Número de edición : 8938

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“Los clubes tienen que ser de la comunidad y no depender de quién los maneje”

Juan Enríquez. planteó su propuesta de trabajo.
Juan Enríquez. planteó su propuesta de trabajo.

Juan Enríquez es integrante de Camino a la Victoria, y en diálogo con Radio Hexa, planteó la necesidad de avanzar en la regularización dominial de los clubes de barrio como eje para fortalecer la organización comunitaria y reconstruir el vínculo entre el Estado y los vecinos en los barrios populares de La Matanza. Así mismo, tocó el rol que cumplen los clubes como espacios de contención y reconstrucción de lo social.

Por Giuliana Salmonte Siciliano
Gmail: giulianasalmontesiciliano@gmail.com

En primer lugar, Juan Enríquez remarcó que su propuesta de trabajo gira en torno a la regularización dominial de los clubes de barrio, entendiendo que se trata de una herramienta clave para garantizar su autonomía y su permanencia en manos de la comunidad. Según explicó, contar con escrituras y documentación en regla permitiría a estas instituciones acceder a beneficios y programas provinciales.

En ese sentido, puso el foco en los clubes ubicados en zonas como Laferrere, Rafael Castillo, González Catán y Virrey del Pino, donde muchas de estas instituciones nacieron por la organización vecinal. “La gente marcó la canchita, levantó el playón, puso el tejido”, señaló para describir un proceso de construcción colectiva que se remonta a décadas atrás, cuando en cada barrio popular había espacios comunes.

Para el referente de la Villa Palito, la regularización de estos espacios también es una oportunidad para volver a escuchar a los vecinos y reconstruir la participación política desde abajo, por lo que, advirtió que una gran cantidad de matanceros no fue a votar en las últimas elecciones por falta de motivación y representación, y consideró que los clubes pueden convertirse nuevamente en ámbitos de encuentro donde se discutan problemas concretos y se proyecten soluciones colectivas.

Al momento de hablar sobre la cuestión urbana, aclaró que la urbanización no debe limitarse a grandes obras, sino que también implica mejoras básicas en los barrios populares: veredas, desagües, plazas y espacios seguros para que los chicos puedan jugar. En ese marco, reconoció la complejidad de gestionar un distrito como La Matanza, al que definió como “una provincia”, y sostuvo que la organización barrial es fundamental para que los recursos lleguen de manera más equitativa.

Por otro lado, Juan Enriquez reflexionó sobre las dificultades estructurales que enfrentan los dirigentes que surgen de los barrios humildes para acceder a cargos de poder, en un sistema político donde los recursos económicos suelen ser determinantes. Aun así, expresó que no pierde la esperanza de que nuevas generaciones, puedan llevar las realidades de los barrios a los espacios de decisión.

Vivir en un humedal y la deuda estructural del Estado

El referente de Camino a la Victoria se refirió a la situación de las familias que viven en zonas de humedales, en el cual, remarcó que nadie elige instalarse en esos lugares por voluntad propia, sino que se trata de una consecuencia directa de la falta de políticas habitacionales sostenidas, que terminan agravando las condiciones.

En ese marco, planteó la necesidad de encarar obras de fondo, como estudios de ingeniería hidráulica y proyectos a largo plazo que permitan resolver la problemática sin improvisaciones. Aun así, reconoció que muchas de estas intervenciones requieren plazos de tres a cinco años, lo cual choca con los tiempos políticos.

Para el dirigente, uno de los principales obstáculos es que los proyectos estructurales quedan relegados cuando los funcionarios priorizan la reelección por sobre la continuidad de políticas públicas, lo que termina dejando a miles de familias atrapadas en situaciones de vulnerabilidad permanente.

Villa Palito, el rol de los curas villeros y la fuerza de voluntad

Juan nació y se crió en la Villa Palito, por eso, puso en valor el rol que cumplen los curas villeros y sus equipos técnicos en los barrios populares, a quienes definió como actores con un compromiso sostenido y cotidiano con las realidades más duras del conurbano. Según explicó, ese acompañamiento es clave para quienes asumen responsabilidades de gestión desde lugares donde todo es nuevo.

En ese recorrido, recordó su experiencia en la villa, donde cargó con la responsabilidad directa sobre la situación de unas 1.350 familias, lo que equivale a cerca de 10 mil habitantes. En ese contexto, subrayó que prometer una vivienda no es un gesto discursivo, sino una obligación que atraviesa generaciones.

Finalmente, reflexionó sobre las desigualdades de origen y las condiciones de partida que existen entre quienes crecen en barrios populares y quienes lo hacen en sectores acomodados. Sin idealizar la pobreza, sostuvo que hay una fortaleza que distingue a los barrios humildes: la voluntad de sobrevivir y salir adelante. “Ellos empiezan con ventaja”, señaló al referirse a quienes acceden sin obstáculos a la educación y a mejores oportunidades, pero afirmó que la capacidad de esfuerzo, trabajo y resiliencia que se construye en los barrios es una reserva social que no puede ser ignorada.

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