
El perro de raza Weimaraner, especialista en rastros específicos, fue parte del rastrillaje de la niña el lunes pasado, pero no pudo continuar por heridas en sus patas delanteras.
El can rastreador Bruno colaboró días atrás en la búsqueda de Sheila Ayala antes de que fuera encontrada sin vida en cercanías de donde se la había visto por última vez. El animal no alcanzó a seguir con el procedimiento debido a una lesión que sufrió a tres cuadras de la casa de la mamá de la víctima.

El operativo realizado para encontrar a la niña de 10 años implicó la movilización de más de 150 policías, buzos, bomberos y perros adiestrados en la búsqueda de personas. Entre ellos se encontraba Bruno, el Weimaraner cuya dueña es Raquel Peralta, miembro de la Secretaría de la Municipalidad de Escobar.
Los lugares en los que estuvo jugando con otras nenas dentro del barrio de San Miguel, así como también las veinte cuadras que separan la casa de los padres de la víctima, fueron puntos recorridos por Bruno luego de que sus adiestradores recogieran indicios de las pertenencias de la chica.

“Nosotros vamos hasta la casa de la persona que desapareció, levantamos la impronta pura-que es el olor de la persona desaparecida- con material esterilizado, y se le da de oler al perro. Después se va hasta el último punto donde se vio a la persona y de ahí empezamos a hacer el rastro”, explicó Peralta días atrás en diálogo con Diario NCO.

El animal no pudo continuar con el rastrillaje ya que sufrió heridas en sus almohadillas delanteras por lo que se encuentra en estado de reposo y con medicación durante 15 días. Sin embargo, el tramo final que faltaba a tres cuadras de la casa de la mamá de Sheila fue completado por un perro de Gendarmería Nacional.
La temporalidad del rastro seguido por los perros se desconocía ya que detectan el olor de aproximadamente siete días atrás. Además, el padre de la víctima, Juan Carlos Ayala, reconoció que su hija había estado el jueves por la noche en la casa de su madre.