
El avance de la Inteligencia Artificial, con herramientas como ChatGPT, generó preocupación sobre la sustitución laboral, mientras especialistas destacan que estas tecnologías también crean nuevas oportunidades de empleo.
Por Florencia Belén Mogno
La aparición de softwares de Inteligencia Artificial (IA) ha transformado la manera en la que se conciben muchas tareas humanas. Plataformas como ChatGPT permiten generar contenidos de forma inmediata, lo que ha llevado a cuestionar si la automatización reemplazará al trabajo humano o si, por el contrario, impulsará la creación de nuevos empleos.
Este debate no es exclusivo del presente. A lo largo de la historia, cada innovación tecnológica ha generado preocupación sobre la pérdida de puestos laborales, pero también ha abierto oportunidades. Desde la Revolución Industrial hasta la automatización digital actual, la tensión entre reemplazo y creación de empleo ha sido una constante.
En Hollywood, por ejemplo, desdw hace tiempo el Sindicato de Actores de Cine expresó su rechazo a ciertas prácticas ligadas a la IA. Denunciaron que algunos estudios solicitaban derechos sobre la imagen de extras para usarla en otros proyectos sin pago adicional ni consentimiento, lo que encendió el debate sobre ética, propiedad de datos y el impacto de la automatización en industrias creativas.
Perspectivas sobre la automatización y la IA
En ese sentido y según el material consultado por Diario NCO, especialistas resaltan que la IA, además de generar preocupaciones, también ofrece beneficios. Su uso puede reducir costos y modificar procesos laborales, pero no necesariamente implica una reducción de puestos de trabajo.
De esta manera, el material facilitado a este medio señaló y puntualizó que en determinados casos, la automatización permite “más personas, más puestos de trabajo”, según ciertos analistas.
Desde su aparición, ChatGPT superó los 100 millones de usuarios, provocando tanto fascinación como inquietud sobre su influencia en el mercado laboral. Estudios históricos muestran que la automatización tiende a eliminar ciertas tareas, pero crea otras, manteniendo o incluso aumentando la cantidad total de empleos con el tiempo.
El informe de Evans destacó que los nuevos sistemas tecnológicos suelen adaptarse primero a la forma de trabajar existente, y con el tiempo, los procesos humanos se reorganizan alrededor de la herramienta. Así, la IA no reemplaza automáticamente flujos de trabajo complejos, sino que transforma gradualmente la manera en que se realizan las tareas.
El trabajo humano detrás de la IA
Más allá de la automatización, la creación de IA depende intensamente de la labor humana. Josh Dzieza, de la revista New York, resalta que miles de horas de trabajo son necesarias para entrenar modelos de IA. Personas conocidas como “anotadores de datos” clasifican, etiquetan y revisan la información para asegurar que los sistemas generen respuestas coherentes y naturales.
Estos equipos ocultos constituyen un pilar fundamental de la IA generativa. Sin su intervención, los chatbots y algoritmos no podrían funcionar de manera efectiva, lo que demuestra que el desarrollo tecnológico sigue demandando fuerza laboral humana, aunque muchas veces invisible para el usuario final.
La implicancia de este trabajo también plantea desafíos. Aunque crea nuevas oportunidades, no siempre se realiza en condiciones óptimas, y su permanencia depende de la evolución tecnológica y de la regulación laboral. Esto refleja que la automatización no elimina el trabajo humano, sino que redefine las tareas y habilidades requeridas en el mercado.
Un futuro compartido entre humanos y máquinas
La discusión sobre el impacto de la Inteligencia Artificial en el trabajo no se reduce a un dilema entre sustitución o permanencia. Más bien, plantea la necesidad de construir escenarios en los que las máquinas complementen a las personas, potenciando las capacidades humanas y liberando tiempo para tareas creativas y estratégicas.
En ese sentido, los desafíos futuros incluyen garantizar condiciones de trabajo dignas para quienes participan en el desarrollo de estas tecnologías y diseñar marcos regulatorios que equilibren la innovación con la protección de derechos laborales y sociales.
De este modo, la IA no debe ser entendida únicamente como una amenaza, sino como un catalizador de cambio. La clave estará en cómo sociedades, gobiernos y empresas gestionen su integración al mundo laboral, asegurando que el progreso tecnológico se traduzca en mayor bienestar colectivo y en oportunidades inclusivas para las próximas generaciones.
Fuente fotografías: redes sociales.
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