Humildes”

    Detalles y fechas cruciales en la vida de Eva son contados por una de las parientes que más cerca estuvo de la familia de Juana Ibarguren, madre de quien fuera esposa del ex presidente Juan Domingo Perón.

    jueves, 26 de julio de 2012

    Eva Duarte.

    Elena Valenti, prima hermana de Eva Duarte de Perón, tiene 81 años y vive en Los Toldos.

    Cabe mencionar que, a pesar de su edad, tiene una lucidez y memoria sorprendentes. Ella es una vecina de Los Toldos, ciudad natal a la que sólo dejó cuando vino a estudiar el secundario a Junín y luego a Buenos Aires, donde continuó sus estudios. Es maestra, se casó con Isaías Benítez, comerciante, ya fallecido, con quien tuvo un hijo, que actualmente vive en 9 de Julio.

    En una entrevista con DEMOCRACIA, realizada ayer, Elena afirmó que la única hermana de Eva que vive actualmente es Chicha (Herminda), de 95 años, quien no tiene hijos, y está en Buenos Aires.

    Recuerdos valiosos

    Elena recordó algunos tramos de la vida de Eva, ya sea en Junín como en Buenos Aires, cuando estuvo junto a Juan Domingo Perón, uno de los presidentes argentinos más destacados de la historia.

    Elena es hija de Liberata Ibarguren, hermana de Juana, la madre de Eva, y vivió con su tía Juana varios años, tanto en Junín como en Buenos Aires. “No recuerdo a Eva en Los Toldos, porque yo aún no había nacido, pero sí cuando estuvo en Junín y también en Buenos Aires, porque viví con su madre, Juana, en ambas ciudades: en Junín porque estaba estudiando el secundario, y en Buenos Aires, también, porque seguí estudiando allá y la acompañaba”, dijo.

    “Eramos una familia en la que nos tratábamos todos. A los 14 me fui a Junín porque no había secundario aquí en Los Toldos, hasta que lo trajo Blanca Duarte de Alvarez Rodríguez, otra de las hermanas de Eva y abuela de Cristina Alvarez Rodríguez, actual ministra de Gobierno bonaerense. En Junín viví en la casa de Juana, ubicada en Arias 171. Por entonces Eva ya se había ido a Buenos Aires a vivir, pero después estuve cuando ella vino y se casó con Juan Perón, en esa misma casa”, explicó.

    “Cuando mi tía Juana fue a vivir a Buenos Aires, en calle Tres de Febrero 1350, fui con ella, porque no había terminado la escuela y la terminé allá, en Capital. Hasta los 21 viví ahí, acompañando a mi tía Juana”, explicó.

    “Eva nació en Los Toldos”

    Respecto al nacimiento de Eva Duarte, algo que ha despertado polémica, ya que se dice que no nació en Los Toldos sino en Junín, Elena aseguró: “Eva nació en un campo de Los Toldos. De Junín sale eso, de que nació allí, pero no es cierto, ella nació hace 93 años en un campo y una partera asistió a su madre. El padre de Eva, que se llamaba Juan Duarte, no era propietario del campo como se decía, sino que lo arrendaba. Era arrendatario, trabajaba ese campo que tenía muchas hectáreas, en la estancia que se llamaba La Unión. Mi tía Juana y sus hijos vivían en Los Toldos, en la casa que ahora es el Museo Casa Natal de Eva, pero al momento de nacer Eva estaba circunstancialmente en ese campo, por eso la única que nació en el campo fue ella. Fue bautizada acá y sus padrinos fueron gente del campo”, aseguró.

    Otro de los momentos cruciales en la vida de Eva, que a veces han sido tergiversados, ha sido su partida de Junín rumbo a Buenos Aires, algunos dicen que se fue con Magaldi, pero otros no. Al respecto, Elena dijo: “Eva se fue con su madre a Buenos Aires. Juana la acompañó a pesar de que no quería que se fuera. En Buenos Aires estaba el hermano de Eva, Juan Duarte, quien era representante de Jabón Federal y estaba radicado allá. Eva no quiso hacer el secundario, terminó la primaria en la Escuela Nº 1 de Junín y a los 14 ó 15 años partió para Buenos Aires, quería ser artista. La acompañó la madre y allá estuvo viviendo con el hermano. Ella no se fue con Magaldi, ni sé si lo conoció verdaderamente”.

