
La Defensoría del Pueblo bonaerense presentó una encuesta destinada a relevar cómo utilizan los teléfonos celulares distintos grupos etarios y qué nivel de conciencia existe sobre los riesgos asociados a la exposición digital cotidiana. La iniciativa apunta a identificar patrones de uso, comportamientos naturalizados y factores de riesgo presentes en la vida diaria.
Por Florencia Belén Mogno
El teléfono celular se convirtió en un objeto central en la organización de la vida cotidiana. Su uso atraviesa dinámicas laborales, educativas, familiares y sociales, y formó parte de las rutinas desde edades cada vez más tempranas.
En este escenario, distintos organismos públicos y organizaciones especializadas comenzaron a estudiar los efectos del uso intensivo de pantallas, así como los comportamientos que se consolidaron sin que la sociedad tomara plena dimensión de sus impactos.
La discusión sobre salud digital atravesó la agenda pública porque el celular ya no funciona únicamente como una herramienta de comunicación, sino como un dispositivo de consumo, entretenimiento, interacción social y gestión de tareas.
La multiplicidad de funciones amplió los tiempos de exposición y transformó hábitos que antes no estaban vinculados a la tecnología, lo que generó nuevas preguntas sobre la regulación, la prevención y la educación ciudadana.
En este contexto general, la Defensoría del Pueblo bonaerense lanzó una encuesta destinada a relevar cómo, cuándo y para qué se utiliza el celular en distintos momentos del día. Según el documento al que accedió Diario NCO, la iniciativa buscó medir el nivel de exposición, los comportamientos asociados al uso en situaciones sociales y los conocimientos existentes sobre los riesgos vinculados a la vida digital.
Una herramienta para comprender hábitos naturalizados
En sintonía con lo planteado anteriormente, cabe mencionar y destacar que el cuestionario se presentó de forma online y completamente anónima para facilitar el acceso de toda la población.
La Defensoría señaló que la herramienta se enfocó en conocer el tiempo de pantalla, las prácticas habituales frente a otras personas y las costumbres vinculadas al uso del celular mientras se realizan otras actividades, como manejar o cuidar a menores.
Los datos preliminares presentaron la necesidad de indagar de manera más profunda la relación entre el dispositivo y los hábitos que la población adoptó sin advertir cambios en su bienestar emocional o en su entorno.
El documento incluyó también un apartado específico para menores de 18 años, con el objetivo de identificar patrones de uso en contextos educativos, familiares y sociales. Esta segmentación resultó fundamental para reconocer diferencias entre generaciones y para analizar si la naturalización del uso intensivo genera problemáticas específicas en la adolescencia.
La importancia de medir aquello que no se advierte
El informe resaltó que la encuesta cumplió un rol clave porque permitió preguntarse por comportamientos muchas veces automatizados. Según el texto, “preguntar sobre estos usos que tenemos naturalizados y que muchas veces generan problemas que no advertimos o no dimensionamos nos da la posibilidad de generar herramientas efectivas para actuar ante esta problemática, sobre todo en el caso de las y los más chicos”.
La Defensoría sostuvo que la exploración de estos hábitos permitiría construir estrategias que contemplaran la realidad digital actual, donde la inmediatez, la multitarea y la hiperconectividad se volvieron elementos permanentes de la experiencia social.
En ese aspecto, la recopilación de datos buscó, además, aportar evidencia para promover campañas de concientización y fortalecer el acompañamiento de familias y comunidades educativas.
Asimismo, el documento consultado puntualizó que el análisis de los comportamientos cotidianos permitiría identificar conductas de riesgo vinculadas al uso del celular en situaciones inapropiadas.
Entre ellas mencionó el empleo del dispositivo durante la conducción vehicular, una práctica que incrementó la probabilidad de incidentes viales y que muchas personas desestimaron bajo la percepción de control o de hábito incorporado.
Uso en menores de edad y ambientes educativos
Otro aspecto destacado del relevamiento fue el análisis de los usos en la población menor de 18 años. La Defensoría señaló que el celular se consolidó como un dispositivo central en la socialización adolescente y que su integración en ámbitos escolares generó tanto oportunidades como desafíos.
El apartado específico buscó determinar cuánto tiempo de pantalla utilizaron las y los estudiantes, de qué modo la presencia del teléfono influyó en la dinámica escolar y cómo se relacionaron con el dispositivo cuando estaban con amistades o familiares.
El informe remarcó que registrar estos comportamientos permitiría dimensionar si la presencia constante del celular afectó la concentración, el descanso y la estabilidad emocional en edades tempranas.
También subrayó que la identificación de estos patrones sería fundamental para discutir regulaciones escolares y promover criterios pedagógicos que contemplaran la alfabetización digital crítica, en lugar de limitarse únicamente a medidas prohibitivas.
A su vez, el documento destacó la necesidad de abordar los efectos de la exposición prolongada a pantallas en la salud mental adolescente. El relevamiento de hábitos permitiría analizar si existieron síntomas vinculados al uso excesivo, como irritabilidad, dificultades para dormir o desconexión con el entorno presencial.
Hacia una política pública basada en evidencia
En la última parte del informe, la Defensoría subrayó que la encuesta se constituyó como un insumo valioso para construir políticas públicas de salud digital. La recolección de datos permitiría identificar tendencias, contrastar percepciones con comportamientos reales y evaluar el impacto de la tecnología móvil en la vida diaria.
El organismo enfatizó que la discusión sobre la adicción al celular no debe reducirse a un diagnóstico aislado, sino analizarse como un fenómeno cultural y social. El estudio de los hábitos permitiría comprender cómo las rutinas tecnológicas atraviesan la vida en comunidad y qué desafíos emergen de ello para la construcción de entornos seguros y saludables.
Por último, la Defensoría invitó a la ciudadanía a participar del cuestionario a través del enlace publicado en el documento (encuestas.defensorba.org.ar), con el objetivo de ampliar el alcance del relevamiento y fortalecer las acciones de prevención en materia de salud digital.
Fuente fotografías: Defensoría del Pueblo bonaerense.
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