Número de edición : 8904

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Abuso y descrédito: fue atacada en redes por escrachar a un hombre que la atacó en la vía pública

El rostro del agresor: atacó a mujeres en Ramos Mejía y Liniers
Abuso. El rostro del agresor: atacó a mujeres en Ramos Mejía y Liniers

Abuso. Una joven docente denunció que fue abusada en plena luz del día en Ramos Mejía. Para evitar que otras mujeres sufran lo mismo, decidió difundir un video en el cual expone al agresor. Pero el posteo se llenó de comentarios que ponen en duda su testimonio. Este episodio volvió a evidenciar un patrón extendido: la culpabilización de la víctima, la
desconfianza automática hacia las mujeres que denuncian y la banalización del abuso sexual callejero.

Por Soledad Martínez
martinezgsoledad@gmail.com

La violencia en el espacio público  y en las redes sociales volvió a mostrar su cara más
cruda. Micaela, una joven docente de La Matanza sufrió un abuso en plena calle, realizó la
denuncia correspondiente, y al día siguiente, tras encontrarse nuevamente con su agresor,
decidió grabarlo y difundir su rostro para alertar a otras mujeres. Sin embargo, lejos de
recibir acompañamiento, la publicación realizada en las redes de Diario NCO desató una
catarata de comentarios agresivos por parte de varios hombres que no solo pusieron en duda
su testimonio, sino que la tildaron de “loca”, “mentirosa” y hasta le exigieron “mostrar
pruebas”.

El episodio volvió a evidenciar un patrón extendido: la culpabilización de la víctima, la
desconfianza automática hacia las mujeres que denuncian y la banalización del abuso
sexual callejero. Una reacción que, según especialistas y organizaciones feministas,
reproduce los mismos mecanismos de silenciamiento históricamente utilizados por los
agresores: minimizar el hecho, relativizar el daño y cuestionar la palabra de la mujer.

En diálogo con el programa No Te Duermas, de Radio Hexa, la joven relató que todavía se
encuentra procesando lo sucedido. Antes de reconstruir el hecho, expresó:
“Hoy me siento un poco mejor, en condiciones de hablar y hacerlo público, no solo por una
cuestión personal sino pensando en lo colectivo. Estamos en una sociedad cada vez más
violenta y esto no se puede dejar pasar”.

Sobre el hecho, Micaela relató: “ocurrió el viernes pasado, alrededor de las 11.00 de la
mañana en Ramos Mejía. Yo iba caminando por Avenida Rivadavia, trabajo por esa zona, y
de atrás un tipo me agarra del pecho y me tira para atrás. Cuando me doy vuelta veo la cara
de esta persona y reaccioné. Claramente arranqué a los gritos, pidiendo ayuda a la gente
que estaba ahí”.

En lugar de escapar, el agresor la increpó con cinismo mientras ella le gritaba por lo que le
había hecho: “‘Ya está, ya pasó’, me decía él, y yo retrocedía. Acababa de sufrir una
situación de abuso y el tipo se me venía encima. Así que lo dejé ir”.

La denuncia, los testigos y el accionar judicial

Tras el ataque, Micaela actuó de inmediato. “Hice la denuncia, hay testigos. Cuando me lo
crucé al otro día llamé al 911. Sabemos que la Justicia en estos casos no suele dar mucha
bolilla, de todas formas hice la denuncia y dejé todo asentado”, detalló.

A pesar del impacto emocional, insistió en la importancia de formalizar el hecho. La
victima dejo en claro que “testigos hay, lo que pasó, pasó de verdad” y remarcó que “todas
las mujeres sufren algún tipo de acoso en la vía pública”, aunque nunca había atravesado
una situación tan grave.

Durante el relato, señaló una preocupación adicional: “me dio la sensación de que es una
persona en situación de calle, que no está en sus cabales y por eso mismo es peligrosa. Esa
es una zona donde transitan muchas menores que salen de las escuelas”.

El escrache y la respuesta violenta en redes

Lo que ocurrió después del video genera particular alarma. Tras difundir el rostro de su
agresor para advertir a otras mujeres, la docente fue atacada en comentarios de hombres
que desestimaron su palabra, la acusaron de exagerar e incluso la insultaron.

Pero Micaela fue clara respecto de su intención. “Yo no estoy buscando que los tipos que
comentaron el video me crean, el objetivo del escrache es evitar que le pase a otras
mujeres”. Y agregó una reflexión sobre el comportamiento de quienes la agredieron
virtualmente. “No siento que tenga que dar respuesta a los hombres que comentaron
pidiéndome pruebas, solo decirles que me parece muy triste que traten de mierda a una
mujer, de loca, de histérica, siendo que fue la única reacción y la única herramienta que
tenemos para cuidarnos entre nosotras”.

El anonimato, las redes y la cultura de la sospecha permanente hacia las mujeres
conformaron un cóctel peligroso que transformó un acto de autoprotección en un nuevo
espacio de violencia.

Otra mujer, el mismo agresor

Tras difundirse el video, Micaela recibió el mensaje de otra víctima. La mujer le contó que
había sido atacada por el mismo sujeto en la estación Liniers, pero que “se quedó helada
porque estaba con su nena”. Coincidente con el relato de Micaela, el agresor se movía por
zonas muy transitadas, lo que incrementa la preocupación.

En su caso, la joven docente fue asistida por mujeres que se acercaron a ayudarla, mientras
que los hombres presentes “hicieron la vista gorda”, según relató. La violencia sexual
callejera, aún naturalizada, es cotidiana para la mayoría de las mujeres. Pero el caso de
Micaela expone un doble daño: el abuso físico y la violencia simbólica posterior.

Mientras la Justicia evalúa el caso, su testimonio, y el de la otra víctima, se vuelve clave
para dimensionar la peligrosidad del agresor. Pero también para poner en debate la reacción
social frente a las denuncias de las mujeres.

 

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