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Investigadores del CONICET incorporaron nuevos productos al Código Alimentario Argentino

Productos que se destacan por su alto contenido en fibra,
Productos que se destacan por su alto contenido en fibra,

El orujo de manzana y las harinas de caldén y alpataco fueron incluidos formalmente, gracias al trabajo conjunto entre científicos y productores de Río Negro, para dar lugar a su industrialización y comercialización como alimentos funcionales.

Por Florencia Belén Mogno

El aprovechamiento de subproductos agroindustriales y especies nativas con alto valor nutricional representa un paso estratégico para la economía circular y la innovación en la industria alimentaria.

Así, incorporar residuos sólidos de la producción frutícola o harinas de árboles nativos en la dieta humana no solo permite reducir el desperdicio, sino también ofrecer nuevos ingredientes con propiedades funcionales que contribuyen a la salud.

En el marco de la legislación nacional, la incorporación de nuevos productos al Código Alimentario Argentino (CAA) representa un requisito indispensable para su comercialización y regulación.

En ese sentido y vinculado con la información a la que tuvo la oportunidad de acceder Diario NCO, investigadores del Centro de Investigación y Transferencia de Río Negro (CIT Río Negro, CONICET-UNRN), junto con productores locales, lograron incorporar al CAA el orujo de manzana y las harinas de dos algarrobos nativos de la Patagonia: caldén y alpataco.

Estos productos se destacan por su alto contenido en fibra, antioxidantes, hidratos de carbono y proteínas, libres de gluten, aptos para celíacos y con potencial para la elaboración de panes, snacks, barritas de cereal y otros alimentos funcionales.

Precisiones del avance

El investigador del CONICET Andrés Felipe Rocha Parra explicó en el estudio difundido que el aprovechamiento del orujo de manzana era un objetivo central debido a sus propiedades benéficas para la salud.

“Al problema del desperdicio se suma el impacto ambiental, porque al ser un material húmedo y con mucha materia orgánica, si no se trata bien, puede fermentar y contaminar”, señaló. Rocha en el reporte facilitado a este medio.

En ese aspecto, el informe detalló que de las aproximadamente 500 mil toneladas de manzana producidas anualmente en Río Negro, entre 48 mil y 80 mil toneladas de orujo podrían ser utilizadas como materia prima alimentaria, evitando su pérdida y aportando valor al sector.

Desarrollo del proyecto

Para lograr la inclusión del orujo de manzana en el CAA, el CIT Río Negro trabajó junto con agroindustrias del Alto Valle. Sobre esto Rocha Parra afirmó en el reporte: “Al estar regulado, se puede usar como ingrediente en panes, snacks o barritas de cereal. Esto le da un nuevo uso a algo que antes era un residuo, brindando una oportunidad que ayuda a mitigar el impacto ambiental y ofreciendo a la sociedad un ingrediente natural”.

En ese sentido, cabe mencionar que la Universidad Nacional de Río Negro, a través de la Planta Piloto de Alimentos Sociales en Villa Regina, fue la entidad que solicitó formalmente su inclusión.

La fase actual del proyecto incluyó el uso de una extrusora de doble tornillo a escala piloto, para mejorar las propiedades de la fibra de subproductos locales y aumentar su contenido de antioxidantes.

En este punyo, Rocha Parra agregó: “Este equipo nos permite no solo desarrollar alimentos para personas, sino también explorar opciones para animales, en colaboración con otros investigadores o empresas”. Asimismo, ya se trabaja en la incorporación del orujo de pera al CAA siguiendo el mismo proceso que el de manzana.

Detalles y resultados

Por otra parte, en relación a las harinas de algarrobos nativos, Patricia Boeri, investigadora del CIT Río Negro Sede Atlántica y profesora de la UNRN, recordó en el informe que “la medida tiene especial impacto para la provincia de Río Negro, dado que tanto el alpataco como el caldén son especies emblemáticas de nuestra región”.

La investigadora destacó el valor nutricional y funcional de estas harinas: “El alto valor nutricional las posiciona como una alternativa muy interesante frente a las harinas convencionales, a lo que se suman además sus capacidades antioxidantes y antiinflamatorias, que las convierten en un alimento con beneficios adicionales para la salud”.

La incorporación al CAA habilita formalmente su comercialización e industrialización, favoreciendo a productores, cooperativas y pymes agroalimentarias, con impacto en el desarrollo local y la generación de empleo en zonas rurales.

“Con esta resolución, el Estado nacional no solo reconoce la inocuidad y calidad de estas harinas, sino también su considerable valor nutricional y su potencial como ingrediente funcional para la industria alimentaria”, concluyó Boeri en el documento brindado a NCO.

Además de Boeri y Dalzotto, participaron del equipo Lucrecia Piñuel y Daniel Barrio, investigadores del CONICET en el CIT Río Negro, y la profesora e investigadora de la UNRN Sandra Sharry.

Fuente fotografías: CONICET.

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