Número de edición : 8909

Destacadas

“A mi hijo no lo atropellaron: lo mataron y lo dejaron tirado en la ruta”

Rolon. “A mi hijo no lo atropellaron".
Rolon. “A mi hijo no lo atropellaron”.

Hilda Rolón, mamá de Agustín, el joven arrollado en el kilómetro 38, en busca de que se difunda el caso, estuvo en No te Duermas, programa de Radio Hexa, donde denunció que el caso no fue un accidente, sino un homicidio que intentan encubrir. En su relato, contó el momento en que recibió el aviso, cómo encontró a su hijo y el desesperado pedido por respuestas en un sistema que la dejó sola.

Por Giuliana Salmonte Siciliano
Gmail: giulianasalmontesiciliano@gmail.com

Hilda recuerda con una mezcla de dolor y desconcierto el llamado que recibió aquel jueves 13 de noviembre, pasadas las ocho de la noche. Le dijeron que su hijo había tenido “un accidente”, pero desde el inicio le sonaba que la versión no encajaba. Cuando llegó al lugar, la escena fue escalofriante: Agustín estaba tendido en el asfalto, cubierto apenas por una bolsa negra y una toalla llena de sangre. La policía ni siquiera le permitió acercarse. Su hijo, según contó, había salido como todos los días rumbo al kilómetro 38 para ver a su bebé, a quien nunca dejaba de visitar.

Mientras esperaba durante horas la llegada de la Policía Científica, Hilda solo pensaba en darle un lugar donde descansar, pero con el correr de las horas comenzaron a aparecer los primeros testimonios que derrumbaron la idea del accidente. Vecinos y trabajadores que pasaban por la zona contaron que dos jóvenes iban a gran velocidad, cruzando en rojo desde el kilómetro 42, y que tras embestir a Agustín intentaron huir. Incluso, según esos relatos, llevaban una mochila con pertenencias que podrían haber sido robadas.

La familia comenzó entonces a reconstruir lo sucedido. Para Hilda fue evidente desde el primer día que su hijo no había muerto por un descuido vial. “A él lo mataron”, sostuvo. La bronca creció al descubrir que quienes manejaban la moto nunca quedaron detenidos, pese a que esa noche, la policía le aseguró que estaban retenidos en una comisaría. Cuando fue a buscar información al día siguiente, le respondieron que “ni pisaron la seccional”.

La desprolijidad y la negligencia quedaron registradas desde el primer minuto. No le informaron en qué hospital fueron llevados los sospechosos, no recibió documentación, y recién logró enterrar a su hijo casi una semana después, con el cuerpo deteriorado por el paso del tiempo. Tampoco obtuvo explicaciones claras del fiscal de la causa, a quien aún no pudo escuchar. Todo este recorrido, según explicó, la obligó a buscar por su cuenta datos que la justicia debería haberle brindado desde un principio.

Hilda hoy está sostenida por el amor de sus otros hijos y por la necesidad de obtener justicia. Siente que lo que le ocurrió a Agustín podría haberle sucedido “a cualquiera”: a un peatón, un niño, una familia. Su reclamo es directo: que los responsables sean identificados, que se determine si realmente eran menores, que se investigue por qué fueron entregados a su madre sin ser detenidos y por qué nadie respondió por la muerte de su hijo. Lo que busca, es simple: “Alguien tiene que pagar”.

Irregularidades institucionales y silencios en la investigación

La mala acción institucional que atravesó la familia Rolón exhibe una serie de contradicciones oficiales que aún nadie explicó. La noche del hecho, la policía garantizó que los involucrados habían sido trasladados a una dependencia del kilómetro 35; sin embargo, al presentarse allí, Hilda recibió la respuesta opuesta. A esto se sumó la falta de documentación formal sobre el procedimiento, una ausencia que alimentó las sospechas sobre los motivos por los que los presuntos responsables quedaron en libertad.

Otro punto crítico es la información incompleta o errónea sobre el hospital en el que habrían sido atendidos. Ni la policía ni la fiscalía confirmaron en qué centro de salud fueron revisados ya que quedaron heridos luego del choque, algo básico en cualquier causa con gente implicada de esta forma. Además, la familia cuestionó el accionar de la Policía Científica y de la forense, ya que incluso el certificado necesario para el entierro llegó con errores. Son fallas que, acumuladas, dilatan la investigación y golpean a una madre que todavía está duelando a su hijo.

Movilización familiar y pedido de justicia

La necesidad de visibilizar el caso llevó a la familia y allegados a cortar la ruta en el kilómetro 35, en un intento por acelerar una causa estancada desde el primer día. La protesta surgió luego de que el velorio se demorara por trámites mal realizados y por la falta de respuestas directas de la fiscalía. Para Hilda, fue la única vía posible ante un Estado que nunca actuó como correspondía.

La familia insiste en que la difusión pública es hoy su principal herramienta. Temen que, sin presión social, el expediente quede archivado o que nadie investigue si los responsables realmente son menores y si la moto que manejaban era robada, como les informaron inicialmente. El objetivo es evitar que el caso se diluya y que la muerte de Agustín se convierta en una estadística más dentro de la impunidad cotidiana en los barrios.

Te Puede Interesar:

https://www.instagram.com/diarioncomatanza
https://facebook.com/diarionco

https://youtube.com/@diarionco2150

Artículos Relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver al botón superior