
Organizaciones sindicales señalaron que la política económica actual genera cierres de fábricas, pérdida de trabajos de calidad y reducción del poder adquisitivo.
Por Florencia Belén Mogno
La industria argentina se consolidó históricamente como motor del desarrollo, impulsando el empleo, la innovación y la integración social. Sin embargo, en los últimos dos años el sector atravesó un escenario crítico, marcado por la caída de la producción y el debilitamiento de las políticas de fomento.
En este punto, las medidas de apertura comercial, el atraso cambiario y el recorte de instrumentos de apoyo productivo crearon un contexto adverso para las fábricas y sus trabajadores.
Este escenario generó consecuencias visibles: menos líneas de producción activas, menor competitividad frente a productos importados y una reducción sostenida en la capacidad de consumo de la población. La industria, que tradicionalmente actúa como multiplicadora de empleo, hoy es uno de los sectores más golpeados de la economía real.
En ese sentido y de acuerdo con la información a la que tuvo la oportunidad de acceder Diario NCO, organizaciones sindicales presentaron un informe para alertar sobre la situación del sector industrial ante la profundización de la crisis económica.
Empleo destruido y pérdida de calidad laboral
Según el estudio consultado, la destrucción de empleo industrial es uno de los indicadores que encienden las alarmas. Más de 33 mil puestos formales desaparecieron entre noviembre de 2023 y mayo/junio de 2025.
El cierre de plantas no solo afectó a los operarios y técnicos que trabajaban en ellas, sino que también impactó en toda la cadena de valor: transporte, logística, almacenamiento y comercio final.
La pérdida de empleo industrial es particularmente grave porque estas posiciones suelen ofrecer mejores salarios, estabilidad y acceso a derechos laborales que otros sectores. Su reemplazo por empleos informales o de plataformas, concentrados en comercio y servicios, generó una precarización generalizada.
En ese punto, el estudio señaló que incluso la narrativa oficial, que sostiene que la apertura de la economía genera nuevos empleos, “fue desmentida por los datos”. La cantidad de puestos creados en el sector informal no logró compensar las pérdidas en la industria y la construcción y el resultado fue un mercado laboral más frágil y con salarios que no alcanzaron a recomponer el poder adquisitivo perdido.
Salarios en caída y consumo deprimido
En tanto, el salario real industrial se desplomó tras la devaluación de diciembre de 2023 y hasta septiembre de 2025 no logró recuperar los niveles previos. La reducción de ingresos tuvo un efecto directo sobre el consumo, el principal motor de la producción nacional.
De esta manera, el relevamiento alertó que con menos capacidad de compra, las familias destinaron sus recursos a bienes básicos y redujeron el gasto en otros productos, profundizando el estancamiento.
Además, la concentración del consumo en una minoría que volcó su excedente a turismo en el exterior y bienes importados contribuyó a agravar el desequilibrio. Esta dinámica no benefició a la industria nacional y aceleró el proceso de sustitución de producción local por productos extranjeros.
El resultado dio lugar a un círculo vicioso: salarios que caen, consumo que se retrae y fábricas que producen menos o cierran. Esta secuencia amenaza la sostenibilidad de la economía argentina en el mediano plazo y genera un clima de creciente conflictividad sindical y social.
Empresas y sectores productivos en retroceso
Desde fines de 2023, más de 1.500 empresas industriales dejaron de registrar aportes patronales y el sector de la construcción perdió más de 1.700 firmas activas. La paralización de la obra pública generó un impacto doble: afectó a los trabajadores de la construcción y golpeó a las industrias productoras de insumos, como cemento, hierro y maquinaria.
El deterioro también tuvo consecuencias en la infraestructura. Rutas, caminos, hospitales y escuelas quedaron sin mantenimiento ni ampliación, lo que compromete la competitividad futura y la calidad de vida de la población.
La construcción se desplomó con la pérdida de 92 mil empleos en dos años, mientras que la minería no mostró el dinamismo esperado. Pese al auge del litio, el sector mantuvo caídas en el empleo desde 2024.
Solo los hidrocarburos exhibieron crecimiento, pero con escaso efecto positivo sobre la industria local debido a que gran parte de los insumos y la mano de obra se importaron bajo el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI).
Organizaciones sindicales y llamado a un cambio de rumbo
En el documento al que accedió Diario NCO, las organizaciones sindicales de la industria fueron contundentes: “No hay nada que festejar”. Señalaron que el gobierno impulsó de manera activa las importaciones, pero no aplicó medidas de alivio ni de fomento para el sector productivo nacional.
El texto advirtió que la desindustrialización no es una consecuencia inevitable, sino una política deliberada. “El presidente se ha convertido en un gran impulsor de la industria, pero del resto del mundo, a la nuestra la está castigando duramente”, remarcaron.
Finalmente, advirtieron que si no hay un cambio urgente de rumbo la industria seguirá cayendo, lo que implicará “más cierres, más despidos y una pérdida de capacidades productivas nacionales que costará décadas recuperar”. Para los gremios, defender la industria es defender el trabajo argentino, la innovación y el futuro del país.
Fuente fotografías: redes sociales.
Te Puede Interesar:
https://www.instagram.com/diarioncomatanza
https://facebook.com/diarionco



