
Belleza viral. El auge de las rutinas de cuidado facial en redes sociales como TikTok evidencia un fenómeno que va más allá de la estética: la presión por cumplir con estándares de belleza digitales y los riesgos que esto genera para la salud de los adolescentes.
Por Florencia Belén Mogno
Estas tendencias reflejan un cambio cultural en la forma en que los jóvenes se relacionan con la apariencia y el autocuidado. Influencers y creadores de contenido impulsan rutinas virales que muchas veces carecen de respaldo médico, convirtiéndose en referentes para miles de adolescentes que repiten prácticas peligrosas sin entender los efectos adversos.
En este contexto, el interés por lucir “perfecto” y mantener un “glow up” sin embargo puede superar la lógica del bienestar personal y generar estrés, ansiedad y también hábitos poco saludables.
En ese sentido y de acuerdo con la información a la que tuvo la oportunidad de acceder, se conoció un informe que alertó sobre los riesgos detrás de las rutinas de “glow up” y “skincare” que circulan masivamente en redes sociales, particularmente en TikTok.
El fenómeno también pone en evidencia la interacción entre algoritmos y comportamiento juvenil. Las plataformas recomiendan contenidos que potencian la repetición de rituales complejos, elevando la exposición a ingredientes activos y dispositivos que requieren supervisión profesional.
La combinación de la viralidad digital y la búsqueda de aceptación social convierte a estos espacios en vectores de riesgo, con implicancias que van desde irritaciones leves hasta daño celular y consecuencias emocionales profundas.
Riesgos dermatológicos en las rutinas virales
Un análisis reciente publicado en Pediatrics revisó 100 videos virales dirigidos a adolescentes de 13 años y encontró que, en promedio, cada rutina incluía seis productos, muchos con alfa-hidroxiácidos (AHA) como ácido glicólico, láctico o cítrico.
Si bien estos compuestos tienen aplicaciones terapéuticas, su uso indiscriminado provocó enrojecimiento, ardor y sensibilidad extrema al sol. Según la dermatóloga Florencia Paniego, “la piel reacciona porque está intentando advertirnos que algo no anda bien”.
Más allá de los productos, el estudio detectó que los contenidos omitían precauciones básicas, como realizar pruebas de tolerancia o aplicar protector solar. Solo el 26 por ciento de los videos incluía este último paso, a pesar de que los AHA aumentan la sensibilidad cutánea.
En paralelo, según el material consultado, se observó un creciente uso de lámparas UV para secado de uñas, asociado con daño celular, envejecimiento prematuro de la piel y mayor riesgo de cáncer cutáneo.
Lo que comenzó como una práctica de autocuidado se transformó en una exigencia constante, con consecuencias físicas y emocionales que preocupan a profesionales de la salud. Los expertos alertan sobre la combinación indiscriminada de productos, la exposición a radiación ultravioleta y la internalización de ideales inalcanzables.
Consecuencias físicas y emocionales
Los riesgos dermatológicos se combinan con presiones sociales y emocionales. Muchas adolescentes despertaban antes de las cinco de la mañana para completar sus rutinas antes del colegio, mientras compartían sus resultados en redes.
Este patrón refuerza la idea de que toda imperfección debe corregirse y que la piel debe lucir siempre uniforme y luminosa. Paniego advirtió que “estas rutinas demandan tiempo, dinero y una dedicación obsesiva. Detrás del glow up hay presión, frustración y deterioro de la autoestima”.
Además, la banalización de los síntomas puede retrasar la consulta médica. “Sin diagnóstico, las señales se confunden con un ‘proceso de adaptación’ o se ignoran, aumentando el riesgo de lesiones o afecciones crónicas”, explicó la especialista. Condiciones como acné, piel grasa, manchas o irritación no son meros problemas estéticos, sino situaciones médicas que requieren atención profesional.
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La combinación de información errónea, exposición a dispositivos peligrosos y la influencia de tendencias virales demuestra que las rutinas de belleza en redes sociales pueden ser un riesgo silencioso para los adolescentes. Los expertos recomiendan educación sobre cuidado de la piel, supervisión médica y un enfoque crítico frente a los contenidos virales, recordando que lo que funciona para una influencer no necesariamente es adecuado para todos los tipos de piel.



