Número de edición 8481
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Restitución de restos humanos arqueológicos en el sur argentino

Restitución de restos humanos arqueológicos en el sur argentino

La tarea la desarrolló un equipo de científicas del CONICET en la ciudad chubutense de Puerto Madryn y participaron comunidades originarias.

BELÉN MOGNO

El trabajo arqueológico cumple un rol fundamental para obtener registros de la historia de un país como así también de los pueblos que lo habitaron y sus costumbres.

En ese sentido, el hallazgo de restos o pruebas de la preexistencia de las comunidades originarias sirve no solo para dar cuenta de su presencia eb el territorio sino también de sus tradiciones.

En este contexto y de acuerdo a la información a la que pudo acceder Diario NCO, un equipo de científicas del CONICET encabezaron la restitución de restos humanos arqueológicos en la ciudad de Puerto Madryn, provincia de Chubut.

Ciencia nacional

En relación a cómo se dio el descubrimiento, el documento consultado explicó: “El 12 de julio del 2020, frente a la playa de Puerto Madryn, una pareja que había salido a caminar halló un cráneo semi-enterrado en el suelo”.

“Sacaron una foto con el teléfono celular y se comunicaron con la arqueóloga e investigadora principal del Instituto de Diversidad y Evolución Austral (IDEAUS-CONICET), Julieta Gómez Otero”, amplió el escrito.

Tras el aviso de los restos encontrados, el informe expuso que “de inmediato se activó el Protocolo de Tratamiento de Restos Humanos Arqueológicos de Chubut  y se puso en contacto con la Policía Científica de Puerto Madryn, la Subsecretaría  de Cultura y la Dirección  de Asuntos Indígenas de la provincia”.

“Dos semanas más tarde, tal como contempla el protocolo, funcionarios y veedores por las comunidades de Puerto Madryn se convocaron en el lugar para dar inicio a la excavación”, precisó el material.

Detalles de la investigación

Por otro lado y en cuanto al momento en que se trabajó en la zona, el documento señaló: “Cuando  las científicas comienzan a excavar los restos, los instrumentos musicales suenan y las voces elevan plegarias y cantos”.

Al respecto, la arqueóloga Julieta Gómez Otero manifestó que “las comunidades estaban pidiendo newen (fuerza, energía) y permiso a la Mapu (Madre Tierra)  y a los ancestros”.

“Fue muy emotivo, verlo y sentirlo mientras estábamos trabajando. Y es difícil de explicar, pero nos hizo muy bien. Se produjo una gran conexión entre todas las personas presentes”, afirmó la científica.

Proceso de excavación

A su vez, el informe brindó especificaciones del estado de los restos al momento de su hallazgo e indicó que “se encontraban enterrados de forma inusual”.

En ese sentido, el escrito planteó: “La disposición llamó la atención del equipo de científicas que trabajaba en el lugar. Por ejemplo, los dos omóplatos habían sido colocados del mismo lado y algunos huesos largos estaban entremezclados con costillas y vértebras”.

“Se trataba de un entierro secundario; no es la primera vez que observamos este procedimiento. Era una práctica que consistía en desenterrar un cuerpo tiempo después de su primera inhumación, cuando ya las partes blandas se habían degradado”, apuntó Gómez Otero en el escrito.

Además, la especialista explicó que “luego se lo volvía a enterrar pero de una manera muy diferente a la posición anatómica de una persona en vida y mos estudios posteriores confirmarían que los huesos se habían dispuesto en nueve capas, siendo el cráneo el último en colocarse”.

Trabajo conjunto

En lo que respecta a quienes participaron de la investigación, el informe detalló: “El equipo de arqueólogas, antropólogas y biólogas, estuvo conformado por Julieta Gómez Otero, Gabriela Millán, Ariadna Sbovoda y Anahí Banegas; todas pertenecientes al IDEAUS-CONICET”.

Además, a lo largo de las etapas del que imolicaron el hallazgo hasta la restitución, también colaboraron otros organismos científicas y de investigación como así también integrantes de las comunidades originarias.

Por otra parte, el escrito informó que “a solicitud de la Subsecretaría de Cultura provincial y con la autorización de las comunidades originarias, todo el conjunto de restos fue trasladado para su estudio al CENPAT,”.

