
Economía. En su columna en No Te Duermas, el economista Dario Banga analizó los últimos datos del INDEC: una inflación mensual del 2,3% y una canasta básica total que supera los 1,2 millones de pesos para un hogar de cuatro integrantes. Con salarios que no alcanzan y un consumo en caída, el diagnóstico es contundente: en la Argentina actual, incluso quienes trabajan permanecen debajo de la línea de pobreza.
En su acostumbrada columna de Economía en el programa No Te Duermas de Radio Hexa, el economista Dario Banga abordó los recientes datos de inflación difundidos por el INDEC y los relacionó de manera directa con el deterioro de los ingresos familiares, la retracción del consumo y la pérdida de movilidad social en la Argentina.
Los datos oficiales del INDEC indican que en octubre de 2025 la inflación mensual fue de 2,3 %. En tanto, la variación acumulada en lo que va del año llegó a 24,8 %, y la variación interanual se ubicó en 31,3 %.
“Este dato refleja que la mayoría de los argentinos que trabajan no pueden superar la pobreza. Trabajan y son pobres. La idea de ascenso social quedó en el pasado. La mayoría tiene pluriempleo para poder subsistir”.
Banga remarcó que, junto con los precios, el INDEC divulga también la valorización de la canasta básica alimentaria y de la canasta básica total en el Gran Buenos Aires, la cual permite establecer los umbrales de indigencia y pobreza. El dato destacado: un hogar de cuatro integrantes necesita 1,2 millones de pesos mensuales para no ser considerado pobre.
“Rompe un poco el esquema en el cual en una casa alcanza con que una persona trabaje. Eso hace tiempo se perdió, porque muy pocos trabajos superan esa línea de ingreso”.
En su análisis sobre el estado del consumo, Banga puntualizó que los comercios lo resienten directamente: “Cuando uno tiene una tarea que implica hablar con clientes, te das cuenta que no hay movimientos, los negocios no venden, las facturaciones están en caída en gran parte de los rubros, porque no hay consumo, y no hay consumo porque la gente lo poco que cobra lo destina al pago de servicios y lo que le queda intenta llegar a fin de mes.”
Y agregó: “Mucha gente se endeuda para comprar comida”.
En efecto, la combinación de una inflación mensual de 2,3 % que erosiona los ingresos, junto con una acumulación del 24,8 % en lo que va del año, genera un escenario donde los salarios quedan fuertemente presionados y las familias deben recurrir al crédito de consumo para cubrir lo básico.
El diagnóstico final de Banga es contundente: la movilidad social ascendente, históricamente parte del relato económico argentino, quedó fuera de alcance para muchos. Con una inflación que continúa erosionando los ingresos y una base de empleo que no garantiza superar el umbral de la pobreza, trabajar ya no implica dejar de ser pobre.
Por ello, mientras la inflación siga por encima de los ingresos reales, la discusión económica se vuelve también una discusión social: en este momento, trabajar ya no garantiza dejar de ser pobre.
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