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El CONICET transforma desechos alimentarios en comestibles nutritivos

Comestibles. Desechos alimentarios en comestibles nutritivos.
Comestibles. Desechos alimentarios en comestibles nutritivos.

Comestibles nutritivos. Un equipo de investigadores desarrolló galletitas y gomitas enriquecidas con compuestos antioxidantes provenientes de tallos y hojas de remolacha, promoviendo la economía circular y la innovación alimentaria.

Por Florencia Belén Mogno

Según el informe al que pudo acceder Diario NCO investigadores del CONICET avanzaron en la creación de alimentos funcionales a partir de subproductos que suelen desecharse. El grupo liderado por Patricio Santagapita, Mercedes Perullini y Tatiana Aguirre Calvo centró su trabajo en tallos y hojas de remolacha, con el objetivo de encapsular sus compuestos bioactivos y preservarlos hasta el momento de la digestión.

La iniciativa no solo busca generar alimentos más nutritivos, sino también contribuir a la reducción del desperdicio alimentario. Según datos de la FAO, un tercio de los alimentos producidos para consumo humano se pierde cada año, y en Argentina se desperdician cerca de un millón y medio de toneladas anualmente.

El estudio permitió elaborar galletitas y gomitas que contienen microcápsulas de remolacha, pequeñas estructuras comparables en tamaño al caviar, capaces de proteger los antioxidantes y asegurar su disponibilidad en el intestino delgado, aumentando su eficacia nutricional.

Microcápsulas y beneficios antioxidantes

El método desarrollado por el equipo permite encapsular los compuestos fenólicos presentes en los residuos de remolacha, conocidos por sus propiedades antioxidantes. En las pruebas realizadas, se comprobó que un 85% de estos compuestos estaba disponible para su absorción intestinal, mientras que en extractos sin encapsular los beneficios se limitaban a la boca y el estómago.

Además de la remolacha, los investigadores exploran otros residuos alimentarios como duraznos de raleo, nueces pecán, alcauciles y vainas de poroto Caupí. El objetivo es aprovechar los antioxidantes presentes en estos subproductos para desarrollar alimentos más saludables e innovadores.

El proceso de creación de las galletas consistió en preparar la masa de forma tradicional, colocar las microperlas de alginato de calcio sobre ellas y hornearlas a 180 °C durante 12 minutos. Tras el enfriado, se empacaron para su conservación y consumo, manteniendo los beneficios de los compuestos bioactivos.

Aceptación y potencial de los alimentos enriquecidos

Los resultados preliminares fueron alentadores: en una encuesta a 376 participantes de entre 18 y 65 años, ocho de cada diez personas expresaron interés en probar estas galletitas enriquecidas con microcápsulas de remolacha. Esto sugiere un fuerte potencial de aceptación en el mercado de alimentos funcionales y sostenibles.

Los investigadores destacan que la encapsulación no solo protege los compuestos antioxidantes, sino que también amplía las posibilidades de crear productos alimentarios más variados y nutritivos. La técnica puede aplicarse a diversos subproductos de la industria alimentaria, promoviendo la economía circular y la innovación en la alimentación.

De este modo, el trabajo del CONICET combina ciencia, nutrición y sostenibilidad, generando alternativas que aprovechan los recursos disponibles y fomentan hábitos de consumo más responsables. La iniciativa abre el camino para futuros desarrollos de alimentos enriquecidos a partir de residuos que normalmente se descartan.

Ciencia y sustentabilidad en la mesa

La experiencia desarrollada por el CONICET reflejó cómo la investigación científica podía tener un impacto directo en la vida cotidiana. La incorporación de microcápsulas en productos tan habituales como las galletitas o las golosinas abre la posibilidad de acercar la ciencia a los hogares de un modo accesible y práctico, generando un puente entre innovación y consumo.

Al mismo tiempo, estas propuestas permiten repensar la relación entre la industria alimentaria y el medio ambiente. La valorización de subproductos que antes eran considerados residuos se inscribe en una tendencia global hacia la economía circular, en la que cada recurso tiene un nuevo ciclo de vida antes de convertirse en desecho.

Finalmente, la aceptación social resulta clave para consolidar estos avances. El interés demostrado por los consumidores señaló que existe una apertura hacia alimentos más saludables y sostenibles. Si la ciencia, la industria y la sociedad trabajan en conjunto, es posible construir un modelo alimentario más consciente, donde la nutrición y el cuidado ambiental se complementen en beneficio de las generaciones presentes y futuras.

Fuente fotografías: CONICET.

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