Asimismo, el documento también indicó que los rrstos “fueron trasladados a los laboratorios de Arqueología y Antropología Biológica del IDEAUS-CONICET y algunos días después, comenzaron a obtenerse los primeros resultados”.

Características del hallazgo

“El análisis bioantropológico indicó que el perfil biológico del esqueleto se corresponde con un individuo de sexo masculino, adulto medio (30-40 años) y con una talla estimada entre 166 y 169 centímetros”, puntualizó la investigadora Gabriela Millán.

Al respecto, Millán se refirió a un estudio que realizó respecto de los restos, y el cual arrojó: “El individuo presenta osteoartritis en vértebras cervicales, vertebras dorsales, en la porción distal del fémur y el peroné derechos”.

Asimismo, otra particularidad que destacó el informe fue que “el sitio del hallazgo, es un médano próximo al mar. Las olas en su vaivén, han roto durante años allí, donde los restos permanecieron enterrados”.

“Las antropólogas encontraron algunas conchillas marinas entre los huesos. Las comunidades han bautizado, entonces, a la persona encontrada ahí como Puel lafken wentru, que en lengua mapuche, significa, ‘hombre del mar del este'”, explicó el escrito.

Origen y rituales

En sintonía con lo expuesto anteriormente, desde el equipo que encabezó la excavación precisaron que “una vez analizados y presentada la información a las comunidades; los restos les fueron restituidos para que puedan, según sus tradiciones y ceremonias originarias, volver a enterrarlo.

“Los huesos, se entierran de la misma forma en el que se encontraron. Tiene que ver con el recorrido que este ancestro debe transitar”, sostuvo el director de Asuntos Indígenas de Puerto Madryn, Cándido Sayhueque”.

En ese sentido, Sayhueque afirmó: “Para nuestras comunidades la muerte es un camino por el que tenemos que pasar y que nos conduce hacia un espacio diferente. Quien lo haya enterrado nos marca, a su manera, el camino a seguir”.

Al respecto, el funcionario agregó que “dejarlo de esa misma forma hace a la cosmovisión de nuestros pueblos y a la voluntad de una persona de nuestra comunidad que decidió sepultarlo en ese lugar y de determinada manera para que comience su viaje hacia la Tierra de arriba; el Huenu Mapu”.

A modo de síntesis, Sayhueque habló de la importsmcia de los restos hallados en tanto antecedentes y enfatizó: “Dan  testimonio de la prexistencia de nuestros pueblos en la región; es señalar la presencia territorial de los pueblos indígenas. Es un testimonio contundente al respecto”.

Prolongación de la comunidad

Por otro lado, para el integrante de la comunidad originaria Lof Julio Antieco, Lucas Antieco “Poder recibir los restos y realizar la ceremonia de restitución es importante porque es la forma de poder continuar y mantener nuestras tradiciones”.

“Llegamos al lugar de la sepultura, luego de haber preparado el cuerpo según nuestras costumbres el día anterior y ahí realizamos una ceremonia con cantos, gritos sagrados y con música”, relató Antieco en el documento consultado por este medio.

Además,el integrante de la comunidad originaria describió y precisó que “fuimos haciendo pequeñas reverencias y colocando muy despacito algunos elementos que van a acompañar al ancestro al wenu mapu: la tierra de arriba o escalinata, universal”.

En  sintonía, Antieco hizo hincapié en el vínculo sagrado que las comunidades originarias tienen con la naturalez y subrayó: “Nuestra cultura está relacionada con el ambiente y compuesta por ríos, arroyos, lagos, el mar, por las montañas, los valles, los cañadones secretos y profundos y el cosmos”.

“Cada familia es parte de ese todo y todos somos iguales. Lo volvemos a la Madre Tierra, porque ella nos tiene reservado un lugarcito para nuestro descanso”, sostuvo el miembro de la comunidad en el escrito difundido.

Por último, la arqueóloga Gómez Otero también se expresó con respecto a la experiencia que atravesó y aseguró: “Es muy importante trabajar de forma mancomunada con otras culturas, con otros saberes”

“Nos formaron desde la academia con la idea que la ciencia es el saber supremo. Esto no es así. Hemos aprendido mucho trabajando junto a las comunidades. La diversidad es maravillosa cuando uno la acepta”, concluyó la científica.

Fuentes fotografías: conicet.gov.ar y postcardsfrommivi.com

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