
Más de 50 alumnos cursan carreras y otros 1560 cursaron UPAMI en 2017. Nunca es tarde para encarar una carrera de grado, comenzar un curso o una actividad social, y en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) cada año son más los inscriptos que rondan la tercera edad y que se animan a dar los primeros pasos por las aulas, con sus pares más jóvenes que están en otra etapa de la vida.
Actualmente, en la UNLaM 50 alumnos que superan los 60 años cursan alguna de las disciplinas y otros 1560 realizaron, el año pasado, los cursos gratuitos del programa Universidad para Adultos Mayores Integrados (UPAMI).
La tercera edad resulta ideal para concretar sueños o viejos anhelos, encontrar nuevas oportunidades que complementen el tiempo libre que se torna más que ocioso, o bien actividades que renueven lo cotidiano.
Para Raquel Matzner, de 76 años y tan solo cinco materias para obtener el título de abogada, la UNLaM le abrió las puertas para cumplir con uno de los pedidos de sus familiares que era continuar una carrera de grado, dado la capacidad y la adaptación que tuvo al finalizar con el secundario para adultos pasados los cincuenta pirulos.
“Estoy muy agradecida con la Universidad porque, a través de Bienestar Estudiantil, me brindó la chance de seguir apostando al estudio, ya que, en el primer año de Abogacía, falleció mi marido y fue un golpe duro”, explica.
Asimismo, esta vecina de Ramos Mejía y bisabuela siente cada materia que cursa como si fuera la última, ya que luego de recibirse de Procuradora en la UNLaM volvió a “sentirse útil” y con ganas de continuar otra carrera, apenas culmine la actual de Abogacía.
En tanto, Olga García, de 65 y con doce materias de Administración, cada día que viene a la Universidad disfruta del compañerismo y la aceptación de los más jóvenes, la exigencia del cuerpo docente que la hace prepararse en cada examen como si fuera el primero y también aprender de las novedades tecnológicas que le depara su celular o la notebook.
“La idea de ingresar a la UNLaM tuvo que ver con ayudar en los negocios a mi familia, tanto a mi esposo como a mi hijo, y aplicar los conocimientos adquiridos y las vivencias explicadas por cada profesor”, fomenta García quien coincide con Matzner en lo práctico que son los más jóvenes para adaptarse a la vida académica.
Por su parte, a los 72 años, Juan Quiroz viene todos los sábados a la UNLaM para terminar inglés y computación, las dos materias pendientes para alcanzar la Licenciatura en Ciencia Política.
“Siempre me gustó estudiar y de hecho también me gusta enseñar ya que doy una materia en un sindicato”, cuenta con entusiasmo este matancero fanático del peronismo.
Retomar una carrera o un curso después de los 60 años puede ayudar a prevenir enfermedades mentales de la edad, reducir el riesgo de depresión, mejorar la calidad de envejecimiento y también recuperar roles sociales, tal como sostienen los entrevistados al coincidir que es “raro que sientan un dolor”.
Las aulas de la UNLaM, entonces, se tornan ideales para decir presentes en estos desafíos, vencer miedos y excusas originadas en la edad o en la respuesta cognitiva, y como coinciden “sentirse vivos”, con las otras generaciones y consigo mismos, ya sea a través de las aulas, los grupos de whatsapp o los amigos virtuales de las redes sociales.