El comedor La hora feliz, que funciona en el barrio La Talita, una zona carenciada de La Matanza. En una construcción lograda con chapas, tirantes y lonas, el merendero asiste todas las tardes a más de 60 niños, a los que además les otorga libros y ropa. Alejandra Oliva, su fundadora, a base de donaciones y de lo que aporta de su propio bolsillo, todos los días brinda alimentos a muchos chicos que comen una vez por día.
Nora Adámoli
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“Hay chicos que toman cinco tazas de leche porque no comen durante el resto del día”, decía la mujer a NCO, generando más preocupación puesto que los nenes, a la espera de la apertura de los comedores barriales y escolares, llenan su pancita con lo poco que puede ofrecer la institución.
Durante las vacaciones de verano, finalizadas esta semana, los niños asistieron a la entidad de 16 a 18, donde además de recibir las tazas de leche y galletitas, jugaron, conversaron y se entretuvieron con sus amiguitos. “La gente de Asociación Sur nos donó chapas y tirantes para hacer el techo. Nosotros lo arreglamos y las paredes son de lonas, las mismas que antes formaban la carpa en la que comenzamos a funcionar hace tres años”, comentó la mujer a NCO.
Dependiendo de las donaciones de la gente, en estos meses se recolectaron cajas de galletitas, ropa, libros y leche en polvo. De este modo, Alejandra sintió un alivio ya que es ella la que hace frente a todos los gastos.
“Viviana Navas, de Ayudá a Ayudar (un grupo que se creó en Facebook y mediante el cual se vincula la voluntad de las personas solidarias), es quien nos está dando una mano en todo esto”, comentó Alejandra. Además, dijo que la gente de CTA “nos propuso acercarnos mercadería, pero el problema es que no contamos con transporte. Si tuviésemos que abonarlo nosotros, nos sale aproximadamente 400 pesos y no podemos afrontarlo”.
La imposibilidad de contar con un vehículo, provocó que a fines del año pasado hayan carecido de alimentos. “Es más, Acción Social no nos puede brindar ayuda porque el merendero se encuentra en una casa de familia. A pesar de eso, no lo puedo instalar en otro lugar, menos ahora que comenzamos a acomodarnos. Nosotros agradecemos profundamente a quienes nos dieron la posibilidad de contar con un techo porque ahora los chicos pueden venir los días de lluvia a tomar la leche”, dijo agregando que junto a ella, dos chicas ofrecen la mano de obra para atender a los nenes lo mejor que pueden.
Cabe destacar que la entidad también recibe ropa en buen estado, que luego se regala a los chicos mediante un juego al que llaman “la tienda”: “Ellos hacen como si fueran a comprar y eligen lo que les gusta. Luego, se lo envolvemos y se lo llevan a su casa”.
Todos hablan maravillas del comedor
La ex administradora de la copa de leche, Gladys Etchegaray, señaló que Alejandra “va más allá de todo. No se puede creer y cuando una se encuentra con personas así se da cuenta de que debe hacer más de lo que puede, ir más allá, porque ella no lucra ni lucró nunca. Es raro comunicarse con personas así”, explicó agregando que el marido de Alejandra, cada vez que cobra, compra una torta que comparte con todos los chicos.
Con respecto al espacio, dijo que debe de crecer hasta convertirse en “algo digno para los chiquitos, lo que pasa es que es muy difícil de conseguir una ayuda en este sentido. Sentimos que está esa cosa peyorativa por la que se pregunta ‘¿para qué ayudar a un merendero?, si en las escuelas se da el almuerzo y el desayuno’”.
Por eso, remarcó que la entidad es mucho más que un sitio para satisfacer la necesidad alimenticia de los más pequeños, puesto que allí reciben contención, dialogan, se los escucha, juegan y captan todo el afecto que se les da.
Los interesados pueden contactarse con Viviana Navas, de “AYUDÁ A AYUDAR”, al 15-3446-1536. “Si hay alguien que cuente con algún vehículo y pueda darnos una mano, le estaremos muy agradecidos”, dijo Alejandra.