El Bachillerato popular Ejército de Los Andes, en Ciudadela, cumple una tarea fundamental desde 2010, para que los adultos puedan terminar el secundario. Diario NCO charló con Pablo Díaz, uno de sus directivos, que contó la historia y la proyección a futuro de este centro de estudios comunitario.
El espacio se organiza con asambleas mensuales y cuenta con una Mesa de Género y Diversidades para mantener una perspectiva de género “de manera transversal dentro y fuera del aula”. Apuntan a una construcción “desde la horizontalidad para aportar entre todxs nuevo aire y puntos de vista”.
“La tarea del bachillerato principalmente es garantizar el derecho a la educación para jóvenes y adultos que no terminaron el secundario en tiempo y forma”, inició Pablo Díaz.
Luego, analizó: “Venimos de una historia del sistema educativo que durante los 90´ y los 00´ expulsó a muchos jóvenes que no pudieron terminar sus estudios. Entonces hoy diez o quince años después retoman esos estudios”.
A la vez, Pablo contó que el Bachillerato empezó en el 2010, surgido por un grupo que realizaba tareas de alfabetización en el barrio, como parte del programa Encuentro del Ministerio de Educación. El mismo grupo que empezó a hacer talleres culturales para jóvenes y niños.
“Empezamos a tener contacto con cooperativas de trabajo, parte del programa Pris, que hacían obra pública o tareas de limpieza. Eran personas que ninguno había terminado el secundario. Y nosotros veníamos de un contacto con educadores populares en Moreno”, relató.
La tarea los llevó “directamente a hacer una escuela”. “Más que nada para la gente de las cooperativas. La cuestión es que cuando abrimos el lunes se acercaron vecinos, no los de la cooperativa. Fue la primera camada donde más aprendizaje uno tiene”.
En la actualidad, Pablo considera que “la llegada al barrio es buena. El boca en boca garantiza que nos conozcan. La llegada que tenemos se ve en la cantidad de inscriptos y de egresados año a año. Estamos por la promoción número 13”.
“Hoy seguimos luchando por ser reconocidos por el Estado”
En cuanto a la relación con las políticas educativas, Pablo respondió: “Nuestro Bachi surgió, como todos los Bachilleratos Populares, sin ningún tipo de reconocimiento. Reclamamos ser reconocidos como escuela, que los egresados tengan su título y que el Estado nos ayude a garantizar el correcto funcionamiento del espacio”.
“Todas esas peleas eran en un principio desde una Coordinadora de Bachilleratos que se sentaba con el director de Educación de la Provincia de Buenos Aires a dialogar y así fuimos reconociendo algunas cosas”, sumó.
Y continuó que luego, con la gestión macrista en la Provincia hubo una apertura masiva de CENS, “aunque al interior de los mismos no había nada para poder funcionar”. “Igual se pudo acordar que nos encuadramos en el Programa Fines e íbamos a cobrar nuestro trabajo. También logramos poder elegir a nuestros propios educadores”.
Una vez que se adecuaron al Programa Fines, comentó que lograron un reconocimiento salarial que fue renovado año a año durante la gestión macrista. “Cuando asumió Kicillof en 2019 también renovamos ese acuerdo, siendo la postura de la Provincia de acompañamiento, pero no de hacernos parte completamente de la política educativa”.
“Apuestan a qué terminemos desapareciendo”
Al seguir el análisis de las políticas educativas, Pablo criticó: “Somos como un “accesorio” y creemos que apuestan a que en algún momento terminemos desapareciendo, porque el Fines si bien garantiza los sueldos no pone un peso para el espacio y nosotrxs debemos asegurar que estén los pizarrones, que estén las sillas, etc”.
En el mismo sentido, relató que durante la pandemia “todo esto se acentuó mucho más, ya que el programa ni siquiera comenzó; sostuvimos la cursada, pero el Estado recién transcurridos unos cuantos meses nos proveyó material didáctico”.
“Mientras, seguimos luchando por ser reconocidos por el Estado, ser una escuela con número, y esto podría lograrse a través de un acuerdo con las autoridades regionales de la Provincia. Es toda una pelea administrativa”, detalló.
Además, consideró que la comunidad del Bachillerato “puede dar la discusión de cómo construir políticas públicas de educación para adultos, en un contexto de transformación laboral, familiar y social”.
“En este aspecto la educación tradicional solo plantea modificación de los contenidos pedagógicos/currícula, pero no hay un cambio de las políticas en función de las nuevas realidades”, añadió.
Y lanzó a modo reflexivo: “En eso estamos siempre atentos, aunque sea una tarea de largo plazo, no queremos que el día a día nos lleve puestos sin preguntarnos si somos parte de la construcción de una nueva realidad”.
“Se ve una transformación en la vida de los estudiantes que pasan por el Bachi”
Para finalizar, Pablo balanceó: “Las satisfacciones como educador vienen dadas de la mano principalmente de la visión que tienen lxs estudiantes, su falta de valor o autoestima por no haber terminado el secundario; muchas veces se sienten culpables”
“Construir con ellxs una visión del mundo y una posibilidad de aprender, enfrentar desafíos y descubrir nuevas cosas, nos transforma a todos. Ahí es donde sentimos que todo el camino cobra sentido”, comentó.
“A veces lxs estudiantes no logran terminar el Bachi pero aun así se ve una transformación en ellos, de pronto se animan a ir a pedir un aumento a sus jefes o dejar un matrimonio en el cual la pasaban mal, son pequeñas victorias muy satisfactorias”, concluyó.
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