Número de edición 8481
Ciencia y Tecnología

A 29 años de la puesta en marcha del reactor RA-6

NVAP / CNEA
Fue el primer reactor de investigación que construyó enteramente INVAP. Hoy se realizan con él experimentos de combustibles, biomedicina e irradiación de materiales. Pero más allá de sus prestaciones, el RA-6 ha contribuido a formar una enorme legión de profesionales y técnicos. Opera en el Centro Atómico Bariloche de la CNEA desde el 26 de octubre de 1982.

El RA-6 fue el primer reactor de investigación que construyó el INVAP de pies a cabeza. Se trataba de una unidad multipropósito que estaría dedicada a la prueba de combustibles, a la experimentación radiomédica y que serviría —asimismo— como espacio docente. El RA-6 contribuyó a formar a centenares de profesionales argentinos y extranjeros, sean físicos, ingenieros, radioquímicos o expertos en materiales.

Posiblemente, el RA-6 haya sido “la llave” para impulsar a la Argentina como país exportador de tecnología nuclear, y su activación fue el primer testimonio de la capacidad de diseño y ejecución de INVAP en materia de proyectos complejos.

El reactor nació en el Departamento de Diseño de Reactores de la CNEA, pero el INVAP el fue responsable de su construcción y de la configuración de los sistemas principales de la planta: la electrónica de control, los componentes del reactor, los mecanismos de detección de rayos gamma y el resto de las instalaciones civiles. Hoy, el RA-6 es operado y mantenido íntegramente por sus propios técnicos y por los estudiantes de Física e Ingeniería Nuclear del Instituto Balseiro.

Se trata de un reactor “de pileta abierta” —originalmente de 500 KW de potencia—, diseñado para usar uranio enriquecido al 20% como combustible. Como novedad presenta un núcleo de configuración variable, que le permite actuar con diversos objetivos a la vez. Hace diez años, se lo adaptó —por ejemplo— para experimentar con un nuevo tratamiento oncológico específico denominado BNCT, sigla inglesa que refiere a la “Terapia por Captura de Boro”, por la que se irradió a un paciente con cáncer. La terapia aún sigue en fase experimental y ya se están tratando ocho pacientes voluntarios con su enfermedad en estado terminal.

En estos últimos meses, se le cambió de núcleo y se le está incrementando su potencia hasta llevarlo a 1 MW. Pero, además, se le modificó su fuente de combustibles original para hacerlo funcionar con siliciuro de uranio de bajo enriquecimiento (menos del 20 por ciento). Se le colocaron los 13 elementos de bajo enriquecimiento —incluidos los 4 de control— y así el RA-6 se convirtió en el primer reactor argentino que funciona con este combustible.

La modificación implicó el cumplimiento de los acuerdos internacionales, para que todas las instalaciones de la CNEA operen con uranio de bajo enriquecimiento como contribución a la no-proliferación nuclear. Se trató de la última etapa del programa internacional acordado con el Departamento de Energía de Estados Unidos, en el marco del Proyecto UBERA 6. Se trata del “Reduced Enrichment for Research and Test Reactors”, un acuerdo que fijó como meta convertir todos los antiguos reactores de alto enriquecimiento (HEU).

La fecha quizás pase inadvertida, pero para “Ciencia y Tecno” significó una gran oportunidad para reactualizar los enormes servicios que aquella iniciativa supo prestar —presta— al país.

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