    En cuanto al casamiento de Eva, realizado en Junín, Elena tiene presente aquella fecha, porque precisamente esa boda se hizo en la casa donde ella vivía con Juana, en Arias 171, frente al Registro Civil cuyo jefe era Ordiales. “Se cruzaron y se casaron en la casa, donde yo vivía con mi tía. En ese entonces yo era chica, tendría 14 ó 15 años, y para mí era un pariente más, nada más. Me acuerdo que Ordiales cruzó con el libro hasta la casa de Juana. Con Eva y Perón vino mucha gente”, aseguró.

    Al evocar la personalidad de Eva, dijo que era muy vehemente, “y si no, no hubiera llegado a donde llegó, fijáte todo lo que hizo desde los veintipico de años hasta los 33 cuando murió. Cuando Eva murió estaba toda la familia acompañándola, mi tía y sus hermanas. Yo ya estaba acá, en Los Toldos”, acotó.

    A la pregunta cómo había vivido la familia de Juana Ibarguren después de la muerte de Eva y durante todo el difícil proceso político que vino después, Elena recordó que se habían exiliado en Chile.

    Aclaró que ella no se fue a ninguna parte, que siguió viviendo en Los Toldos: “Yo no me fui, siempre con mi familia estuvimos en Los Toldos. Trabajé como docente durante 40 años aquí. Nunca nadie nos persiguió. No tuve problemas. Yo trabajaba pero no estaba acomodada políticamente, fui maestra de la Escuela Normal hasta que me jubilé”, dijo.

    “A Perón lo ví por última vez como familia, en el velatorio de Juan Duarte, que fue en abril de 1953, después vino todo lo que vino, él se fue y conoció a Isabel. Años después, cuando en España le devolvieron el cadáver de Eva, él llamó a las hermanas, a las que vivían. Mi tía Juana ya había muerto, sin saber qué había sido del cuerpo de su hija. Las hermanas Blanca y Chicha, fueron a Puerta de Hierro, donde él ya vivía con Isabel”, recordó.

    Reconocimientos

    Tras toda esta movida de actos y más actos para recordar a Eva, mucho más que antes, reflexionó: “Hace un tiempo que me llaman, me hablan. Antes, cuando perseguían a los peronistas, a los que tenían una foto de ella, nadie se acordaba…”.

    Finalmente, al recordar a Eva, una prima hermana muy cercana, hija de la tía que le dio un lugar en su casa y a la cual acompañó varios años, dijo: “Eva fue premiada y amada por un lado, y odiada por el otro. Dio años de su vida a defender a los trabajadores, pero ¿cuánto tiempo pasó hasta que se lo reconocieron? Todo lo que ella hizo, hace no tanto que se lo están reconociendo, kirchneristas y no kirchneristas, porque el intendente de ustedes, por ejemplo, es un radical y eso no quiere decir que no reconozca las cosas que hizo ella. Por eso él hace un acto mañana [por hoy], colocará un mural en su memoria y me han invitado a estar presente. Yo no puedo ir, porque tengo que ir al acto de acá, pero es un reconocimiento a Eva”, aclaró.

    “Eva fue una elegida, porque en muy pocos años hizo mucho. Sin haber estudiado carrera universitaria, tuvo muchas ideas y las llevó adelante. Ella fue una elegida en la vida. Ella no fue presidenta, ni tuvo cargos importantes, trascendió por su lucha, a favor de los obreros, de los trabajadores, por todas las obras que hizo hacer, en el poco tiempo que tuvo”, destacó.
    FUENTE : DEMOCRACIA DE JUNIN

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