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Crisis de sífilis en el país: un avance silencioso marcado por menos prevención y un Estado en retroceso

Sífilis. Un avance silencioso marcado por menos prevención.
Sífilis. Un avance silencioso marcado por menos prevención.

Argentina registró 36.702 casos de dicha afección en 44 semanas de 2025, con un incremento del 20,5 por ciento y una distribución estatal de preservativos que cayó 64 por ciento.

Por Florencia Belén Mogno

La situación sanitaria vinculada a las infecciones de transmisión sexual mostró un deterioro sostenido en los últimos años en Argentina. Entre los indicadores más preocupantes se encontró el avance de la sífilis, una infección totalmente prevenible que volvió a posicionarse como una de las principales alertas epidemiológicas del país.

El aumento de casos reflejó un escenario donde las políticas de cuidado retrocedieron y las herramientas básicas de prevención perdieron presencia en los territorios, con un impacto directo y profundo en las juventudes urbanas y también en zonas con menor acceso al sistema de salud.

Según el documento al que accedió Diario NCO, durante las primeras 44 semanas de 2025 se notificaron 36.702 casos de sífilis, con un incremento del 20,5 por ciento respecto del año anterior.

Información oficial y retroceso de las políticas públicas

Los datos mostraron que el 76 por ciento de los contagios correspondió a personas de entre 15 y 39 años, lo que evidenció un impacto contundente en las juventudes. Al mismo tiempo, la distribución estatal de preservativos atravesó un desplome significativo: en 2024 se entregó solo el 14 por ciento de lo presupuestado, lo que representó una caída del 64 por ciento en relación con el año previo.

El panorama sanitario se agravó por varios factores combinados. La reducción de insumos gratuitos dejó a amplios sectores sociales sin acceso a la principal barrera preventiva contra las ITS.

La compra de anticonceptivos y preservativos se volvió más costosa por la inflación y la caída del poder adquisitivo, lo que generó una diferencia marcada entre quienes podían comprarlos y quienes dependían de la provisión pública. La ausencia de campañas masivas de información provocó además que muchos síntomas pasaran inadvertidos y que personas con signos iniciales de la infección no consultaran a tiempo.

Las consecuencias de ese retraso se replicaron en múltiples esferas. La falta de diagnósticos tempranos aumentó las probabilidades de transmisión y generó más casos que avanzaron hacia etapas secundarias o terciarias, con riesgo para la salud individual.

También se registró un incremento de consultas tardías, lo que impactó en la capacidad de los centros sanitarios para contener la demanda. En muchos barrios, especialmente del conurbano bonaerense y de áreas periféricas, se observaron dificultades para acceder a turnos o para realizar controles regulares en centros de salud de cercanía.

Juventudes, desinformación y estigma

El informe señaló que la combinación de desinformación, estigma y desfinanciamiento conformó un escenario ideal para la propagación silenciosa de la sífilis. La percepción social sobre las ITS también influyó en la actitud preventiva: en distintos espacios se instaló la idea de que la infección pertenecía al pasado o que representaba un riesgo menor, lo que favoreció prácticas sexuales sin métodos de barrera.

En sintonía con lo planteado, el reporte señaló que la minimización del riesgo se intensificó entre sectores jóvenes que priorizaron la inmediatez del encuentro sexual sin incorporar el cuidado como una dimensión central.

Las instituciones médicas sumaron advertencias. El Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires emitió una alerta por el crecimiento sostenido de sífilis, gonorrea y VIH, y definió el panorama como un “riesgo inminente para la salud pública”.

Esa preocupación coincidió con evaluaciones realizadas por distintos organismos que remarcaron la necesidad de restablecer políticas activas, reforzar la prevención y recuperar la presencia del Estado en materia de salud sexual.

La información también destacó que el cuidado no dependía únicamente de acciones individuales, sino de un entramado colectivo que articulaba educación, acceso a insumos, diagnóstico y acompañamiento sanitario.

Cuando ese entramado se debilitó, el impacto se multiplicó: más personas dejaron de testearse de manera regular y más embarazos avanzaron sin controles estrictos, lo que derivó en un aumento de casos de sífilis congénita, una condición que es cien por ciento prevenible. Cada diagnóstico de transmisión materno-infantil representó la evidencia de una cadena de fallas donde confluyeron falta de información, falta de acceso y ausencia de políticas sostenidas.

Recomendaciones y desafíos hacia adelante

Las recomendaciones que surgieron del análisis fueron concretas. En primer lugar, se destacó la importancia de realizar pruebas periódicas, especialmente para quienes tuvieron múltiples parejas sexuales en los últimos meses.
En segundo término, se remarcó el retorno a los métodos de barrera como estrategia central para evitar infecciones. Y, finalmente, se señaló la necesidad de mantener controles prenatales estrictos para garantizar embarazos seguros y prevenir diagnósticos tardíos.

El escenario planteado dejó una pregunta abierta para las autoridades sanitarias y para la sociedad en general. La evidencia mostró que la sífilis avanzó en simultáneo con el retroceso de las políticas de cuidado. Mientras su presencia creció entre las juventudes y se profundizaron las desigualdades de acceso, las herramientas para contenerla quedaron relegadas.

En ese punto y para concluir, se destaca que el desafío, entonces, consistió en reconstruir una política pública integral, permanente y accesible que permitiera frenar una curva que ya había alcanzado niveles sin precedentes.
Fuente fotografías: redes sociales.

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