
CFK. Confieso a esta altura de mi vida, luego de haber pasado los últimos años de la misma transitando los mejores, que muy pocas veces me quedé tan hipnotizado frente a una pantalla que detesto -salvo muy raras excepciones- por su habitual vertido de vulgaridades y parcialidad en contra de todo aquello que choque sus propios intereses. Esta tarde de feriado fue una de esas excepciones ya que, como una enorme parte de nuestra apetecible Argentina, aguarde con impaciencia el inicio del acto de la Presidenta del Corazón, aun intuyendo el final por adelantado.
Por: Carlos Galli
carlosgalli@yahoo.com
Más allá del lamentable racconto de todas las ruindades y canalladas que cometieron estos millonarios encaramados en el gobierno, ya que el verdadero poder lo detentan otros aún más obscenos, no puedo no detenerme en ese dramático desfile de personas tan iguales a mí (nosotros), que no debieran tener por qué subir a un escenario para exhibir el rosario de calamidades que los acosa.
Las científicas, los estudiantes, los granjeros bolivianos, la prolífica mamá de siete hijos, el matrimonio de jubilados con sus achaques y desprovistos de medicinas, el remisero y su lucha de catorce horas por día/mes/año tras un volante tal vez ajeno, el panadero industrial devenido en artesano, la empresaria de la carne y…..
Dejé ex profeso, para el final de esta enumeración que sobrevivió en mi memoria, a la compañera que con mucho esfuerzo, coraje y dignidad lleva adelante uno de los tantos comedores que habían pasado al olvido y que esta banda de ladrones no contabilizan dentro de la pesada herencia.
Pero, exactamente el punto al que quería llegar, y que me arrancó lágrimas solitarias, que no pude ni quise sofrenar, fue la mención a los papás que no van a comer por… vergüenza.
Y me pongo en su lugar, en sus brazos, sus cabezas, su mesa vacía el domingo pasado, en su computadora, en su pala y su cuchara de albañil, en todas sus potencialidades ociosas, en la mirada esquiva frente a la de hijos que no puede alimentar, en el golpe injustamente descargado sobre su compañera y me indigno.
¿Vergüenza? Vergüenza tienen que tener los que los llevaron a esa situación; vergüenza tienen que tener los dueños de apellidos que amasaron fortunas a costa de sus esfuerzos y padeceres; vergüenza tienen que tener jueces y fiscales tan deshonestos como su inconsciencia se lo permita; vergüenza tienen que tener políticos y gremialistas con vidas infinitamente superior a las de sus representados; vergüenza tienen que tener los dueños de diarios, radios y canales que envenenan a diario la vida de millones de personas.
Y vergüenza tiene que tener, una vergüenza enorme, gigantesca que englobe todas las otras en la suya, es quien cree ser el presidente de la Nación, ya que es el ÚNICO responsable de esta situación de miedo, angustia, depresión, encono y resentimientos que instaló en el país.