
La pequeña artista de 11 años debutó con un tema pop rock que explora los vínculos y el amor en la era de las redes sociales, ofreciendo a su público un espacio de identificación y expresión.
Por Florencia Belén Mogno
En los últimos años, la industria cultural había visto surgir una cantidad creciente de proyectos artísticos que buscaban hablarle directamente a niñas, niños y preadolescentes desde sus propios códigos.
La circulación en redes, el contacto permanente con contenidos audiovisuales y la participación temprana en plataformas de creación impulsaban nuevas formas de expresión donde se combinaban sonoridades accesibles con temáticas profundamente vinculadas a la vida cotidiana escolar y a los vínculos de amistad.
Dentro de este escenario, la figura de artistas jóvenes cobró visibilidad a partir de producciones que apostaban por una estética cercana, sensible y, al mismo tiempo, empoderada. Las canciones centradas en la amistad, el primer amor, los desafíos del entorno digital y la convivencia entre infancia y adolescencia se convirtieron en un puente para que el público más joven encontrara espacios seguros de escucha e identificación.
En ese marco emergió Leo Qüin, quien en la segunda parte de su nota con Diario NCO relató cómo su debut artístico representó la realización de un sueño que perseguía desde pequeña y cómo AMIX, su primera canción, la llevó a transformar sus experiencias personales en una propuesta musical destinada a acompañar el crecimiento de quienes la escuchaban.
Una promesa musical
Hay jóvenes que sueñan con ser astronautas, doctores o estrellas del deporte, vos soñás con cantar, ¿Qué es lo que más te gusta de ese sueño de poder llevarlo a la realidad?
L.Q: Lo que más me gusta es que mi música llegue a los corazones de la gente, que escuchen mis canciones y les guste mi música ya que no hay chicas, nenas chiquitas haciendo rock.
Estás creciendo rodeada de música, ¿Qué aprendiste de la gente grande del mundo artístico y qué te gustaría enseñarles a ellos?
L.Q: Lo que aprendí es saber cómo pararse en un escenario, interpretar una canción y conectar con el público. Me gustaría agradecerle a María Becerra que me ayudó, me apoyó, diciéndome ‘¡Dale Leo, vos podés!”, y también gracias a Pato Sardelli que con toda la amabilidad del mundo dijo en un concierto: ‘Ella canta hermoso, va a tener una carrera muy buena”.
En ese sentido, ¿cómo te imaginás que suena la felicidad? Si tuvieras que convertirla en una canción, ¿qué sonidos o palabras tendría?
L.Q: Sonaría un rock pop como lo que a mí me gusta. Las palabras que tendría serían amor, amigues, familiares, sonrisas, amabilidad, ser bueno con el otro, juegos y muchas más. Sonaría como “Amor de Verano”, una canción que a todo el mundo les hace feliz.
A veces los escenarios pueden dar un poco de miedo, ¿Qué pensás justo antes de salir a cantar para transformar los nervios en energía?
L.Q: La verdad, porque no hay que mentir, es que yo pienso que me va a salir súper mal y me he bajado de un escenario diciéndome ‘me ha salido horrible, no quiero volver’, pero sigo. Lo que yo pensaría en un caso que a veces no me pasa, es que ‘me va a salir bien, tranquila, conocés al escenario mucho desde chiquita’, eso me diría a mí y a otras personas que quieran empezar que tengan mentalizado el foco pensado como un ritual. El mío empieza con los ejercicios de vocalización y pensar en lo positivo como ‘me va a salir bien, no me va a salir mal. A la gente le va a gustar y a mí también. Me voy a divertir que es lo más importante’.
Tu generación vive en un mundo lleno de pantallas y redes, ¿Qué cosas lindas te gustaría que no se pierdan de la vida “sin pantalla”?
L.Q: Lo que diría es que hay que conectarse con la tierra e ir a la plaza, la playa, la montaña, que es lo que más tenemos acá en Argentina y que yo amo. Conectarse con el sol y el universo porque yo creo en el universo, entonces manifiesto. También, salir con amigues a la plaza, ir a una fiesta, estar con los familiares, no importa donde sea, pero que no estemos con el teléfono.
Si tu voz pudiera cambiar algo en el mundo, aunque fuera mínimo, ¿qué te gustaría que cambie?
L.Q: Lo que cambiaría es la desigualdad entre la gente, me pone muy mal que haya tanta desigualdad. Lo que yo pueda hacer, aunque sea un cambio chiquitito a mí me hace bien. También, este año me pasó algo muy feo sobre la diversidad porque la gente no entiende que el amor no es solo una mujer y un hombre. El amor puede ser entre una mujer y una mujer, entre lo que ella o él quiera. Para mí, no tiene género el amor.
Por último, ¿qué le dirías a los opinologos?
L.Q: Me gustaría que la gente grande y la gente chica no juzgue sobre eso porque a mí me pasó este año con una amiga que por agarrarnos de la mano una maestra pensó que éramos lesbianas, entonces nos decía todo el tiempo que nos separemos y la verdad que opinar de eso no le incumbe a nadie porque es sobre esa persona. Y, además, ¿Para qué opinar? Es sobre mi cuerpo o su cuerpo y me parece que eso hay que cambiarlo.
Fuente fotografías: equipo Leo Qüin.
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