
Una investigación del CONICET encabezó un avance clave para comprender el funcionamiento molecular del virus y proyectar terapias eficaces
Por Florencia Belén Mogno.
El dengue representa uno de los mayores problemas sanitarios de las últimas décadas y se consolidó como una amenaza creciente en la región. La circulación del mosquito Aedes aegypti y la presencia simultánea de varios serotipos favorecieron la expansión sostenida de la enfermedad.
A escala global, la Organización Mundial de la Salud estimó que cientos de millones de personas contrajeron el virus cada año, mientras que las formas graves continuaron preocupando a los sistemas de salud por su impacto clínico y social. En este escenario, la ausencia de tratamientos antivirales específicos profundizó la necesidad de acelerar la investigación.
La complejidad biológica del virus del dengue dificultó la identificación de blancos terapéuticos eficaces. La replicación viral involucró múltiples procesos moleculares que permitieron al virus ingresar a las células, multiplicarse y diseminarse. Comprender cada una de esas etapas resultó fundamental para definir estrategias de intervención.
A medida que la evidencia científica avanzó, los estudios comenzaron a focalizarse en proteínas del virus esenciales para su supervivencia. Entre ellas, la helicasa NS3 adquirió relevancia por su rol central en la maquinaria de replicación. La función múltiple de esta proteína la posicionó como un objetivo atractivo, aunque poco comprendido hasta el momento. La posibilidad de intervenir sobre su actividad abrió un camino prometedor para el desarrollo de antivirales innovadores.
En este contexto, el CONICET volvió a ocupar un lugar destacado con un proyecto orientado a desentrañar los mecanismos internos del virus. La investigadora Mehrnoosh Arrar, del Instituto de Cálculo Rebeca Cherep de Guber (CONICET-UBA), encabezó una línea de trabajo que se centró en el estudio de la helicasa NS3 mediante el uso de simulaciones computacionales.
El aporte científico del CONICET
De acuerdo con el informe al que accedió Diario NCO, su propuesta analizó cómo esta proteína reguló distintas funciones dentro de la célula infectada y cuáles fueron los puntos críticos que podrían desactivarse para impedir la replicación viral.
El jurado del Premio L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” 2025 reconoció la relevancia de esta investigación al otorgarle a Arrar el primer lugar en la categoría beca. La distinción valoró no solo el aporte científico, sino también el potencial de aplicación que podría traducirse en terapias efectivas.
En ese aspecto, su proyecto se inscribió dentro de los esfuerzos nacionales y regionales por promover la investigación en enfermedades transmitidas por vectores, un campo clave para la salud pública argentina.
Una de las fortalezas del trabajo dirigido por Arrar radicó en su capacidad de integrar herramientas computacionales avanzadas con datos experimentales generados por laboratorios especializados. La articulación entre distintos equipos permitió validar hipótesis, comparar resultados y ajustar modelos. Así, se conformó un enfoque multidisciplinario que enriqueció el desarrollo del proyecto y abrió nuevas líneas de investigación para futuras etapas.
Un posible blanco terapéutico común a los cuatro serotipos
Entre los principales avances se destacó el análisis de la comunicación entre distintos sitios funcionales de la helicasa NS3. Los estudios realizados sugirieron que los mecanismos reguladores de esta proteína estarían conservados en los cuatro serotipos del virus del dengue.
Esta característica la convirtió en un blanco terapéutico especialmente valioso, ya que la mayoría de los fármacos candidatos fallaron frente a la diversidad viral. El hallazgo reforzó la idea de que intervenir sobre la helicasa podría afectar de manera simultánea a todo el espectro del dengue, algo poco habitual en el diseño de antivirales.
El equipo de investigación proyectó, además, una segunda etapa centrada en identificar sitios específicos de la proteína donde podrían unirse posibles fármacos capaces de bloquear su acción.
Este enfoque se apoyó en el diseño racional, una metodología que permite anticipar con precisión las interacciones moleculares antes de pasar a las pruebas experimentales. La estrategia, que combina potencia analítica y eficiencia, se transformó en una herramienta indispensable para acelerar el desarrollo de terapias.
La última fase planteada por el grupo consistió en evaluar computacionalmente una librería de posibles compuestos con actividad antiviral. El objetivo buscó reconocer moléculas que tuvieran capacidad de interferir en la replicación del virus y que pudieran luego ser analizadas en sistemas biológicos controlados. Este tipo de tamizaje inicial constituyó un paso fundamental para optimizar recursos y avanzar hacia resultados concretos con mayor rapidez.
Fuente fotografías: Conicet
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