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Migraña, depresión y sueño: el impacto silencioso en la vida diaria

Migraña, depresión y sueño: el impacto silencioso.
Migraña, depresión y sueño: el impacto silencioso.

Un estudio internacional confirmó que la migraña no es solo dolor de cabeza. Cuando se combina con depresión o trastornos del sueño, la afectación alcanza la vida laboral, emocional y social, multiplicando el sufrimiento de quienes la padecen.

Por Florencia Belén Mogno

La migraña es una condición crónica que no se limita a episodios de dolor de cabeza: actúa como un interruptor que puede desactivar la rutina diaria. Investigaciones recientes mostraron que la combinación de migraña con depresión o insomnio aumenta de forma significativa la carga sobre quienes la sufren.

En ese sentido y de acuerdo con la información a la que pudo acceder Diario NCO, los estudios revelaron que la calidad de vida de estas personas era mucho menor que la de quienes solo experimentaban los ataques de migraña, evidenciando un efecto multiplicador del dolor cuando se suma la afectación emocional y la falta de sueño.

El fenómeno no es homogéneo: afecta de manera particular a mujeres entre 30 y 50 años, un grupo que se encuentra en plena etapa de crianza y desarrollo profesional. El impacto se reflejó en la pérdida de productividad laboral, la dificultad para sostener responsabilidades domésticas y la interrupción de la vida social. Cada crisis se transformó en un doble golpe para quienes convivían con depresión o problemas de sueño.

Los datos indicaron que quienes tenían depresión y migraña reportaron más limitaciones para mantener sus actividades diarias, mientras que quienes sumaban trastornos del sueño eran tres veces más propensos a experimentar deterioro en su desempeño laboral y emocional. Incluso episodios poco frecuentes de migraña afectaron de forma notable la calidad de vida cuando se acompañaban de insomnio o depresión.

La necesidad de un abordaje integral

Especialistas advirtieron que la mayoría de las personas con migraña no buscaba atención médica: solo el 18 por ciento había consultado en los seis meses previos al estudio. Esto reflejó que muchos naturalizaban el dolor y lo manejaban con analgésicos o silencio, normalizando una condición que afecta de manera profunda su bienestar.

De esta manera, los profesionales coincidieron en que el tratamiento requiere un enfoque integral: además del control del dolor, es fundamental atender la calidad del sueño, la salud mental y el contexto laboral del paciente.

El estudio también destacó que la migraña genera efectos sociales y culturales que trascienden lo individual. La necesidad de interrumpir tareas diarias, ausentarse del trabajo o delegar responsabilidades domésticas evidencia que la enfermedad impacta en el entorno y en la dinámica familiar. En este sentido, los investigadores sostuvieron que la migraña funciona como un espejo de las demandas sociales, laborales y emocionales que enfrentan las personas.

Finalmente, el fenómeno mostró que el subdiagnóstico es alto, especialmente en Argentina, donde la migraña no recibe la misma visibilidad que otras enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes. Esta falta de reconocimiento contribuyó a la minimización del dolor, afectando la posibilidad de implementar estrategias de prevención y cuidado.

Impacto emocional y laboral de la migraña

El estudio entrevistó a más de 600 personas y evidenció que la combinación de migraña, depresión y trastornos del sueño afectó de manera directa la vida laboral, emocional y social de los participantes.

En ese aspecto, las mujeres en edad laboral y de crianza reportaron pérdidas de productividad y dificultades para cumplir con sus responsabilidades cotidianas. El doble impacto de los síntomas físicos y emocionales generó un desgaste constante que se manifestó en la incapacidad de sostener un ritmo de vida normal.

Los expertos destacaron que la migraña no puede abordarse de manera aislada. Las condiciones concomitantes, como depresión o insomnio, requieren intervenciones coordinadas que incluyan atención médica, apoyo psicológico y ajustes en el entorno laboral. Además, enfatizaron la importancia de educar a la población sobre la enfermedad, visibilizar sus efectos y promover estrategias de prevención temprana.

En conclusión, la migraña no es un dolor de cabeza menor: es un trastorno que afecta múltiples dimensiones de la vida. Su interacción con problemas de ánimo y sueño demuestra que la salud debe abordarse de manera integral, considerando tanto los síntomas físicos como los efectos emocionales y sociales. Reconocer y atender estas necesidades es un paso clave para reducir el impacto de una enfermedad que muchas veces se vive en silencio.

Fuente fotografías: redes sociales.

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