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Cada minuto cuenta: la detección temprana de un ACV puede salvar vidas

ACV.  La detección temprana de un ACV puede salvar vidas.
ACV. La detección temprana de un ACV puede salvar vidas.

En Argentina, más de 120 mil personas sufren un accidente cerebrovascular cada año y alrededor de 40 mil mueren. La prevención, la educación comunitaria y el reconocimiento de síntomas son claves para reducir la mortalidad y las secuelas.

Por Florencia Belén Mogno

El accidente cerebrovascular (ACV) se convirtió en uno de los principales desafíos de salud pública del país. Ocurre cuando el flujo de sangre hacia una parte del cerebro se interrumpe o se reduce, provocando la muerte de neuronas en cuestión de minutos.

Cada retraso en la atención puede traducirse en daños irreversibles: por cada minuto sin intervención, se pierden cerca de 1,9 millones de neuronas, según destacó la doctora Valeria El Haj, directora médica de OSPEDYC.

Los especialistas remarcaron que la detección temprana fue determinante no solo para la supervivencia, sino también para minimizar secuelas físicas y cognitivas. La educación comunitaria sobre los signos de alerta permitió que familiares, amigos o colegas actuaran de inmediato, acortando los tiempos críticos de atención y mejorando los resultados clínicos.

Además, la prevención jugó un papel central. Modificar hábitos, controlar la presión arterial, mantener una dieta equilibrada, realizar actividad física regular y reducir el consumo de alcohol y tabaco contribuyó de manera significativa a disminuir la incidencia de ACV.

Reconocer los síntomas salva vidas

En ese sentido y según el informe consultado por Diario NCO, el primer eslabón de la cadena de supervivencia ocurre fuera del hospital. Saber identificar los signos de un ACV puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

La especialista en comunicación en salud Ailín Catalá, jefa de Comunicación Institucional de OSPEDYC, explicó en el estudio que “a veces, la diferencia entre sobrevivir o vivir con secuelas está en que alguien reconozca lo que ocurre y actúe sin dudar”.

Los síntomas más frecuentes incluyeron dificultad para hablar o comprender el lenguaje, pérdida repentina de fuerza en un brazo o una pierna y desviación de la boca. La campaña HaBraSo resumió estas señales de manera sencilla: HA (Habla): pedir repetir una frase; BRA (Brazos): levantar ambos brazos; SO (Sonrisa): observar si la sonrisa es simétrica. Ante cualquier irregularidad, se debía llamar inmediatamente al servicio de emergencias.

La información y la educación preventiva se consolidaron así como herramientas de salud comunitaria, que permitieron no solo salvar vidas sino también reducir la carga de secuelas a largo plazo.

Tratamiento, rehabilitación y prevención

Por otra parte, el reporte señaló que existen dos tipos principales de ACV: isquémico, por obstrucción de una arteria, y hemorrágico, por ruptura de un vaso sanguíneo. La actuación inmediata fue crucial en ambos casos: restablecer el flujo sanguíneo en el isquémico o controlar la presión y evitar daños adicionales en el hemorrágico.

La doctora El Haj destacó que la rehabilitación temprana y el acompañamiento multidisciplinario fueron claves para la recuperación de los pacientes. Sin embargo, también insistió en que la mayoría de los ACV podían prevenirse.

Entre los factores de riesgo se encontraron hipertensión, colesterol elevado, diabetes no controlada, tabaquismo, sedentarismo, consumo excesivo de alcohol o drogas y apnea del sueño.

Asimismo, pequeños cambios en la rutina diaria, como una caminata, una alimentación equilibrada y chequeos médicos regulares, resultaron determinantes para reducir riesgos y fortalecer la salud cerebral.

La prevención también es comunitaria

Detrás de cada estadística hay historias de familias, vecinos y profesionales de la salud que actuaron a tiempo o enfrentaron la tragedia de un ACV. Las campañas locales, charlas educativas, controles gratuitos y talleres en clubes y escuelas acercaron información donde más se necesitaba.

Especialistas coincidieron en que la prevención no fue solo responsabilidad de los profesionales médicos: la comunidad y la educación jugaron un papel igual de importante. Actuar con rapidez ante los primeros signos podía ser la diferencia entre la pérdida y una segunda oportunidad.

Fuente fotografías: redes sociales.

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