Leticia Pogoriles
Bajo la consigna “Identidad, cultura y desarrollo, un camino para la integración regional” se presentó Enclave Cultural, una publicación del Sistema de Información Cultural del Mercosur (Sicsur), un instrumento para la gestión cultural con estadísticas sobre industrias culturales, patrimonio y expresiones artísticas de diez países de América del Sur.
Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela conformaron hace seis años una plataforma de medición regional que releva datos del quehacer cultural de cada país, atendiendo a la diversidad, pero unificando los intereses comunes.
Así nació Sicsur, que no sólo presenta en sociedad su primera publicación en papel, sino que en la web www.sicsur.org se pueden encontrar 4.200 registros en un mapa cultural, más de 50 cuadros sobre estadísticas culturales, 248 leyes en la materia, nueve documentos regionales y dos publicaciones originales.
“La idea es que las asimetrías culturales se complementen, este es un hecho político y simbólico, porque se produce un documento único y público entre diez países”, dijo a Télam el director nacional de Industrias Culturales, Rodolfo Hamawi.
Cada estado tiene un antecedente individual de medición, aquí funciona el SInCA (Sistema de Información de la Cultura Argentina) que desde 2003 nuclea estadísticas, mapas, gráficos e informes con indicadores claros de la economía cultural y su rumbo.
El Sicsur no es otra cosa que la ampliación de este sistema a la región, donde cada estado define las mediciones con fuentes propias. “Nosotros decimos qué tenemos y qué queremos saber para activar los mecanismos de medición”, sostuvo Natalia Calcagno coordinador del Sicsur y de la versión local.
La publicación de Enclave Cultural -que incluye panoramas regionales como notas de cada país- muestra estas asimetrías, pero desde la integración. Un dato central, por ejemplo, es que la cultura representa el 2 por ciento del PBI regional, mientras que en países como Argentina alcanza el 3.5, un porcentaje similar al de la energía y 30 veces más que la pesca.
Temas en debate y actualización permanente como los derechos de autor, la creación de plataformas de software libre, la apertura de la concepción de la cultura, el flujo de comercio exterior editorial, la piratería como perjuicio para los artistas, el patrimonio cultural y la institucionalidad de la cultura, son los que aborda el Sicsur en su publicación.
“La revista -precisó Calcagno- muestra que la integración regional tiene que incluir lo cultural. Hay que crearla y trabajarla, es un práctica, no una palabra. El Sicsur es un ejemplo de esto porque somos diez países juntos trabajando y generando resultados”.
Entre las diferencias complementarias para la creación de sentidos y pertenencias, las leyes comparadas y hasta el hecho de pensar la convergencia tecnológica, se desprenden los intereses de cada país, como el impresionante avance digital en Brasil, la medición económica en Argentina o los pueblos originarios como vertebradores culturales en Paraguay y Bolivia.
“Esta es una ventaja, porque se va haciendo un mapa de acuerdo a lo que cada uno necesita. No es un coto de consultoras del exterior, ni de ningún organismo internacional que mide de acuerdo a sus propios parámetros”, consideró Hamawi.
Es allí donde se dirime la gran batalla sobre la protección de los bienes culturales para evitar que éstos sean tratados como mercancías, que se contempla en la Convención sobre la Diversidad Cultural de la UNESCO, firmada por 148 países, excepto Estados Unidos e Israel.
Por ejemplo, Argentina es la cuarta exportadora a nivel mundial en contenidos televisivos, éstos “son contenidos culturales que se están volviendo grandes negocios en una economía donde el capitalismo va hacia los servicios y, en eso, la cultura es protagónica”, advirtió Calcagno.
Tal es la importancia para los negocios del mundo que la Organización Mundial de Comercio (OMC) demostró un “interés claro en que se conversen en las rondas de negocios la liberalización de los servicios audiovisuales. Si nosotros firmáramos con la OMC el libre comercio implicaría que no existan más espacios como el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)” “Esta discusión UNESCO-OMC es sobre todo acerca del rol del Estado y de las posibilidades de las culturas locales más débiles de seguir existiendo, no es sólo económica”, indicó.
Otros datos interesantes para pensar sobre el universo cultural, hace a las posibles leyes, los proteccionismos, los consumos y hábitos de las personas: por ejemplo, en Sudamérica, el acceso en los hogares a Internet creció 198 por ciento en cinco años.
También surgen estadísticas que marcan la concentración de la industria cultural como en el caso de las cuatro empresas transnacionales que aglutinan cerca del 90 por ciento del mercado de telecomunicaciones en la región latinoamericana.
“La idea es instalar el debate sobre la defensa de la cultura porque no es sólo un negocio, primero es un derecho humano. El Sicsur es un instrumento para que la cultura se mida desde los estados, porque debe ser algo soberano. Si no sabemos cómo avanzan los fenómenos culturales, viene una empresa como Google y te pisa”, resumió Calcagno.